Epilogo

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Una vez que mi Luis estacionó el coche me bajé con toda la elegancia desde siempre al igual que Paulina, siempre conservábamos nuestra reputación al igual que nuestro estatus asegurándonos de que nadie nos note alguna diferencia. Caminamos hasta la puerta de mi amiga Isis cuando yo era la impaciente, desde luego ese era mi papel ya que la plebeya no me escribe desde hace una semana y media, justo cuando necesitaba hacer planes con cualquiera mientras Paulina visitaba a su Tia en Miami.

Toqué el timbre tres veces y en diez segundos no se escuchó ni la más mínima voz.

- Que raro... Pude jurar que su madre estaría al menos.

- Hay Ana Sofia vámonos ya, de seguro ella se marchó a otro estado quién sabe...

- ¿Sin avisarme primero? Ja, lo dudo- me volví hacia ella con una mirada reprobatoria.

- ¿Podemos ir por un Starbucks? De seguro encontraremos a varias víctimas por allá aprovechando que anochece ¿no te parece?- guiñó un ojo de manera seductora, la ignoré y volví a tocar el timbre hasta que hice lo mismo con la puerta.

- ¿Hay alguien allí? ¡Señora Trina!- llamé pero nadie me respondió. Luego de seguir dándole pequeños golpes a la puerta se abrió como si nada.

Retrocedí tan sólo un paso perpleja.

- No me lo creo...- susurré.

- No pienso entrar- añadió mi compañera en tono claro.

- Pues no lo hagas, no pensaba esperar por ti- la hice a un lado y entré a la casa que no tenía aspecto de desorden.

Todo se encontraba en un profundo silencio, como si fuera el bosque por el atardecer.

- ¡Isis! ¡Señora Trina!- llamé nuevamente pero no hubo respuesta, así que decidí irme a la habitación de Isis.

- ¿Que haces loca?.

- Entraré a la habitación de Isis, de seguro tu te quedarás esperándome ¿no es así?.

- Ni hablar, me da igual ver el cuarto de una nula- respondió sin mucho interés.

-Bien - subí las escaleras hasta llegar a su piso y sin duda la habitación estaba repleta de libros de cazadores de sombras, crepúsculo, Harry Potter y otros libros de nulos.

- Wow ni yo- contempló Paulina con algo de asombro.

- Su cama está desordenada- reconocí- se fueron hace varios días de seguro.

- Bien, caso resuelto. Busquemos su celular y un poco de comida para no desaprovecharla y nos largamos ¿bien?- propuso.

- Vale, nos queda algo de tiempo antes de que este lugar sea invadido por la policía o por las matas, que de seguro pasará con el tiempo.

- Andando- abandonamos la habitación y nos dirigimos a la cocina para tomar algunas frutas del refrigerador que se encontraba medio vacío y helado comp un congelador. Me volví hacia mi amiga que se encontraba con el celular al oído tratando de contactar a alguien mientras yo cargaba con la fruta metida en una cesta que había encontrado de adorno.

- ¿Que haces a quién llamas?- pregunté desconcertada.

- Estúpida contacto a su amiga o por lo menos a su celular y ni siquiera sale la contestadora, dice que es incorrecto, tal vez cambió de número quién sabe- miró las frutas con delicia - La mitad es mía y me salvo de hacer el mercado sano.

- Vale, menos de la mitad porque mi Tia come más que mi madre.

- Pero si tu madre está en Virginia - recordó.

- No importa, yo las tomé primero y la otra mitad me las llevaré a Virginia, punto y final- aclaré. Volví hacia el refrigerador para ver que más podría tomar pero por desgracia no había variedad y ya comenzaba a tener un olor Mohoso.

Revisé la mesa de la cocina por casualidad y lo primero que vi fue una diminuta libreta que estaba abierta junto a un bolígrafo, la tomé por curiosidad y comencé a ojearla leyendo algunos datos sobre un tal Will. Puse cara de confusión a medida que seguía leyendo, al parecer se trataba sobre un niño ya que en los esencial decía que el pequeño tiene siete años y algo sobre el bosque de la luna.

- ¿Que es esto?- pregunté extrañada. Tomé la libreta y la guardé en mi bolsita de mano forever 21.

- Vamos cariño tengo hambre - reprendió Paulina.

- Te sigo - añadí y la seguí hasta el auto.

Una vez que llegamos a una parada Starbucks Paulina corrió a toda prisa en búsqueda de un baño mientras yo no paraba de ojear la libreta. Isis me estaba ocultando algo, de seguro era pedofilia- me estremecí de tan sólo pensarlo- a menos que... Sea igual a Michael Jackson. Con razón esa niña era tan callada, de seguro mantenía a un niño encerrado en su habitación mientras pasaba el tiempo conmigo. Que horror y abominación de persona, desde luego más puta que yo...

Un ruido me desvió de mis pensamientos, era un sonido muy parecido al de un arañazo y un gruñido. Miré perpleja hacia un lado del estacionamiento para asegurarme de que fuera tan solo una ardilla violenta o un murciélago furioso. Unos resplandecientes ojos me observaban desde lo más lejano sin llegar a reconocer su figura, tal vez era una linterna quién sabe, pero aún así no me confiaba del todo sin lograr descifrar.

- Hola... - dije en un hilo de voz pero sin duda llegó a escucharse un poco mi eco.

- Ya estoy harta- susurré, caminé a paso veloz hacia aquella diminuta luz esperando descifrar que era, necesitaba saber que estaba en lo correcto y que no era a causa de películas de terror toda mi fantasía, porque desde luego sabía que no le temía a nada.

- Estoy aquí ya puedes salir, no tengo miedo hombre- alcé la voz, de otro gruñido comenzó a correr hacia donde me encontraba a grandes saltos, apenas se reflejó más de cerca me paralicé al sentir la sangre recorrer por toda mi cabeza y mi corazón latiendo de manera descontrolada. Solamente había una respuesta y un nombre para ese ser y era un... Lobo.

La criatura de un gran salto de León abrió su gran hocico de manera exagerada y atravesó mi cabeza, clavando sus afilados dientes por cada zona, comenzó a mordisquearla poco a poco sintiendo como la iba desprendiendo de mi cuello. Poco después la soltó y con sus patas me tiró al suelo con todas sus fuerzas de manera violenta para acabar conmigo.

- Como puede haber un lobo por aquí... - intenté razonar en mi último tiempo de vida.

Mi cabeza dolía de manera imparable sintiendo como podría llegar a explotar en cualquier momento.

Mis ojos se clavaron en un llamativo collar que llevaba al cuello, tenía una placa algo pequeña que decía Tessa. ¿Quién podría tener una mascota de lobo cuando no habían casi en la ciudad?. Apoyé la cabeza sobre la tierra sintiendo como la sangre corría lentamente por cada zona de mi cuerpo, lo que más necesitaba era que terminara con esto viéndole el lado bueno de no seguir estudiando.

- Mátame y ya...- susurré. El lobo de manera incrédula se convirtió en una chica justo ante mis ojos. La chica era algo conocida para mí; su cabello era corto y castaño, era blanca tal como la leche y su cuerpo se mostraba algo ancho a pesar de que era lo suficientemente delgada. Yo conocía a esa chica, ella era casi hermana de Isis...

- ¿Porque habría de complacerte? Nunca has valorado a mi amiga como tal durante todos estos años y por eso te ofreceré una muerte lenta aunque no la desees, aprovechando que puedo- se mostraba satisfecha y reluciente.

- Te descubrirán tarde o temprano...- dije en un intento por hablar.

- Que así sea- Nuevamente volvió a transformarse en lobo y para terminar clavó sus afilados dientes directo a mi estomago y mi punto de vida que vendría siendo mi corazón.

 © Las bestias inmortales (Tomo I) / #Wattys2016/ #PlumaReal2017/ #UHAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora