Me sentía mal, me sentía asqueada. Un terrible ovillo estaba atorado en mi garganta desde que había recordado que Demián Black se había colado entre mis sueños. ¿Quién demonios se creía para poner un pie en mi cabeza?
¡Ja! Tonta yo que quería culparlo a él cuando era más culpable yo que él. Había pasado mis horas con una sonrisa en el rostro mientras estaba acorrucada en los brazos de Fletcher. «Adorable y satisfecha» me había llamado Fletcher esta mañana cuando me volví hacía él para abrazarlo. Lo que no sabía es esa sonrisa no había sido por él. Ahora ni siquiera podía verlo a la cara sin sentir vergüenza al respecto.
¿De verdad mi instinto femenino tenía que elegir el lado sexy de un chico? ¡Era una desgraciada!
Ahora me encontraba sentada en la cafetería, comiendo del delicioso desayuno que Miranda había preparado. Amaba a esa mujer, me hacía recordar a la esencia pura de mi madre: dulce, vivaz y amable. Me hubiese gustado que fuese parte de mi familia, incluso como tía la hubiese querido demasiado.
Y nunca le había agradecido su apoyo.
Bajé el vaso con zumo de naranja y me levanté de la silla caminando en dirección a la cocina. Hayl estaba con Miranda ayudándola a batir la mezcla de los panquecitos que preparaban para esta tarde. Puse las manos sobre el mostrador y Miranda debió de sentir mi presencia porque se volvió hacia mí con una sonrisa cariñosa.
—¡Annabeth! ¿Está todo bien? ¿Necesitas algo?
Sacudí la cabeza y me recargué en el mostrador.
—Solo pensaba en que... he pasado algún tiempo en el plantel y jamás te he agradecido por la comida, tu amabilidad y cariño. Así que gracias —Miré a las espaldas de Hayl quien seguía batiendo, y sabía que estaba escuchando—-. A ambas.
Mi mejor amiga se giró hacia a mí y se colocó a un lado de Miranda.
—Hayl, sin ti no sé qué hubiera hecho, yo no hubiera podido sola con los gatos de la casa. Traerme al plantel fue mi salvación.
Agaché la cabeza pero Hayl sonrió y tomó mi mano entre la suya.
—Eres mi mejor amiga y una persona grandiosa, era lo mínimo que podía hacer por ti.
Podía jurar que mis mejillas se sonrojaron cuando Miranda tomó mi otra mano y la apretó. Las quería, y quería a muchas personas del plantel que en algún momento se volvieron importantes para mí. El tiempo había sido bueno, con mucho trabajo y aunque una parte estuviera bastante molesta con los líderes por arriesgar mi vida en todos los momentos, me sentía orgullosa por mí. Muchas cosas habían sido logradas por mí. Me lo debían.
Miré a mis chicas y les sonreí.
—Las quiero.
Ellas sonrieron y rodearon el mostrador para salir y darme un abrazo. Dioses, se sentía tan bien tener a alguien que pudiera envolver sus brazos alrededor de ti. Era toda una dichosa.
Me separé de ellas y sonreí ahora apuntando con mi dedo pulgar hacia la mesa donde anteriormente estaba desayunando.
—Regresaré a comer —les informé, pero entonces su rostros lucían de un momento cariñosos a nerviosos y serios.
Me mordí el labio, nerviosa.
—¿Qué sucede? —pregunté.
Miranda lanzó una mirada por encima de mi cabeza y me apuntó hacia esa dirección. Yo miré por sobre mi hombro encontrándome con Fletcher recargado en el marco de la puerta, tenía los brazos cruzados contra el pecho y esa mirada de cachorrito.
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Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]
AçãoAnnabeth Moore ha sido abandonada una vez más, su hermana London ha muerto y ahora tendrá que lidiar con ello. Con suerte, los planteles decidieron darle una nueva oportunidad de vida, y en ellos encontrará más de lo que estaría buscando: a Fletcher...