Capítulo 22

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Meses de aburrimiento y televisión —probablemente Netflix y The Vampire Diaries— eran en lo único que podía pensar. Todo eso y más me esperaría los próximos meses hasta que mi pierna comenzara a recuperarse. ¿De verdad? No podía creer que me habían disparado. Era así de estúpida para haberme dejado tratar como a un trapo.

Ahora me encontraba en mi habitación, con las cobijas a medias y mi pierna dañada a la vista, sobresaliendo y por encima de un cojín. The Vampire Diaries me saludó en la pantalla plana mientras veía una escena de Delena. A mi derecha, traté de alcanzar una barra de chocolate que estaba sobre el mueble. Tomándola y quitándole rápidamente su envoltorio, la llevé hasta mi boca.

Saboreé la pequeña barra, mientras visualizaba The Vampire Diaries y pensaba en cómo sería mi futura y miserable vida dentro de meses. ¡Por Dios! Apenas si había podido moverse del baño a la cama, con ayuda de unas muletas. Todo era simplemente horrible.

El sonido en mi puerta me sacó mi ensimismamiento y me volví hacia ella. Probablemente Hayley vendría a darme una visita.

—Adelante —dije.

Una bola caliente se extendió dentro de mí cuando un cuerpo delgado y curvilíneo accedió al interior de mi habitación. Las alarmas se encendieron casi de inmediato, y me dije que había sido la mejor visita del año. El cabello castaño oscuro que acostumbraba a ver ondulado, hoy estaba en gruesas ondas definidas.

Malas noticias, me hubiese gustado que fuese Fletcher, pero en su lugar, Sage apareció a la vista. Estando adentro de mis cuatro paredes, cerró la puerta detrás de ella y la mirada cálida que alguna vez percibí por su parte, simplemente había desaparecido, se había esfumado en el aire.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —le pregunté sin rodeos.

Sage me envió una cara de perrito triste.

—Vine a visitarte, Annie. Te he extrañado.

Bufé.

—¿Tú, extrañarme? ¡Por favor!

Entonces, la carita de perrito triste se transformó, y la mismísima perra engreída apareció a la vista.

Sus labios se curvaron hacia abajo con desdén.

—Cierto, buen punto, no te he extrañé —y luego agregó—. Ni un poco.

—¿Qué haces aquí, Sage? —volví a preguntar.

Se paseó de un lado a otro.

—Quería hablar contigo.

Me mordí el labio, evitando que algo peor que solamente una grosería se me escapará de la boca. A pesar de lo sucedido en días anteriores, no podía evitar mirar a Sage y sentir odio por ella. Era cierto que su pasado la había vuelto de tal modo, pero una parte de mí se dio cuenta de que ella en verdad necesitaba cambiar. Yo no pensaba ser su saco de boxeo.

—¿Sobre?

—Todo.

La observé con falta de interés.

—¿Y que es todo para ti?

Las comisuras de sus labios se torcieron nuevamente, y luego lentamente caminó hasta la esquina de mi cama, tomando un lugar. Yo de inmediato, me alejé de ella, arrastrándome con las manos hasta que mi espalda tocó el respaldo. Parecía que habían metido a un gato y a un perro en el mismo espacio.

—Fletcher es todo para mí.

Solté un suspiro y rodé lo ojos. Ya me había imaginado que Sage no pararía de fastidiarme.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora