Capítulo 23. -Apagón mental

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—¡No, eso no es cierto! Ella no puede estar muerta...mi niña no puede estar muerta.

—Lo siento mucho señor, pero no se encontró rastro alguno de su cuerpo. Solo quedan cenizas. El fuego arremetió con todo lo que había dentro del auto, no hay nada que podamos hacer.

—Si no está su cuerpo entonces puede estar viva.

—No hay ninguna esperanza. Discúlpeme por ser tan franca y directa pero las puertas ambas estaban trabadas, no fueron abiertas en ningún momento previo a la explosión.

—Las ventanas, tuvo que haber salido por alguna.

—Una de las ventanas estaba rota pero...el auto cayó de ese lado, por lo que hubiese sido imposible para ella salir de allí. Y si lo hubiera logrado no creo que sobreviviese, la explosión fue demasiado grande. Las quemaduras la hubieran matado en minutos. Lo siento pero su hija falleció señor Baxter.

. . .

Una extraña sensación de incomodidad me hizo abrir los ojos al instante. Me fijé en cada esquina del lugar en el que estaba, no lo reconocía.

Todo estaba oscuro, habían ventanas pero estaban selladas por enormes trozos de madera. Lo único que permitía el paso de la luz del sol era un pequeño agujero en el techo del lugar. Solo había una cama y una cómoda que parecía ser muy antigua. ¿Por qué me sentía tan desorientada? No reconocía el lugar, ni siquiera recordaba haber llegado aquí.

Un ruido que si logré reconocer me hizo girar mi cabeza. La puerta estaba abriéndose desde afuera, cuando por fin estuvo totalmente abierta pude ver a alguien.

Tampoco lo reconocí.

Era un chico de estatura media, cabello negro azabache y ojos azules. Sentía que de algún lugar lo conocía, pero difícilmente podría descifrar cualquier cosa ahora mismo.

—Nikkie, ¿Estás bien?

—¿Nikkie? ¿Quién es Nikkie?—ese nombre era bastante extraño.

—¿No recuerdas nada?

—¿Debería de hacerlo?

—Está bien. Probablemente haya sido el fuerte golpe que recibiste.

—¿Quién eres?—me sentía demasiado confundida, mi mente estaba en blanco.

—Wow, tienes que estar realmente confundida para no recordarme. Soy Richard. Richard Weber.

—Lo siento...yo no creo saber quien eres. Lo lamento.

—Está bien.

—¿En dónde estamos?

—Es la vieja cabaña de un anciano que vivía por estos lugares. Necesitaba tenerte a salvo.

—¿Por qué?—a pesar de no tener idea de con quien estaba hablando, me sentía en confianza. Era muy extraño.

—Nik..Abby, ellos te están buscando, es por eso que estás aquí. Afuera cada sitio es peligroso para ti.

—¿Abby? Disculpa pero sigues diciéndome nombres que no conozco. Ahora mismo es como si mi cabeza estuviese en blanco, total y completamente en blanco.

—¿No reconoces tu propio nombre?—ahora que lo pensaba, no lo hacía. No sabía cual era mi nombre.

Sacudí la cabeza en forma de negación.

—Creo que necesitamos un doctor, pero no podrá ser en este momento. Hay personas muy peligrosas afuera, personas que están tratando de acabar contigo Abby.

—No puedes continuar diciéndome esto, lo siento Richard o como sea que te llames pero no recuerdo tu rostro, no recuerdo mi nombre siquiera. Solo lo estás haciendo más difícil.

—Lo siento. Solo estoy tratando de ayudar.

—¿Quién es Nikkie?—dije, refiriéndome a el nombre por el que me llamó anteriormente.

—Nikkie es...ella es...tu hermana.

—¿Hermana? ¿Tengo una hermana?

—Una gemela de hecho. Es por eso que te llamé así, siempre las he confundido una con la otra.

—¿Gemela? ¿Tengo una gemela?

—Abby, yo...

—¿Qué?—las facciones de Richard cambiaron repentinamente.

—Nikkie está muerta.

. . .

—Frank, ¿Cómo te sientes?

El joven y malherido Frank Garcia se encontraba recostado en una cama un poco grande y algo flexible, solo tuvieron que pasar minutos para que cayese en cuenta de que estaba en una habitación de hospital.

—Señor Baxter, ¿Qué sucedió?—Frank estaba terriblemente herido.

—No lo sabemos. Todo pasó muy rápido, lo único que se sabe es que...

Ambos hombres en la habitación sentían un gran vacío, pero Frank no sabía el porque. No aún al menos...

—Mi hija está muerta.

. . .

Estaba haciendo frío y sin recordar nada ya sabía que no me llevaba nada bien con el.

—¿Cuándo murió?—acababa de enterarme de una hermana que no sabía que existía y también de que estaba muerta, literalmente.

—No murió. Fue asesinada.

—Dios mío, eso es espantoso.

—Y es lo que puede suceder contigo también, por esa razón estás aquí conmigo. Tienes que estar protegida.

Mi vientre empezó a doler de forma espontánea.

—Hey, ¿Te sientes bien?

—Me duele—dije posicionando mis manos sobre mi vientre.

—Está bien, déjame ir por analgésicos. ¿Estarás bien?

—Sí, pero por favor te lo pido. No me dejes encerrada, no quiero estar encerrada.

Luego de unos segundos dudando Richard respondió a mi petición.

—De acuerdo, solo serán unos cuantos minutos.

Él salió de la habitación dejándome sola. Decidí levantarme con toda la presión del mundo sobre mi vientre, en una de las esquinas seguidas a la puerta de la cabaña estaba ubicado un espejo de cuerpo completo. Con lentitud me acerqué a el espejo, y finalmente me observé en el.

Se reflejaba una chica un poco alta. Con los cabellos largos y de color castaño, y los ojos exactamente del mismo tono que los de Richard.

¿Esa era yo?

Volví. Perdón por haber tardado más de un mes y más aún por solo escribir esta pequeña parte. Tuve que replantearme muchas cosas y finalmente logré escribir de nuevo, espero que esto haya sido de su agrado y por favor voten. Háganme saber que les gustó.

Luis Gabriel.

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