Capítulo 40

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-FLETCHER-

     Aquellos ojos habían reflejado algo más que simplemente una disculpa, lo había visto en la forma en que pedía algún tipo de ayuda, tal vez también eran sentimientos ocultos. ¿Pero esto que era? No lo podía comprender del todo. En mi cabeza regresaba a la escena anterior y podía pensar en varias opciones a la vez.

     Dolor.

     Angustia.

     Miedo.

     No lo comprendía.

     Preferí no hacer preguntas pero si abrazarla. Si era por London, entonces creía que a la mejor la comprendía. Ambos habíamos perdido a una persona importante en nuestras vidas. Sinceramente, cada vez que hacían los memoriales de cada año, quería golpearlos hasta que olvidaran esas ideas. Era insoportable hablar de fallecidos cuando en realidad muchos de ellos solo se habían encargado de hacerle la vida imposible a otros.

     Muchos de ellos si se lo merecían, pero la mayoría no.

     El memorial, o más dicho, el aniversario de Sarah que era de algún modo cubierto con las muertes de otros para no enfurecerme según Odell, realmente podía ponerme enojado. Sarah había sido mi universo cuando aún estaba viva, y cada año tenía que soportar recordarla.

     No a ella. No a su amor. Sino a su muerte.

     Me recordaba cómo había fallado y como había dejado que todo se me fuera de las manos en un segundo. Ella solía ser como la luz del sol, pero la luz se había ido. 

     Dejé a un lado el memorial y abracé a Beth como si dependiera de ella. Cosa que notaba que comenzaba a hacerse más constante. La separé de mí un momento y su rostro quedó a la vista, este estaba coloreándose de color rojo, como si... maldije para mis adentros cuando noté que había comenzado a llorar. No era mucho, pero entonces la atraje a mi devuelta.

     —Duele —sollozó.

     Me puse en alerta pensando que tenía daños físicos, pero luego me di cuenta que todo estaba dentro de ella.

     Pasé una de mis manos por su nuca mientras ella sollozaba en mi hombro.

     —¿Exactamente qué? —le pregunté en un susurro.

     Sentí como sacudió la cabeza.

     —El tenerla que dejarla ir sin aviso, el quedarse solo, el que se rompan las ilusiones... la perdida... las mentiras.

     Sollozó aún más y la abracé más fuerte.

     —Una vez me enseñaste que... tenía que dejarla ir, a Sarah. ¿Por qué te aferras a London? —cuestioné.

     —No me aferro a ella —contestó dejándome en duda.

     «¿Entonces a quién? ¿Por qué lloras?»

     «No seas imbécil, ella tiene problemas».

     —Soy tan tonta, no merezco nada bueno. Lo he arruinado —dijo sin ganas, como si estuviera decepcionada.

     —¿De qué hablas? Y no, no digas eso, tú eres grandiosa y no has arruinado nada. Todo está bien, preciosa.

     La separé de nuevo y acuné su rostro en mis manos mientras veía atreves de sus ojos.

     —¿Qué está pasando? —pregunté—. Dime en que tengo que ayudarte, preciosa.

     Ella sacudió la cabeza, pero su mirada parecía perdida.

Lazos de Guerra #1 © [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora