Capítulo 43

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ANNABETH

—Hija, esto está encaminado a lo peor —Mi madre, una de las personas más humildes y dulces que nunca pensé tener en mi vida me tendió la mano y tomó la mía apretando—. London no está bien. Prométeme que cuidaras de ella hasta el final y por sobre todas las cosas así como ella cuidara de ti.

Limpié una lágrima que había corrido por mi mejilla y me dije que tenía que ser fuerte. Una promesa podía ser eterna, y podía romperla en el transcurso, pero no se le hacían promesas siempre a quienes podías perder.

No tenía opciones.

—Te lo prometo, mamá, por sobre todas las cosas —sollocé.

Mi madre me sonrió y sabía que aquella promesa estaba sellada.

«Hasta el final y por sobre todas las cosas».

Lo había prometido, lo había cumplido. Pero las consecuencias se plantaban dentro de mí una y otra vez.

Aquella noche antes de la batalla, había logrado que London estuviese bien y que mi madre no sufriera más malas noticias. Logré que aguantara un poco más, al menos para tener el valor de despedirnos de ella. Pero Sarah, ella se había llevado todas las consecuencias por mi culpa, y por mi culpa había tenido que ver como Fletcher me pedía alejarme.

«No me busques más».

«Por favor, Annabeth...».

«No más».

El frio se coló de nuevo entre mis huesos y entones fue cuando me di cuenta de que algo estaba mal conmigo. ¿Cuándo tiempo había estado en el suelo? ¿Minutos? ¿Horas? Mi cuerpo encorvado había comenzado a doler, y las lágrimas en mi rostro estaban secas, pero podía sentir la piel pegajosa de todo el llanto. Posiblemente había llorado hasta que las fuerzas menguaron por completo.

Y ahora todo me era ajeno en ese espacio.

Ajeno como el sonido que se emitía en alguna parte de la habitación. Pero el tono melodioso me era familiar, como el sonido de mi celular anunciando una llamada entrante. Y por aquel sonido, mi subconsciente lo había detectado porque aun lo recordaba. ¿Pero entonces había estado sonando desde mucho tiempo atrás?

Sin fuerzas y sin muchos ánimos, me arrastré hasta el origen de aquella llamada. El corto camino hacia la cama había dejado de verlo corto para remplazarlo por uno largo y casi inalcanzable. La cama que anteriormente era grande ahora era tan pequeña así como fría. Las cuatro paredes que me rodeaban lucían como si fueran a cerrarse y a convertirme en nada menos que una calcomanía.

Con suerte, pude deslizar mis dedos por encima de la cama y tomar mi celular ateniendo la llamada. Lo llevé a mi oreja con pocas fuerzas y resignación, pero la voz melodiosa atravesó del teléfono capturó palpitaciones dentro de mí.

—¿Beth? —Damon.

Solté una extraña respiración y una lágrima se deslizó por la comisura de mi ojo. Una extraña felicidad me invadió.

—Damon... —susurré.

—¿Está todo bien, preciosa?

Negué con la cabeza, sabía que él no me podía ver, pero no pude evitarlo.

—No —chillé.

—¿Qué sucede? —Preguntó de inmediato—. ¿Estás bien? Te he llamado por días pero no me has contestado.

No sabía que decir ni pensar. El aire en la habitación se había vuelto sofocante y me asfixiaba cada vez más. Necesitaba salir de ahí lo más pronto posible.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora