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Querido diario:

A pesar de mi gran esfuerzo por mantener la calma, Samanta está obsesionada con arruinar cada ocasión en la que estamos juntos y como si fuera experta en hacerme enojar logra que pierda los estribos en cuestión de segundos. Cada vez que creó entenderla un poco más, ella complica las cosas de una manera en la que termino confundido.

Pero hoy ha cometido una gran imprudencia que por poco le cuesta la vida y por cosas por está me es difícil no pensar que tiene alguna clase de enfermedad mental. Por todos los malditos y nublados cielos, la he dejado sola aproximadamente unos veinte segundos en la ducha y se le dio por jugar a ser Harry Houdini. Y una maldita mierda, ¿Qué demonios tiene en la cabeza? ¿Cómo puede pensar en escapar por la pequeña ventana del baño?

Todo sucedió en el momento que bajé hacia la cocina a preparar nuestra comida. Como todo un idiota preparé una cena romántica repleta de platos exquisitos y al subir la hallé en pleno escape. No tuve más opción que sujetarla por el cabello y tirar con brusquedad. Obviamente la pequeña ventana estalló al recibir una patada de ella y algunos vidrios se incrustaron en nuestros cuerpos.

Los pétalos rosas, se tornaron rojos a causa de nuestra sangre y tanto la hora de la ducha y nuestra cena romántica se vio arruinada. En cuanto quité el vidrio de mi antebrazo, me acerqué hasta ella para socorrerla, fue entonces en donde alcancé a ver varios pedazos de vidrios en sus muslos. Ella comenzó a sollozar mientras suplicaba ayuda, juro que por unos instantes sentí pena, pero la ira invadió mi cuerpo, ¿por qué diablos se empeña por arruinar todos mis planes románticos? ¿Acaso le gusta oler como un perro muerto? ¿Es una de esas masoquistas que le gusta sentir dolor? Realmente comienzo a pensar que le gusta sentir dolor.

En fin, en cuanto ella dejó de sollozar le expliqué que debía mantenerse quieta o los vidrios ganarían profundidad y por primera vez en mucho tiempo, ella asintió con la cabeza obedeciendo mi orden. Con rapidez bajé las escaleras en busca del botiquín de primeros auxilios. Tan pronto lo sostuve entre mis manos, corrí nuevamente hacia ella intentado no pisar los pedazos del vidrio roto.

Mientras quitaba con extremo cuidado los pedazos de vidrio, ella no me quitó los ojos de encima. Por primera vez en nuestra relación, Samanta tenía toda su atención puesta sobre mí y debo admitir que me sentí incomodo ante su penetrante mirada. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa y en cuanto nuestras miradas se cruzaron, ella bajó la mirada.

¿Es posible que... Samanta se haya avergonzado? No quiero comenzar a dejar volar mi imaginación, pero algo así podría suceder, ¿no? No, no, no. Ella debe tener un plan en mente y quiere que descuidé mi defensa para llevar a cabo su jugada,

Como sea... Una vez que curé sus heridas, deslicé mis brazos por debajo de su espalda y muslos, fue entonces que me encaminé hasta la habitación de Samanta. Ella no tardó mucho en quedarse dormida y como siempre, me recosté a su lado.

Amo verla dormir.  

Creo que me he enamorado. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora