Capítulo 13

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—Esta noche creo que tendremos que ponerle una correa a Beth —Hayley esbozó una sonrisa, divertida con la situación—. No queremos que se nos escape en media batalla.

Las facciones de Robbie se tensaron cuando se volvió de Hayley hacia mí, y de vuelta. Había una batalla pendiente esta noche. En las últimas dos horas, los hombres Black descargaron su ira. Algunas instalaciones de la ciudad quedaron destruidas cuando los Black de rango menor dispararon, por lo que fue todo un consuelo que solo se presentaran dos muertos y unos cuantos heridos. Generalmente, los Black iban por todo.

Tiempo después, Dimitri Black, el padre de Damián le pidió a Odell que detuviera su cargo como líder del plantel A. Por supuesto que Odell Helliwell se negó rotundamente. Sin embargo, los planteles no iban a dejar que los Black se salieran con la suya como de costumbre. Marck encontró algo que nos ayudaría: Información de donde se localizarían algunos de sus hombres para terminar negocios.

Solté un suspiro al sentir la mirada de un animal rabioso. Robbie tenía la mandíbula muy apretada.

—¿Estas de broma, Jones? Estás mal de la cabeza si piensas que Annabeth se presentará. Muy apenas sabe manejar unas cuantas armas básicas.

Hayley se cruzó de brazos contra el pecho, había indignación en su rostro. Yo conocía las verdaderas razones de ello, sabía que Hayley siempre había deseado combatir conmigo a su lado. No quería perder la oportunidad tan pronto.

—¿Qué tiene de malo, Robbie? Protegeré a Beth con mi vida si es necesario.

Robbie se llevó una mano en el puente de la nariz, incrédulo. Sus ojos estaban cerrados, y por el gesto supe de inmediato que me negaría la salida. No era justo.

—Yo puedo ir si quiero, Robbie. No necesito de niñeros —le aseguré. Aunque una parte de mi aun temía por lo que pudiera suceder.

—¿Qué no los necesitas? ¡No sabes ni manejar armas básicas, Annabeth! Esto no es un juego de policías y ladrones donde los buenos siempre ganan.

—Lo sé, pero no quiero quedarme aquí por siempre sin hacer nada.

Esbozó una sonrisa de póker.

—De cualquier modo, no irás —aseguró.

—Si iré.

—Si vas solo conseguirás que te asesinen. Así que no, no irás y punto.

Hayley soltó un resoplido.

—Annabeth sabe defenderse aunque no lo creas. Sabe manejar la katana; tomó clases cuando era más pequeña.

Eso era cierto. Cuando tenía nueve años, mamá quiso involúcranos con las armas. Cualquier madre les prohibiría a sus hijos agarrar un cuchillo de la cocina, pero mamá no. Ella creció a lado de papá}} y sabía cómo funcionaba nuestro mundo, sabía que era mejor estar siempre preparados para situaciones desconocidas. Así que un año después, cuando cumplí diez años, mamá nos inscribió a London y a mí en clases para el uso de la katana.

—Es cierto, Robbie —intervine—. Cuando London y yo éramos más pequeñas, mamá nos inscribió en cursos para el uso de la katana.

El asintió.

—Lo sé, Annabeth. ¿Acaso ya olvidaste que London fue temporalmente mi reclutada? Yo la conocí por un buen de tiempo —Nunca podría olvidarlo. A veces me sentía como si fuese el reemplazo de mi hermana. Sacudió la cabeza—. Pero saber el manejo de una katana no es suficiente. Necesitas conocer armas básicas y armas avanzadas. Ya no lo intentes, chica. Como líder te doy el aviso oficial de que tienes prohibido venir con nosotros.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora