Tengo una cita

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  (͡° ͜ʖ ͡°) 



  —¡Murphy Reedus, ven aquí!

  ¿Alguna vez hicieron algo tan malo que saben que su desenlace no tendrá un final feliz?

  Bien, entonces estamos en la misma patética, inaccesible y precaria situación.

  Desearía que esos gritos fuesen de mi papá despertándome para ir al colegio. Ya saben, como a los inicios de todas esas novelas juveniles donde la protagonista despierta escuchando el despertador y por arte de magia lo lanzan contra la pared. ¡Oh, claro! Siempre terminan destruyéndolo como si tuviesen una fuerza descomunal. O simplemente, cuando se despierta debido a un ser querido que va diciendo: «faltan dos centésimas de segundos para entrar al colegio». Luego, el famoso personaje protagonista se va corriendo a toda velocidad por los pasillos y choca con quien será la persona que tendrá una ardiente historia romántica, llena de humor y drama.

  Pero no.

  Esos gritos no son provenientes de un despertador parlanchín o algún familiar, son de mi hilarante, comprensiva, tolerante, el ser humano lleno de amor hacia sus empleados que trabajan arduamente en una cafetería ubicada en el centro de la ciudad. Ese ser que después de una larga y agotadora jornada de trabajo agradece tu esfuerzo. La que sonríe con cariño a sus clientes, pero al girarse en como un demonio que quiere matarlos a todos. Esa es mi querida jefa, Penny. O como yo suelo apodarle: La mano derecha de Lucifer.

 —¿Diga, jefecita?

 Lo sé, jefecita es demasiado, pero suele calmarle su humor de perro en ocasiones.

 A principio del año pasado, cuando empecé a trabajar aquí, ella actuaba como la resurrección de la Madre Teresa, con el tiempo su personalidad se fue dilatando hasta convertirla en un dragón escupiendo fuego. Mis amigas y compañeras de trabajo, Dell y Thiare, dicen que es la famosa menopausia. Yo digo que es falta de diversión. (Y no, no me refiero a sexo, querido humano con mente de alcantarilla. Me refiero a que le falta leer más.)

 —¿Estabas leyendo de nuevo a escondidas? Murphy, sabes que lo odio. Odio todo lo que tiene comienzo, desarrollo y desenlace.

 Para ser una mujer que odia los libros sabe muy bien las secuencias de ellos. Eso se resume en que odia la vida, básicamente. Por qué será ya me esperaba eso...

 —No, estaba colocándome el uniforme. El otro lo manché.

 Mentira, estaba leyendo en los vestidores. ¡Sabes que a Plutón no le gustan las mentiras!

 Calla, conciencia mía. Solo en una pequeña mentira para salvar nuestro paliducho trasero. Y Plutón es un personaje literario de mi saga favorita, no lo metas aquí.

 Con ojos que dictan la sentencia de muerte de algún preso que en realidad no cometió delito alguno, la jefa examina mi rostro buscando así delatar mi mentira. Confesaré algo que sonará bastante... raro viniendo de una chica que no tiene cosas lindas que decirle a su jefa, pero apostaría la saga de libros que quieran a que Penny Oldman, la mujer de hierro, la jefa de la cafetería, la dictadora indoblegable, era un imán de admiradores en su tiempo.

 Para haber nacido en el siglo Antes de Cristo es bastante presentable. De tez blanca, unos ojos profundos y azules, el cabello corto y rubio, una nariz puntiaguda que forma un perfil envidiable. Hasta se viste bien. ¿Qué está mal con ella? Pues nada, solo su humor.

 —Bien —dice finalmente después de su escepticismo hacia mi mentira—, ve a trabajar.

 Música gloriosa de fondo, maestro. Hoy no he recibido ninguna amenaza sobre rebajarme el sueldo.

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora