—¿Estás segura de esto, Leila? —preguntó Laura con diversión viendo el rostro de miedo de su hija.
—Estoy muy segura —afirmó—. Puedes empezar.
La peluquera sonrió ante la joven; habían estado media hora en la entrada decidiendo si entrar o no, y otra media decidiendo el estilo de peinado que podría quedarle mejor a la morena.
—No puedo creer que de verdad vayas a hacer esto —carcajeó Antonio desde un lado.
—¿Qué? Ya hice de Amatista hace algunos años, no tiene nada de raro que haga de Bismuto ahora —habló, aunque si estaba algo nerviosa de lo que pudiera suceder, ¿y si no quedaba bien?
—¿Si quedarán bien las trenzas? ¿Y de colores diferentes? —cuestionó Laura hacia la peluquera que ya estaba preparando los tintes.
—Sí. Su tono de piel quedará muy bien con los colores que usaré —explicó—, además me aseguraré de que incluso sin las trenzas, se pueda ver bien su cabello. No hay necesidad de preocuparse.
Mientras la peluquera comenzó con su trabajo, Leila no podía dejar de pensar, ya que su examen de ingreso a la universidad sería pronto; había decidido que estudiaría arquitectura, había mejorado muchísimo en matemáticas desde que empezó a cantar las formulas con canciones de Steven, era mucho más fácil de ese modo. Cuando habló con Roberto en la mañana, él le había dicho que planeaba estudiar una licenciatura en literatura. Ambos ya habían escogido lo que habían de hacer, pero, ¿habrían tomado en cuenta la presencia del otro en sus planes? Si algo sabía Leila, era que al menos ella ya tenía a Sugar y Roberto añadido a sus planes.
Leila miró su celular entre sus manos, mirando la foto de Roberto que tenía de fondo de pantalla, y un sentimiento que no había experimentado antes, invadió su corazón hasta lo más profundo sacudiendo su alma y sembrando un gran dolor: tenía miedo a perderlo. ¿Y si él la dejaba de querer porque ya no podían verse a diario? ¿Y si él se enamoraba de otra chica? O incluso peor, ¿y si ella se enamoraba de otro chico? ¡No quería pensar en eso! Nadie podría superar a Roberto, ¿verdad?
No se dio cuenta cuanto tiempo estuvo perdida en sus pensamientos, y ni siquiera estaba consciente de que había caminado, pero cuando estuvo de vuelta en sí misma, su cabello ya tenía múltiples colores en tonos pastel: amarillo, rosa, lila, azul y verde.
—Déjame usar la secadora —murmuró la peluquera para sí misma mientras tomaba el instrumento y al tiempo, cepillaba el cabello de Leila.
Una llamada de Roberto hizo que saltara un poco en su silla, pero contestó casi de inmediato.
—¡Leila! —La voz de Roberto la puso un poco de mejor humor.
—¡Roberto! ¡Estoy en la peluquería!
—¿Qué? ¿Otra vez?
—¿Cómo que otra vez? No he venido desde hace meses.
—¿Qué es esta vez? —La voz de Roberto sonó exasperada, y eso la hizo sentirse mal, ¿qué de malo tenía teñirse el cabello? Fue su decisión, y él debía respetarla.
—Bismuto —murmuró, aún con el pesado sentimiento en su corazón.
—¿¡Sí!? Eso es genial, ¿si te quedará bien?
—¿Lo dudas? —Empezó a juguetear con sus dedos, intentando evadir el horrible sentimiento de culpa, a pesar de no haber hecho nada, ¿por qué se sentía así? ¿Amaneció loca?
—¡No! Mándame una foto cuando salgas, ¿vale? Ahora tengo que ir a entrenar.
—Está bien.
—Te amo, Lei.
—Yo... yo también.
—Mándale mis saludos a Roberto —pidió Laura con una sonrisa. Leila se despidió de Roberto y se dejó llevar por los masajes de la peluquera que ya estaba preparando su cabello para hacer las trenzas.
—¿Sucede algo? —preguntó Antonio. Su mirada preocupada hizo sonreír a Leila.
—No, nada, estoy bien.
...
Apenas salió de la peluquería, le pidió a Laura que le tomara una foto a su cabello, y luego se la envió a Roberto. No recibió respuesta de él, el resto de la tarde.
La tarde se la pasó repasando algunos conceptos, quería ser admitida y quizás, ganarse una beca; no podía ser tan imposible.
Ya cerca al atardecer, tomó a Sugar y le puso su correa para un pequeño paseo, ya que era tan imperativo el demoniaco perro, si no se le sacaba a pasear, destruiría todas sus posesiones.
Mientras caminaba tranquilamente por el parque, escuchando After all, sintió algunos pasos detrás suyo. Temiendo por su virginidad y su vida, empezó a caminar más rápido, tan rápido que termino corriendo. Sugar corría más rápido que ella, todo emocionado.
Cuando unos brazos la envolvieron y alguien susurró a su oído: Te tengo, soltó un tremendo gritó y le dio un codazo a la persona que estaba detrás suyo. Oyó un quejido y no tuvo el valor de mirar, sino que soló corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a su casa.
Tremenda fue su sorpresa al ver a Roberto tomando café junto a su madre y Antonio.
—Casi me secuestran —exhaló mientras se tiraba al suelo, exhausta. Todos le dieron una mirada de confusión—. Alguien casi me secuestra en el parque.
Y poco sabía Leila, que tanto correr, sí había salvado su vida.
Holaaaa!
Ya volví. Aún no puedo estar muy activa, pero les traje un poco ;)
Los amo.
-BD.
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Ser Fan De Steven Universe No Es Fácil ©
FanfictionTodos creen que pertenecer a un fandom es, relativamente sencillo. Pero no es así, y Leila lo sabe a la perfección. ||Obra de autoría mía. Prohibida la copia o adaptación||