Capítulo 30. -Desde el principio hasta el final

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Claustrofobia, temor, ira. Eran muchos los sentimientos y las sensaciones que estaban consumiéndome con el pasar de los segundos. Me encontraba sentada, con ambas manos atadas a tal punto que apenas podía sentir la sangre circular por mis venas. La única cosa que deseaba hacer era salir corriendo, huir sin vuelta atrás, pero realmente no tenía ninguna posibilidad de hacerlo. Estaba sola. Desprotegida, y con la cabeza hecha un total y completo desastre.

Desde mi asiento podía observarlo, caminaba de un lugar a otro. Parecía bastante molesto, por sus facciones podía entender lo muy disgustado que se encontraba. Se sentó por un momento, colocando sus manos sobre su rostro. No podía leer a esta persona, ni siquiera sabía quien era.

Sentí mi respiración traicionarme en cuanto lo vi acercarse. ¿Estaba acaso a punto de morir? Pues de ser así o no, estaba a punto de averiguarlo.

—Arruinaste todo. Otra vez. Tú...siempre eres tú—mientras hablaba movía una y otra vez el arma de fuego—¿Sabes una cosa?, eres una maldita bola de demolición. Acabaste con cada cosa que me hacía feliz. ¡Todo!—su mirada... era demasiado aterradora.

—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Quién eres?—fue una gran sorpresa incluso para mí misma el escuchar que las palabras habían optado por salir de mi garganta.

—Soy todo, y soy nada.

—¿De qué estás hablando? Por favor. Por favor, no me hagas daño—sentía la sangre caliente correr por mis venas.

—No, no te haré daño. Te voy a asesinar. Voy a abrir tu cuerpo con este cuchillo, tal cual cerdo—¿De dónde había sacado otra arma?—Vas a morir hoy, Nikkie.

—¿Por qué? ¿Por qué estás tan empeñado en asesinarme?—si iba a terminar siendo comida para gusanos, al menos quería saber cual era el motivo detrás de todo. Todo lo que lo llevó a torturar a una chica cualquiera, como yo—¿Por qué pusiste tanto esfuerzo en todo esto?

—¿Por qué? ¡¿Por qué?!—sus gritos no hacían más que alterarme—Te diré el porqué. Tú, iniciaste algo que terminó con toda mi vida. Si no hubieses aparecido, si no hubieses existido... tan solo si...

Sus nervios estaban fuera de control. Estaba tan molesto.

—Oh claro ¿No sabes quién soy? ¿Verdad?—bajé la mirada, resignada—Bueno, eso sí que fue una gran sorpresa. Al menos logré algo bueno, después de todo. Siempre te terminabas librando de cada cosa que intentaba en tú contra, salías ilesa. De todo—mi cabeza revoloteaba, sin parar. Era tan difícil entender algo de lo que él trataba de explicarme—¿Por qué no comienzo por presentarme? Esta vez, con mi verdadero nombre.

Quería decir algo pero no hallaba ninguna otra frase que no fuese <<¿De qué estás hablando?>>, o <<¿A qué te refieres?>>. Mi mente estaba nublada por el desconocimiento de la situación en sí.

—Mi nombre es Nick. Nick Reed.

—¿Nick?—repetí. Traté de encontrar algún recuerdo que llevara ese nombre dentro de mi cabeza, aún así no logré hacerlo.

—Sé perfectamente bien que no te suena. Pero, existe un nombre que tal vez pueda refrescar tú memoria. Christine Reed, ¿la recuerdas?—no lo hacía. Pero, pude notar al instante que era el mismo apellido que él había dicho junto a su nombre.

Por mi expresión, supe que Nick—como se hacía llamar—, había entendido que no recordaba ese nombre. Ni ningún otro.

—Vaya, es peor de lo que imaginé—dijo, limitándose a únicamente mirarme. Sus ojos eran tan... fríos—¿Cómo no puedes recordar a tu... madre falsa?

PRETTY FACE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora