Capítulo 21. -Secretos Dilorenzo

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"Estás embarazada".

La muy maldita frase se había quedado atascada en mi cabeza. Él doctor me había dado los resultados hace aproximadamente dos horas, dejándome sin respiración, dejándome sin vida. Tenía que pensar, muchas cosas, demasiadas, no estaba lista para esto.

Un bebé podía llegar a ser la cúspide de las metas, de los sueños, sería el final de todo mi legado sin siquiera haberlo comenzado. Y había algo más que complicaba las cosas...el padre.

Liam Marshall. Un maniático, un psicópata que destruyó cosas que jamás volverían a ser reparadas. Pensar en el hecho de cargar un feto con miles de cargas de ADN provenientes de él me hacían sentir enferma, no podía hacerlo, yo...solo no podía.

Era hora de tomar una decisión. Acabar con todo esto desde la raíz, dejar a "PRETTY FACE" atrás y comenzar desde cero. Tener a este bebé solo me recordaría cada simple y sencilla cosa acerca de los hechos que cambiaron mi vida para siempre, y francamente consumiría cada fracción de mí misma, de mi tiempo, de mi ser. Mi decisión estaba tomada.

Iba a interrumpir el embarazo.

No me importaba si esto iba a ser un error, yo debía de buscar las mejores cosas para mi bienestar, tenía que saber diferenciar todo, saber escoger. Mi mundo había sido complicado desde los siete años, comenzando con el suicidio de mi madre. Odiaba no ser una chica común de diecisiete años, una que se interesara solo en chicos de programas y películas de televisión. Que tan solo usara diez mil capas de maquillaje hasta para ir a dormir, a veces tan solo...desearía ser una chica superficial.

Me encontraba sentada en mi auto, esperando fuera de la farmacia del pueblo, sabía muy bien que era lo que tenía que hacer. Era hora. Me levanté del asiento y cerré la puerta a mis espaldas, dirigiéndome lentamente hacia donde mi decisión sería sellada. Abrí la puerta del establecimiento y caminé hasta el mostrador. Detrás de el se encontraba una mujer morena de ojos muy oscuros.

—Buenos días—hablé con nerviosismo.

—Buenos días...espera, eres la chica.

—¿La chica?—mejor que no se estuviese refiriendo a lo que creía.

—Sí, la chica de las noticias—tragué saliva y puse los ojos en blanco.

—Así es, soy "la chica". La chica a la que dos personas enfermas torturaron mental y físicamente, a la cual le quitaron muchas cosas que no podrá recuperar. Soy la chica que se acaba de enterar que está embarazada de la persona que más odia en el planeta, y la que está aquí para terminar con ese embarazo—tal vez fue un poco injusto descargar todo lo que llevaba dentro contra la pobre mujer, pero no pude controlar mis palabras.

—Yo...lo siento—dijo mientras bajaba el rostro, aparentemente avergonzada.

—Solo dame lo que necesito, por favor.

—Disculpe señorita, pero no puedo venderle esa clase de tabletas, no si no es usted mayor de edad—malditas leyes de mierda, como las odiaba.

—Las necesito, por favor—prácticamente le estaba implorando a la mujer que me vendiera las pastillas.

—Lo siento, es ilegal...

—Déselas—una voz femenina autoritaria nos interrumpió. Me di la vuelta para ver con quien me encontraría. Era nada más y nada menos que la señora Dilorenzo, la mismísima madre de Mindy.

—Yo las compraré por ella, así no será algo ilegal—¿Por qué me estaba ayudando? Yo era la razón por la cual su hija se encontraba en la cárcel.

Observé como la cajera le otorgaba las tabletas a Evelyn y logré escuchar que costaban diez dólares, seguidamente la señora Dilorenzo le otorgó el dinero y se giró hacia donde estaba yo.

PRETTY FACE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora