Diecinueve.

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Leila estaba preocupada. Era ya media noche y su madre no llegaba aún. Se suponía que ella debió haber llegado hace seis horas, demasiado tiempo.

La había llamado más de doscientas veces sin exagerar, pero ella no respondía.

¿La habrían secuestrado?

¿La habrían inducido los aliens?

¿Yellow cuello de jirafa Diamond había estirado tanto su cuello hasta alcanzar a su madre?

Tenía tanto sueño que ni siquiera podía pensar en ideas lógicas, y lo peor era que al día siguiente tenía que madrugar para la escuela y a la primera hora era con el brusco profesor de economía.

Cuando ya estaba determinada a ir a dormir para en la mañana ir a la policía, la puerta se abrió con una Laura muy organizada.

-¿Ma... má? -preguntó para asegurarse de que no fueran alucinaciones suyas; su madre JAMÁS se organizaba de esa forma.

-¡Cariño! ¿Qué haces despierta a estas horas? ¡Pensé que estabas dormida! -admitió un tanto nerviosa.

Lo extraño aquí, era la forma en la que estaba vestida. Laura llevaba un lindo vestido entallado color negro, su cabello estaba suelto ¡y llevaba maquillaje!

-La verdadera pregunta aquí, es en dónde estabas que ni siquiera respondiste el celular ¿¡Eh!? -exigió saber, con los ojos cerrados por el sueño.

-Solo... ¿salí con unas amigas? -rió con nerviosismo.

-A mí no me engañas señorita. Aquí huele a macho -afirmó Leila olfateando a su madre.

-¿M-macho? ¿Por qué dices eso? -preguntó Laura, poniendo su bolso sobre la mesa.

-Ese es mi rostro cuando regreso de una cita con Roberto. Has salido con alguien, ¿quién es?

Laura quiso decir algo, pero las palabras no salieron de su boca. Su hija tenía razón, ella estaba saliendo con alguien, pero no podía decirle quién era.

-No te puedo decir -admitió como perro en misa.

-Ah~ -Bostezó-, no importa, de todos modos lo descubriré. Buena madrugada.

Y Leila fue a dormir, sin siquiera ponerse su pijama.

...

Leila se despertó tarde, y llegó veinte minutos tarde.

Como era de esperarse, le tuvo que rogar al celador para que la dejase entrar. Pero lo logró, luego de varios minutos.

-Lo siento, lo siento, lo siento, ¿me podría dejar entrar profe? -preguntó aunque ya sabía la respuesta, al tratarse del profesor de economía.

-Por supuesto, entra.

-Al cabo que ni siquiera me gusta su clase -dijo ya a punto de irse, pensando que el profesor no se lo había permitido.

-¿No vas a entrar, limoncito? -inquirió con una tonta sonrisa.

-¿¡Limoncito!? -gritó. Su mamá era la única que la llamaba así, y era porque de pequeña amaba comer limón y su madre siempre le tomaba fotografías con el feo rostro que ponía.

-Vamos pasa, no he llamado a lista. Puedes entrar tranquila.

Unos susurros en la parte de atrás sé hicieron oír. Era probable que fueran las seguidoras del maestro muriendo de celos.

A todo esto... ¿por qué el maestro la trataba tan bien cuando antes ni la podía ver?

Leila estaba sonrojada, tal vez su madre le había contado la historia al maestro la vez que la llamaron.

Pasó veloz y se buscó un asiento detrás de Roberto. Cuando se sentó fue el muchacho quien se animó a decir algo.

-¿Qué sucede con este señor? ¿De dónde saca tanta confianza para llamarte limoncito? -inquirió sin importarle si el maestro le miraba o no. Y se podía decir que estaba un poquito -MUY- celoso.

-I don't know, dear. Pero presiento que tiene que ver con mi madre -respondió un tanto confusa.

-Fuera la suegra o no, no tiene porque llamarte limoncito -imitó la voz del maestro.

La conversación fue cortada por el inicio de la clase.

(...)

El resto del día, Roberto estuvo muy molesto, tanto que ni siquiera le hablaba a Leila.

Y su molestia aumentó más cuando Leila fue a la cafetería y el maestro de economía le ayudó para que la atendieran, ¡ese era el trabajo de Roberto! No el de él.

-¿Qué sucede Rob? -preguntó Daniel acercándose al mencionado que se ocultaba detrás de una maceta.

-Estoy enojado. No me hables -pidió con una mueca en su rostro.

-Oh vamos, ¿es por lo de Leila y el profe Bustamante? Te aseguro que no pasa nada entre ellos. Está corriendo el rumor de que Bustamante sale con alguien; lo vieron anoche con una mujer vestida de negro. De seguro ella lo cambió y se volvió una mejor persona -Daniel se sentó junto a Roberto. Ambos se habían vuelto cercanos y hablaban de cosas triviales cuando podían.

-Pero no tiene porque llamarla limoncito, ¿acaso es demasiado llamarle solo Leila?

-Entonces ponle un apodo tú -sugirió. Una chica pasó al lado de ellos seria, era del mismo salón que él, y cuando él le sonrió como forma de saludo ella solo lo ignoró. Eso arruinó el estado de Daniel.

-Dame una idea -Rogó Roberto con los ojos brillantes.

-Soy muy malo con eso -Su semblante ahora se veía triste.

-Mmm... ¿Qué tal 'frijolito'? No, no, no. Mejor cerecita. No, suena horrible. Puede ser... ¡Argh! No sé, le diré a mi madre.

[...]

Heeey!
Volví, después de casi un mes.
Lo siento enserio, ¡perdón!
Me excusé en mi perfil, allí está la razón.

Tengo que hacerles una confesión. Iba a cagar el Roila, haciendo que Laura se enamorara del papá de Roberto, convirtiéndolos así en hermanastros. Pero luego me dije: no, yo amo a mis seguidores, no merecen tanto sufrimiento.
Y escogí al profe Bustamante porque podría ser interesante (?)

Haré una maratón de ocho capítulos mañana, y estén pendientes porque subiré un one shot Garnedot ❤

OH, casi lo olvido, ahre. Comenten en este capítulo cuál apodo le vendría mejor a Leila. Ustedes son la madre de Roberto (?)

El que más me guste será el ganador.

Ahora sí, LOS AMO A TODOS.

-BD..

Ser Fan De Steven Universe No Es Fácil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora