Capitulo 7

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- Ana, me impresionas, no has cambiado para nada- comenté sin sorpresa.

- Ja ¿y tu si?- me observó con recelo. De pronto me tensé con las ganas de abandonar el sitio, Ana nunca me había respondido con muy mal gusto y si lo hacía, de una manera significaba que ya no le importaba.

- ¡Es broma!- Gritó y comenzó a reírse al igual que sus amigas, como si hubiese sido el mejor chiste del mundo y en eso la miré confusa - Sigues siendo igual de estúpida Isis Hathor- se detuvo a observarme nuevamente de píes a cabeza clavando la mirada en mi blusa roja- y con un mal gusto para vestir - reconoció a duras penas.

Era consiente de que la ropa de mi madre no era la mejor de todas, pero sin embargo yo era de el tipo de chicas que se conformaba con tener algo que usar diariamente a pesar que no tuviese variedad como Ana.

- No puedo creer que de verdad aún sigas en la preparatoria Uddingstone, pensé que te habías retirado, de haberlo sabido te hubiese ido a ver, hay tanto que te tengo que contar pero no dispongo de mucho tiempo.

- Pero te quedarás ¿no es cierto?- pregunté de manera aleatoria.

Sus labios se endurecieron en forma lineal.

- Me gustaría, pero son horas de camino para venir a Sant Louis.

- Cierto...- reconocí decepcionada.

Realmente me hubiese gustado mucho pasar tiempo de mi infancia con Ana, pero lamentablemente sus padres decidieron establecerse en un sitio bastante apartado de Sant Louis, en Virginia.

- He venido a verte- agregó como si fuese de gran importancia. La miré algo sorprendida.

Lo que más deseaba era que mi madre no lo hubiese planificado.

Una de las chicas que era la única rubia, sacó de su costoso bolso de mano un pequeño sobre rojizo con un gran sello que marcaba la inicial en una letra y se lo tendió a la más alta que era Ana.

- Escucha, el próximo sábado habrá una fiesta organizada por Dylan Moswkeu....

-  Hay no...- accidentalmente pensé en voz alta, Ana y las dos chicas al parecer se dieron cuenta y me escucharon perfectamente porque emplearon miradas inexpresivas. Tosí de una forma exagerada y disimulada como si de repente hubiese tenido un ataque de gripe- Digo, es que recordé que había olvidado algo en mi casa... Pero no importa.

Si había algo en lo que Ana y yo nos diferenciábamos era sobre nuestros gustos. La verdad es que siempre me incomodaban las fiestas, no suelo ser del tipo de chicas que se suelta en la pista y mucho menos estando rodeada de personas descontroladas amortiguando el calor o terminando en la cama por la obra de magia de alguna bebida.

Cuando muchos suelen divertirse de ese modo los viernes en las tardes, yo suelo divertirme a mi modo jugando video juegos con mi consola, o a lo que mayormente me dedicaba, a leer un nuevo libro cada viernes y terminarlo el domingo por la noche, acompañándolo de unas deliciosas galletas oreos con un vaso de leche tibia.

- Bueno, cómo sea- intervino Ana sin darle importancia- será el próximo sábado en la mansión de Rockefeller, una de las mansiones más grandes en las que habitaba el hombre con mayor presupuesto de toda Minesotta, y como cosa rara y anormal nosotras fuimos invitadas.

- ¿Enserio?- sonreí sin ánimos- Guao, que genial.

La verdad es que no me importaba.

- Si, y como tengo una invitación de más, te invitaré a ti también- contestó.

¡¿Que?!. ¿Porque a mí?.

Alzó una mano para chasquear los dedos mientras la rubia me tendía el sobre rojizo .

- Tómalo, estás oficialmente invitada. - exclamó con los brazos cruzados. Lo sostuve no muy convencida del todo sin saber que decir.

- Eh, gracias... - agradecí entre dientes mientras sonreía con nerviosismo- pero hay un pequeño problema...

 © Las bestias inmortales (Tomo I) / #Wattys2016/ #PlumaReal2017/ #UHAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora