Capítulo 46

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ANNABETH

Sentada en la cama de mi habitación tenía la televisión encendida con alguna de mis series favoritas. Supernatural podía hacer un buen trabajo respecto al aburrimiento porque habían pasado ya dos días desde que había «regresado al plantel» y sentía que nada podía ir peor. ¡Ni siquiera tenía el permiso de bajar a desayunar!

Hayl se había vuelto en la persona cercana que solía ser antes, pero ahora no solo me hacía compañía sino que también era la encargada de traerme el desayuno, comida y cena a mi habitación. Siempre la había considerado mi mejor amiga, pero el tiempo nos había arrebatado nuestra amistad poco a poco. Últimamente parecía que esas piezas fuera del puzzle se estaban incrustando de nuevo en su lugar. Nuevamente hablábamos y veíamos series como antes.

Ahora se encontraba en mi habitación comiendo un trozo de pizza que muy apenas cabía dentro de su gran boca. Yo por el contrario, admiraba el hermoso rostro de Dean, y al mismo tiempo, a mi hermoso Castiel. ¿Cómo es que podía ser una zorra literaria y de series? Con tan semejantes actores solo me invitaban a pecar.

Sin despegar la mirada de la televisión en la pared, cogí un pedazo de pizza y mordí un poco. Si, definitivamente estaba muy buena.

—¡Dioses, como extrañaba esto! —Chilló Hayl—. He pasado tanta mierda sin ti.

Hasta a mi corazón le calaron aquellas palabras. La miré triste.

—Igual, extrañaba esto.

Bajó la pizza a la caja de cartón y me miró como a un perrito.

—¡Robbie es un hijo de puta! —comentó—. Él sigue prefiriendo a Ariannie. ¿Por qué los hombres solo se fijan en el pedazo de culo y tetas que las chicas les pueden dar?

Me encogí de hombros.

—No lo sé. ¿Tal vez es el instinto animal que tienen?

Hayl se carcajeó.

—¿De animal? ¡Por favor, los instintos animales no se pueden comparar con los instintos de imbécil que adquieren al nacer!

Vaya, Hayl comenzaba a tenerle odio a los hombres.

La miré sonriente.

—¿No es por eso que son hombres?

Ella se quedó pensativa y luego asintió.

—Tienes tanta razón —rodó los ojos—. Pero bueno, ¿Damon ya te regresó tu celular?

Sacudí la cabeza en un modo de negación.

—Será algo imposible ya que de seguro está de viaje. Ya sabes, hombre de negocios siempre sobre un avión.

Se lanzó sobre mi almohada.

—Qué mala onda.

Asentí y comí más de mi trozo de pizza.

—¿Sabes cuándo te quitara Fletcher el castigo? —Hizo una mueca—. ¡Maldición, hacían una linda pareja juntos!

Con eso fue suficiente para que me atragantara y el pedazo de pizza casi saliera expulsado de mi boca. ¿De verdad? ¿No podía guardarse ese tipo de comentarios? ¡Aún estaba jodida por mis actos!

—No —me limpié la boca con una servilleta—, y ni me lo recuerdes. Me odia, Hayl. Me odia por haberle mentido.

Sacudió la cabeza y se acomodó en su lugar.

—¿Qué te odia? ¡Por favor! Mientras tú estabas de bailarina en una pista de baile, Fletcher se lanzó mandando y mandando escuadrones en tu búsqueda solo para traerte de vuelta. Incluso amenazó a algunos reclutados para que buscaran bajo las rocas si era necesario.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora