17.

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Querido diario:

Hoy he buscado a Samanta por cada rincón de la escuela y a pesar de que no la encontré las primeras horas de la mañana, sabía que ella estaba en la escuela, ya que observé el auto de su madre alejándose del estacionamiento. Mi búsqueda se vio afectada por las clases y por la constante vigilancia de Beatriz. Sin embargo, no sé si fue mi gran habilidad para escaparme o que sus gafas a no le sirven, pero no fue difícil hacer que me pierda de vista en la cafetería.

Por otro lado, he escuchado a compañeras de Samanta hablar de cómo ella estaba en el depósito del gimnasio organizando las redes y balones. La situación fue perfecta y estaba seguro de que realmente nuestro destino estaba entrelazado, porque ella estaba en el lugar indicado. Tan pronto como entre al depósito y ella volteó a mirarme, arrojó el balón que sostenía entre las manos e intentó correr hacia la salida, pero yo era mucho veloz y antes de siquiera llegar a tocar la puerta de salida, la sujeté de los brazos. Obviamente no permití que huyera a pesar de sus múltiples ordenes por que la liberara ni siquiera su patada en la ingle funcionó. No, no, no iba a permitir que se me escapara, era el momento de aclarar las cosas y su timidez no iba a interferir con mis planes.

Oh, querido amigo no logró entender por qué huye de mí, creo que es consciente de que yo JAMÁS le haría daño. Mi amor por ella es completamente apasionado y tiene que entender que siempre la cuidaré y la mantendré a salvo. Nunca le gritaré, nunca la obligaré a hacer algo que no quiere, porque soy una buena persona que esta enloquecido por ella.

Como sea, al confesarle lo que sentía ella quedó atónita. Supongo que no esperaba a que me declarara, quizás era ella quien se quería declarar primero, pero ya no podía ocultar mis sentimientos, debía confesarme con ella. Con lentitud me acerqué y planté un apasionado beso en sus labios. Una muestra de que mi amor por ella, uno que representaba que jamás iba a dejar de amarla. Correspondiendo a mi beso, ella cerró los ojos y lo disfruto tanto como yo, pero supongo que los nervios le estaban jugando en contra, ya que al abrazarla pude sentir como su cuerpo temblaba como una hoja que es soplada por el viento.

El siguiente beso no fue demasiado largo, ya que era consciente de que la profesora o alguien podría encontrarnos, pero por alguna razón saber que lo que estábamos haciendo era prohibido, el momento era tan divertido como erótico.

Sus labios eran suaves y cálidos que me obligaban a no separarme de ellos. Me hubiera gustado que sus labios no tuvieran un leve sabor a sangre, porque desgraciadamente el frio invierno causó que el labio inferior de Samanta se quiebre, pero dejando de lado ese insignificante detalle, eran los labios más sabrosos y suaves que había besado.

Oh, querido amigo... Samanta me enamora más y más.

Creo que me he enamorado. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora