Las personas se movían a mí alrededor mientras que yo estaba estática en mi lugar tratando de entender que había sucedido. Que el trabajo de años estaba a varios metros de distancia de mí, pero dentro del mismo espacio, respirando el mismo aire y pisando el mismo suelo.
Simplemente era increíble tener el honor de conocer a la persona que habían buscado por años.
A la lejanía, una voz conocida se repetía una y otra vez hasta que encontró el punto exacto donde tomó toda mi atención.
—Señorita Moore, por favor, conteste.
Parpadee y retrocedí mientras me llevaba de nuevo la mano cerca de la boca como si me estuviese peinando.
—Sí, sí, disculpe —contesté. Era tiempo de casi terminar mis tareas—. Lo encontrado Fitz, he encontrado a Demián Black.
Enseguida aquella voz en mi oído se tornó desesperada.
—¿En dónde está? —preguntó Fitz.
Miré en la segunda planta esperando que Demián aun siguiera ahí. Y lo estaba, hablaba con el grupo de personas en el que se encontraba y asentía de vez en cuando. Comencé a caminar de regreso a los pasillos donde no había tantas personas y me llevé de nuevo la pulsera cerca de la boca.
—Está en la planta de arriba reunido con un grupo de personas —contesté y me mordí el labio queriendo evitar lo siguiente—. Es el más joven... —hice una mueca—... Guapo.
Entonces no escuché nada al otro lado de la conexión puesto que de seguro en aquellos momentos Fitz miraba hacia la dirección en donde estaba Demián. Al igual que yo cuando caminé al final del pasillo y me detuve mirando hacia arriba. Demián no lucía malvado sino todo lo contrario, él parecía estar tranquilo y sin preocupaciones, sonriente y muy vivaz.
—Sí, definitivamente tiene que ser él —comentó Fitz desde mi oído sacándome un poco de mi ensimismamiento.
Claro. Ni siquiera sabía porque ese chico tenía algo interesante cuando poco a poco me daba cuenta de que lo más seguro es que fuese un asesino. Un demonio vestido de ángel que te cambiaba la perspectiva de ver las cosas. Solté un suspiro cansado y me recargué en la pared y luego hablé en mi pulsera.
—Bien, he terminado mi primera tarea —me despegué de la pared—. Voy por la segunda.
No sabía cómo demonios lo lograría, como entraría a la oficina de los Black y conseguiría esa información que tanto Fitz deseaba. Sobre todas las cosas, me había quedado claro que él era un hombre de algún modo duro, sin sentimientos puesto que no le importaba sacrificar a un reclutado por tener un poco de letras a su alcance.
Miré hacia las escaleras tratando de encontrar el modo de subir y acceder sin que nadie me notara. O esperaba que sí lo hicieran, que no le pusieran mucha importancia en la chica que subía las escaleras a un área que seguro estaba restringida para invitados. Más sin embargo, me moví a las escaleras de la derecha y me acerqué al barandal. Nerviosa, realmente lo estaba, y miraba a mi alrededor encontrándome con personas desconocidas bailando y entretenidas en sus conversaciones al igual que en sus bebidas.
Entonces fue cuando decidí actuar antes de que me arrepintiera. Giré encontrándome con el primer escalón y luego con el resto. No me molesté en mirar a mí alrededor, yo solo comencé a subir con el rostro mirando a mis pies y esperando a que aquellos escalones terminaran. Y cuando mis pernas lo lograron, alcé la mirada encontrándome con una pintura que lucía muy elegante y al mismo tiempo antigua. Este lugar en algún momento podría haber sido un museo de arte.
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Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]
ActionAnnabeth Moore ha sido abandonada una vez más, su hermana London ha muerto y ahora tendrá que lidiar con ello. Con suerte, los planteles decidieron darle una nueva oportunidad de vida, y en ellos encontrará más de lo que estaría buscando: a Fletcher...