Mako-chan despertó en mitad de una playa de arena blanca al atardecer. Se levantó confusa buscando a sus compañeros, cuando descubrió que al igual que en las teorías del medioevo, el mar tenia fin. En un cierto punto de la lejanía, el mar caía a la nada, dejando tras de sí una nube de vapor que tapaba el claro agujero adonde caía el mar que nunca parecía acabar de agotarse. Confundida, buscó a sus compañeros de nuevo, esta vez echando a correr por la playa, bordeando el frondoso bosque selvático que dejaba a un lado. A lo lejos, divisó a alguien echado en el suelo, alguien a quien conocía.
-¡Adrien! - gritaba ella mientras corría hacia él.
Se echó a sus lado al ver que estaba inconsciente, y le golpeó la cara para despertarlo.
-¡Despierta!
Se despertó de golpe asustado, como un animalito deconocido.
-¡Me has asustado...!
Le abrazó de repente, aliviada. El se calló y al darse cuenta de ello, le abrazó también con calidez.
-¿Y esto a que viene?
-Tu cállate y abraza... -soltó antes de despegarse de el al darse cuenta de todo. Se rubor le marcó los pómulos rojizos que ahora ardían cual llama.
-¿Dónde estamos?
Adrian se levantó y divisó el fin del mar en el horizonte.
-Creo que esto... estamos en el paraíso...
-No digas estupideces - le rechazo con la mana y empezó a andar en la misma dirección de antes.
-Estamos es el paraíso terrenal,¡No hay lugar en el mundo donde se acabe el mar y caiga en picado a la nada!
-En eso te doy la razón - cedió ella ante tal evidencia - pero ¿cómo hemos llegado aquí?
-¿Recuerdas tener un sueño muy raro antes de despertarte aquí?
-Pues la verdad es que si... -se llevó la mano a la barbilla, pensativa - ¿Qué era ese sueño?
Adrien se levantó y fijo su mirada en el infinito de tonos melocotón que les brindaba con aquel precioso atardecer.
- Los siete pecados capitales. Antes de llegar, hemos superado nuestro mayor pecado para poder alcanzar el paraíso terrenal. - buscó a superado alrededor sin éxito - creo que solo nosotros hemos superado la prueba...
Mako-chan se levantó y se colocó a su lado a admirar el mar con melancolía.
-¿Mi mayor pecado? - susurró ella por lo bajo.
El sol empezó a atravesar la línea que separaba el cielo y el no tan infinito mar a una velocidad que nadie imaginaría.
-Aquí el día entero dura ocho horas - habló Adrien, que dejaba caer un puñado de arena como un reloj - cuatro horas de luz, otras cuatro de oscuridad. Este mundo es mucho más pequeño que el nuestro.
-¿Cómo sabes tanto? A los demonios no nos cuentan tanto...
-Lo sabemos por que sí, no es algo que aprendamos. Simplemente lo sabemos de antes de nacer.
Se hizo el silencio. Un silencio incómodo que duró lo mismo que el sol tardó en posarse del todo.
-Vamos, ¡tenemos cosas que hacer!
Dicho esto la agarró por la muñeca y se la llevó playa adelante entre quejas por no dejarla ir.
-Bueno, ya te suelto...
-Por cierto, ¿tu que pecado has sufrido?
Adrien se paró de golpe. Se ruborizó tanto que Mako-chan rió por un segundo.
-Es mejor que no lo sepas...
Adrien recordó aquella incomoda situación en la que, como una prueba, había visto lo que parecía ser una Mako-chan completamente desatada ansiosa por acostarse con el hasta el punto de asustarle, huyendo así para evitar lo que pudiese intentar hacer algo blutalmente pervertido como síntoma de la lujuria.
-¿Y tu que has sufrido? - preguntó el después de recordar y callar.
-Algo raro - respondió con orgullo - soy tan perfecta que no he tenido que superar ningún pecado capital...
-Vamos, que la soberbia - respondió él.
-No es pecado si es verdad.
Ante la chulesca discusión sobre su "grandeza", un animal les interrumpió al abalanzarse sobre Makoto.
Antes de poder reaccionar ya estaba el animal sobre ella, jugueteando con ella, lamiendole como un perro. En efecto, era un perro lobo pardo.
-Qué cosa más mona... - le abrazó Mako-chan rascandole el cuello.
-Eso sólo un perro...- apreció él.
El lobo le gruñó con odio.
-¿Has visto a alguien más como nosotros?
Asintió el perro, como si pudiera entenderlos.
-¡Hay que majo! Si fueras un gato...
Le lamió de una el escote y hasta el cuello. Esto empezaba ya a ser un poco raro, pues el perro ya empezaba a lamerle demasiado. Y no precisamente por sitios normales.
-¿Nos llevas hasta ellos? - le preguntó Mako-chan al levantarse para evitar otro lametazo. El animal les guió hasta poca más allá, adentrándose en el oscuro bosque donde ya faltaba la luz del atardecer.
-¡Qué perro más obediente! -se alegró ella. Aquella fue la primera vez que Adrien sintió celos por un animal. Se planteó alguna excusa para no llevárselo con el al otro mundo.
-Te llamaré Inumaru. ¡Qué bien!
-No vamos a poder llevarnoslo, las criaturas del paraíso son sagradas y no pueden abandonar este mundo.
Alcanzaron al acabar la frase un pequeño claro donde estaban Ay-chan, Alys y Flora reunidos, sentadas en el suelo alrededor de una pequeña hogera mal hecha.
-Ya os ha costado alcanzarnos... - se quejó Ay-chan.
-Bien, estamos casi todos...- se alivió Mako-chan - ¿el resto donde están?
Malva se asomó tras un árbol asustandola :
-Ya estamos todos. Ángel, ¡empieza a hablar!
Mako-chan recapituló sobre lo ocurrido. Según malva, no faltaba nadie, pero ahí solo estaban Alys, Ay-chan, Adrien, Flora, Malva, ella y...
-¡Serás cabrón!- le grito al perro, que no tardó en volver en si al percatarse ella del engaño.
-Hermanita, no te enfades... Era una broma...
Esta vez la que empezaba a gruñir era ella. Daba un poco de miedo, pero a la vez el rubor la hacia adorable e irresistible.
Adrien acabó de explicar cuando Mako-chan creyó ver algo en la lejanía, en lo alto de las copas de los frondosos árboles.
-¿Hay algún edificio aquí? -preguntó ella, buscándolo de nuevo.
-Sí, es allí a donde debemos ir. Pero ya mañana o pasado mañana, pedepende de lo que os guste dormir...
Se acomodó en el suelo como el resto, y trataron de dormir un poco con lo que podían. Mako-chan se paró a mirar las estrellas.
Un rato después de quedar solo ella despierta, un ruido extraño la hizo incorporarse en el sitio. De pronto, el suelo a su alrededor se reblandeció y cayó quedando ella flotando con muchas hojas caídas, que fueron lo único que se mantuvieron flotando. Asustada, no sabia lo que pasaba, pero estaba paralizada. No sabía que era lo que pasaba: de pronto, sintió un fuerte dolor en el pecho que la hizo estremecerse de dolor en el lugar, retorciéndose así con la mano en el pecho. Su ropa se resquebrajó hasta desparecer y quedar completamente desnuda, cuando como por fuerza magnética las ojas brillaron con fuerza con tonos dorados y al formarse una homogénea placa en forma de rombo, se colocaron en sus hombros. La parte del pecho se ramificó hasta formar otro cuadrado que alcanzaba a taparle parte del pecho, y de mitad de los lados de abajo se unió parte de la atmósfera oscura de su alrededor, que se estilizó hasta la cintura y después, al girar, la atmósfera se desprendió a su alrededor adoptando forma de vestido, que abierto por la cadera izquierda, era ya un vestido de tela morada oscura que reflejaba la propia oscuridad, ya quedando en una nuevo mundo azul y azul y blanco mezclado de forma heterogénea donde no parecía existir nada. A sus brazos se le unió otros dos trozos de tela oscura formando des guantes altos con borde dorado con una gran y fina placa de oro rombal como la placa de los hombros. Estas placas se multiplicaron de la nada y una se ellas flotó hasta colocarse en el pelo de Makogami, y al unirse crecieron cintas negras de diferentes tonos y tamaños a juego con el vestido, al igual que el otro pedazo llegaba hasta la cadera izquierda y se soldaba con el principio de la abertura del costado. En ese momento, el mundo se tornó de un tono rojizo y empezó a caer hasta llegar al fondo de un enorme agujero, donde calló a una inmensa cama de rosas blancas cuyos pétalos saltaron al caer ella volando así por el cielo con suavidad. Ella se levantó con suavidad y elegancia de aquel lugar, cuando las rosas del suelo quedaron cristalizadas y lisas al combertirse en losas de un enorme salón de baile presidencial donde cientos de enmascarados bailaban al son de la canción que acababa de epezar. Inmersa en si propia confusión apareció Adrien vestido con traje y la invito a bailar con un elegante gesto que no se atrevió a rechazar. Bailando entre los enmascarados, bailaban ellos dos sin decir nada hasta que llegaron frente a un enorme trono, presidido por una pequeña niña que jugaba en el asiento moviéndose a son de la música cual metrónomo. Se pararon un segundo, y Adrien se acercó lentamente a ella, con los ojos cerrados hasta unir sus labios en un cálido beso que enmaravilló a todos los presentes en la sala. Duró varios profundos segundos que ante los ojos ajenos duró solo unos instantes, pero para ellos fue como si tiempo se hubiese parado en aquel momento en el cual se besaron por primera vez. Al separarse, Adrien miró a la niña que los admiraba desde su trono.
-Matala - dijo él interrumpiendo el momento - Es lo único que se interpone entre nosotros.
De la nada, Makogami extrajo un florete embellecido con rosas negras y cintas que hacían juego con el vestido. Los guardias se abalanzaron sobre ella para defender a la niña que ahora misma la miraba con odio y se reía, cuando con varios cortes envío volando a los guardias por los aires, que desaparecieron dejando tras de sí un brillo cristalino similar al de los diamantes.
Todos admiraba como ella atravesaba la barrera de los guardias con facilidad hasta alcanzar el trono, sin que nadie dijera nada. La niña se levantó y de un chasquido, un guardia decapitó a Adrien de un tajo con la espada. Envuelta en la rabia, Mako-chan de una estocada atacó a la niña, apuntado a un punto vital. Al atravesar el cuerpo de la pequeña niña de melenas castañas, el mundo a su alrededor se rompió en mil pedazos desvelando la realidad.
Una niña de cabellos castaños que vestía un vestido blanco lloraba al ser atravesada por el florete que ahora había perdido su brillo y sus rosas, al igual que Mako-chan ya no vestía de gala, ni nadie la esperaba tras ella más que el encapuchado de ojos púrpura que reía a carcajadas maquiavelicamente.
Extrajo el florete del abdomen de la niña al darse cuenta de lo ocurrido y la niña calló al suelo, tornando su vestido de un tono carmesí. Presa del pánico se abalanzó sobre ella para tratar de socorrerla, cuando perdió el brillo de sus ojos y dejó de moverse hasta abandonar la vida a la que se aferraba, en brazos de su asesina, quien lloraba desconsolada al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
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El Harem De Mako-chan
Teen FictionDesde que era pequeña, Mako-chan descubrió tener un poder que pocos más son capaces de controlar. Siendo la séptima diosa demoníaca, trata de vivir una vida tranquila como estudiante que es, aunque no siempre su vida es tan tranquila como a ella le...