Capítulo 29

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Mako-chan corría a través de la gruta cristalina con cuidado de no chocar contra las brillantes paredes que la rodeaban en línea recta. Oía la voz a lo lejos que rogaba ayuda, razón por la que no se detuvo ni un instante. Seguía por el largo pasillo hasta que alcanzó lo que parecía ser un laberinto de espejos donde se veía reflejada milee de veces a su alrededor. Esta vez, con prudencia, palpaba las paredes de los estrechos pasillos del laberinto tratando de no chocar contra su reflejo, mientras que seguía persiguiendo aquella voz que cada vez se hacía más cercana a ella. De repente, se vio encerrada en mitad de un pasillo algo más ancho, que no conducía a nada. Un callejón sin salida. Tratando de encontrar el camino palapaba las paredes sin éxito,  cuando tras dos vueltas al espejo se dio cuenta de que estaba encerrada en lo que ahora parecía ser un vestidor gigante, con espejos a todos lados. Se encontraba en mitad de la sala, cuando por primera vez, contempló su figura y su rostro. Unos pasos más adelante, se acarició suavemente la mejilla para fijarse en su lisa y suave piel de porcelana que brillaba como un candil recién encendido. Vestía un vestido blanco victoriano perfectamente decorado con cientos de complicados patrones en los dobladillos de la tela.  Seguía ella adorando a la mujer del espejo, olvidando así todo, encandilado por su propia belleza.Dio un par de vueltas, apreció su expresión e incluso posó  para si misma, gozando de su belleza. No le quedaba ya mucho tiempo.
Pero, en mitad de su sesión de auto adoración, recordó la voz que le pedía ayuda. Ya latente el recuerdo, se arrancó el vestido con la dos manos, que, hecho trizas, cayó al suelo mientras Mako escuchaba a través de la pared para tratar de oír la voz otra vez. Un ligero sonido resonó a través de uno de los espejos. "¡Ayuda!" Alcanzaba a oír ella, cuando con furia empezó a golpear el espejo con las manos desnudas, olvidando el dolor hasta romper por completo el espejo. De nuevo, estaba en la gruta cristalina,  pero esta vez, se alcanzaba a ver el fondo, donde una luz la esperaba mientras ella no dudaba en correr descalza dolorida de pies y brazos para encontrar a quien le pedía ayuda. Alcanzó un jardín enorme, en el interior de una cueva enorme, un jardín tan iluminado y tan bien decorado, que si no fuera por las paredes de roca cristalina azulada que lo encerraba, sería tan hermoso como los jardines de los palacios y castillos. Atravesó una rosaleda violeta, hasta alcanzar un pequeño bosque cito de árboles azulados, donde la corteza oscura del árbol parecía de piedra, y las ojas se asemejaban a las de vidrio hechas por los artesanos de vidrio más expertos en la creación de cristales preciosos. Caminó hasta llegar a una pequeña fuente, donde se sentó un segundo, a tratar de oír la voz que desde hace rato, había dejado de rogar ayuda.
Su reflejo en el agua la tentaba a mirar una vez más. Y otra. A la quinta ya se volvió a centrar en su búsqueda.
-¿Donde estará? - se preguntó a si misma refiriéndose a quien la llamaba.
Frente a ella, apareció una niña asustada, que nada más verla, corrió a esconderse tras ella, huyendo de algo
que todavía Mako-chan no alcanzaba a ver en aquel mundo de ensueño.
Un lobo apareció furioso ante ellas, quien se acercaba lentamente, gruñendo y chirríando los dienes para asustar.En respuesta, Mako-chan dio un impotente paso al frente, el cual hizo retroceder a la bestia, huyendo así despavorida.
-¡Gracias, Señora! - le agradecía la niña con una sonrisa.
"¿Señora?" Se preguntó Mako-chan."Creo que se nota bastante que aún ni siquiera soy mayor de edad..."
-¿Cómo te llamas?- le preguntó gracilmente reprimiendo el comentario de antes.
-¿Con que derecho cree que puede tutearme,  Señora?-resaltó esto último,fastidiandola más.
No entendía muy bien la razón del cambio de personalidad de la niña, quien antes parecía dulce u amable y ahora parecía la más molesta de las niñas ricas caprichosas y presumidas.
-Una simple persona inferior a mi no tiene derecho a tutearme, y menos alguien tan decadente como usted.
La furia de Mako-chan se vio desatada.Cuando estaba por soltarle la mayor burrada que se le cruzó por la cabeza la niña la interrumpió insolente:
-No es usted más que la tierra esparcida por el suelo que se me pega en la suela del zapato, SEÑORA.
Mako-chan, antes que dedicarle unas palabras en contra, decidió irse de allí, alejándose de la fuente.
De todas formas, no tardó mucho en volver a socorrerla en cuanto volvió a pedir ayuda. Otra vez la misma situación. Mako-chan podría haberla dejado a así suerte por su actitud, pero dudo antes de decidirlo y volvió a ayudarla. Pero esta vez el lobo no retrocedió, quien se avalanzó sobre ella, sediento de sangre y carne humana.En el combate cuerpo na cuerpo sin armas, no tenía oportunidades de sobrevivir.

El Harem De Mako-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora