Capitulo 4

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- Esta bien no te enojes conmigo, solo pienso que deberías verte con amigos, que no hayan complicaciones a modo innecesario, pero... simplemente pasas mucho tiempo sola en tu habitación leyendo.

De vuelta al dilema de todos los días. Hice una mueca y sacudí la cabeza.

- ¿Que me dices de... Ana?- Añadió Trina- ¿todavía sigues en contacto con ella? Si no recuerdo bien, ella era tu mejor amiga mucho antes de que se mudara para Virginia.

Suspiré de nuevo.

- Ya lo sé, pero también veo a Tessa...

- Cierto- asintió- pero solo hablan por Skype y necesitas salir de esa habitación, vivir tu vida y divertirte, recuerda que no vives solo para leer.

La observé muy resignada, tenía que admitir que decía la verdad pero era difícil no caer bajo desde el día en que Tessa que había mudado. Nuestra unión se expresaba en plan de "nosotras" y "ellas", por lo tanto mi círculo divisor se ha vuelto más nítido fuera de casi todos los demás, incluyendo a mis otros contactos en Minnesota.

-Tessa y tú eran muy unidas y no creo que debas distanciarte de tus otros amigos a causa de eso, no está bien.

- ¿Y que quieres que haga? - pregunté a la defensiva.

- Quiero que busques otras amigas y que socialices más, no lo tomes como un castigo si no como una lección de vida, socializar será tu clave para conocer gente nueva, ¿quien sabe? Tal vez hagas una nueva mejor amiga y te olvides de Tessa...

Levanté la mirada de mi plato para observarla fijamente con los ojos en blanco.

Inspiré hondo como si nada si me afectase.

- Si, es verdad, siempre se podrá remplazar a una amiga, tu lo has dicho- reconocí francamente- pero nunca remplazaría a una hermana ¿entiendes?.

Salté de la silla abandonando el desayuno sin detenerme para estudiar su rostro mientras murmuraba algo parecido a "Regresa". La ignoré y me dirigí hacia la puerta con mi bolso y abrigo, abriéndola de un tirón.

Mientras caminaba a una cuadra de mi casa ironizando el tema de mi madre pude recordar que había dejado las llaves del coche en la mesa de la cocina. Mis ojos se deslizaron por mis cejas mientras apretaba los puños- Maldita sea... - murmuré para mis adentros. Regresar significaría aguantar un "Ja " en parte de burla, por lo tanto mantuve la calma y arrugué la nariz. La escuela queda a unas cuantas cuadras, no es del todo lejos y pensándolo bien caminar me haría bien.

En el trayecto a unos cuantos pasos pude visualizar el rostro de la señora Stacy, estaba colocándole un lazo rosa en la cabeza a su perro de toda la vida, "el señor Cookie", un Yorkshire que medía aproximadamente diecisiete centímetros de altura.

De repente me dio un vuelco en el estómago y me detuve a varios pasos mirando hacia ambos lados desesperadamente, no había gente a mis alrededores como siempre por lo tanto me apresuré a ocultarme detrás de un carro aprovechando su distracción.  Precisamente podría pedirme que entre a su casa para ayudarla o hacerle un trabajo, recordé por ese entonces que muy pocos caminan por estas calles; la última vez que un vecino paso por aquí justamente se había topado con ella al tiempo que este le rechazó su petición de buenas maneras, por lo que termino pagando más del doble la cuenta de su casa. Trina me ha comentado que era una de las personas más tramposas que había conocido y por desgracia ella era la encargada de todo, por lo tanto había quedado como advertencia no pasar por esa zona.

Con cara de pocos amigos me fijé lentamente en el bosque mientras recordaba con cara de horror la pesadilla que había tenido, cautelosamente observé a un lado del vehículo que me resguardaba y sin embargo allí seguía, estaba hablándole a su perro por lo que pude escuchar "Venga, vamos a dar un paseo señor Cookie" "Pronto le entregaré una sorpresita que de seguro le llenará la pansa"- hizo gesto de disfrute.

De nuevo observé el solitario bosque y sin pensarlo más, entré precavidamente.

 © Las bestias inmortales (Tomo I) / #Wattys2016/ #PlumaReal2017/ #UHAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora