In love with ziggy stardust...

Look up to the stars II

El beso se tornaba cada vez más apasionado, nuestras respiraciones se aceleraban y mis manos ahora se encontraban en su cadera (cosa que a ella no parecía incomodarle). Diane parecía estar feliz, tomó mi mano y comenzamos a caminar a la orilla del río. Ninguno de los dos nos concentrábamos en el lugar donde pisábamos, así que Diane tropezó con una pequeña roca y calló de rodillas frente a mi. Me senté junto a ella para asegurarme de que nada le hubiera pasado, no entendía como es que ella seguía sonriendo.
Extendí sus piernas para poder ver si tenía algo y ella solo me miró.
-¿Que tan malo es, doctor?
-es peor de lo que creí, tendré que llevarla a cirugía- dije al ver  sus rodillas sangrando, tomé un poco de agua y la coloqué sobre sus heridas. Diane no decía nada, solo seguía mirándome y la besé rápidamente
-lo mejor es llevarte a casa, linda
-no, mis padres salieron de viaje, y no quiero estar sola ahí, prefiero estar aquí contigo, además, no salgo a ver las estrellas normalmente así que...
-esta bien, podemos quedarnos pero no caminaremos más.
Me acerqué a ella y tomé asiento a su lado, ambos mirábamos la hermosa vista que había frente a nosotros, Diane recargó su cabeza en mi hombro, la rodeé por los hombros formando un abrazo.
-algún día miraremos el cielo desde lo alto- sonreí 
-no te entiendo, David-me miró fijamente
-si, seré famoso algún día y podremos cumplir todos nuestros deseos y miraremos esto desde el lugar más alto del mundo- tomé su mano
-tal vez podríamos llegar a las estrellas David, serás mi "Starman"

-¿Hombre de las estrellas?

-si

-¿Por qué? 

- ¿Y por qué no?

-vamos, es hora de irnos- asintió y comenzó a levantarse-no, no puedes caminar, no te dejaré

-David, solo es algo superficial

-no pareció nada superficial

-mis caídas siempre se ven muy serias pero no son nada, cuando me caiga y no me quiera mover ni nada, preocúpate. pero ahorita podría hasta correr un maratón 

-que bueno que puedas correr un maratón y todo pero no te voy a dejar

-aburrido

Rodé los ojos antes de tomar a Diane en mis brazos, ella me sostenía del cuello, y me dedicaba una mirada dulce. Al llegar a su casa,  Diane insistía en que la dejara caminar, pero fue inútil, ya que me negué todas las veces, le pedí que me indicara  donde se estaba su habitación. Subimos las escaleras, cruzamos el gran corredor hasta llegar al cuarto y la coloqué delicadamente sobre su cama.
Acomodé su cabeza en una almohada e insistí en que me dejara limpiar sus heridas hasta que al final accedió. Señaló un mueble de madera, abrí el primer cajón y tomé todo lo que necesitaba. Regresé hacia dónde se encontraba, tomé algodón y agua oxigenada mientras me hincaba frente a su cama.
- ¿estás lista?- dije mirándola a los ojos
-tranquila David, no es como si fuera una herida de bala ni nada...
-Te lastimaste, eso es lo que importa- interrumpí 
-bien...
Comencé limpiar la sangre de las heridas de mi novia y ella solo mordía su labio inferior. Tomé algunas vendas y cubrí sus rodillas. Me senté en la orilla de la cama, la abracé y permanecimos así algunos segundos. La acomodé cuidadosamente y  la cubrí con sus sábanas. Me senté a un lado de ella mientras dormía y le dí un beso en la frente para despedirme. Salí del lugar, cerré su habitación al igual que la puerta principal y comencé a caminar hacia mi casa, en el trayecto solamente podía pensar en Diane.

Diane—-
Desperté en mi habitación y  David se había ido.
Me senté en la cama como de costumbre aunque el dolor se apoderó de mí al intentar levantarme y caminar. Recordé mi caída y no pude evitar reírme,  me levanté lentamente y caminé hacia el baño para poder darme una ducha y cambiar mi vendaje. Salí del baño y comencé a vendar mis rodillas de nuevo. En realidad no parecía nada serio la noche anterior pero al ver las heridas detenidamente creo que en serio me había dado el golpe de mi vida, aunque solo me reí al pensar lo tonta que me pude haber visto al caer. Tomé una pastilla para el dolor, tomé el vinilo que me había regalado David, lo reproducí y tomé asiento frente a mi ventana, observando cada persona que pasaba y decidí que mi fin de semana transcurriría tranquilo. Un ruido llamó mi atención, provenía del jardín trasero, justo debajo de mi ventana y asomé mi cabeza. David se encontraba debajo, me sonrió y comenzó a ¡¿escalar....?!
Este chico debía estar loco, pero por eso me encantaba......