Capitulo 8

3.5K 373 3
                                    

- ¿si? Y ¿que pasa?- Ana cruzó los brazos muy curiosa.

Diablos, ¿porque tengo que dar explicaciones si me conoce mejor que nadie?. De seguro se satisfacía viéndome sufrir o enfadada, el punto era que cualquiera de mis estados emocionales le causaba gracia.

- Que... Tengo planes para ese día, un compromiso al que no podría faltar, tal vez iría, pero para otro momento- respondí satisfecha.

- ¿si? Mmm... Eso ya lo veremos, ¡Chicas! La hora.- exclamó.

- Catorce y veintiún minutos- exclamó otra de pelo negro.

- Perfecto, mi padre debe estar por llegar, vamos chicas- se me acercó y de una inclinación besó mi mejilla para despedirse.

- Más tarde hablamos, tal vez venga mañana por lo tanto te escribiré, y que sepas que te extrañé mucho Sis.

Escuchar eso me alegraba haciéndome saber que no era la única que sentía lo mismo.

Enseguida llegó una limusina blanca que se había estancado justo en la entrada, Ana y las dos chicas se acercaron rápidamente a ella donde estaba un hombre de traje elegante que sostenía la puerta trasera. Ana antes de subirse dedicó otro segundo para mirarme de nuevo, un pequeño ventarrón sopló justo en su rostro elevando uno de sus oscuros mechones, se los apartó con una mano y en seguida se adentró al automóvil hasta desaparecer .

Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios, me sentía mejor que nunca, ahora tenía la certeza de que realmente tenía compañía y esta vez no era por Skype si no en persona, observé el pequeño sobre por delante y por detrás- Ahora tengo un compromiso que cumplir, demonios- pensé. Suspiré de mal gusto y lo guardé en mi bolso recapitulando sus últimas palabras, "Eso ya lo veremos". De seguro notó que soy la peor mentirosa en el mundo, o mejor dicho, ya se sabía.

Regresé hacia la ruta anterior sin dejar de observar de reojo el siniestro bosque, tenía el presentimiento de que algo iba a salir de ese bosque y de seguro vendría a devorarme, no pensaba quedarme para averiguarlo como lo harían muchos espectadores en busca de fama, a veces pienso que mi vida solitaria vale mucho más que un simple descubrimiento que te costaría la vida, pero eso no significaba que el bosque dejaría de ser mi lugar favorito a excepción de la biblioteca de la escuela. Miré entre varias casas hasta fijarme en la más grande y la más apartada que era la mía, entré pacientemente en un intento por olvidar el conflicto de esta mañana.

La casa estaba silenciosa, me daba la impresión de que no había ni un alma, la cocina estaba vacía cuando ella siempre cocinaba a estas horas o calentaba el almuerzo rápido. Me dirigí hacia la sala y por consiguiente no había nadie.

- ¡Mamá!- grité pero no hubo respuesta.

Solté un suspiro y quité el gorro de mi cabeza.

Desde luego hoy me tocaría prepararme mi propio almuerzo ya que mamá no está. Cogí mi celular y luego de haber marcado su número esperé hasta que me respondió la contestadora. Apagué el celular y coloqué el bolso sobre uno de los sillones, manteniéndome desocupada. Abrí la nevera y por desgracia no había nada en lo absoluto si no una nota en mayúsculas escrita a bolígrafo rojo.

" SALI DE COMPRAS, NO TARDARE EN LLEGAR LO PROMETO Y SI ME TARDO, ME TEMO QUE TENDRAS QUE SENTARTE A ESPERAR POR UN BUEN TIEMPO HASTA QUE LLEGUE CON EL ALMUERZO, A MENOS QUE BUSQUES ENTRETENIMIENTO BARATO"

Sigo insistiendo, Trina.

Nunca se rendirá, lo tomaré por seguro. Insiste en algo que jamás pasará, por lo tanto concuerdo con que estaría del más soñar despierta, pero... ¿Era necesario colocarle el nombre a la carta?. Sabía con exactitud que era mi madre, mi padre simplemente llegaba en las noches para ocupar la cama y la cena, su trabajo no lo dejaría permanecer durante el almuerzo ni el desayuno. Algo frustrante a lo que me había servido de costumbre.

 © Las bestias inmortales (Tomo I) / #Wattys2016/ #PlumaReal2017/ #UHAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora