En tierra hostil - Parte 1

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Agarro mi vestido como si agarrase la poca decencia que la vida me ha dejado después del robo, literalmente. Coloco mis manos sobre sus hombros y en tanto él se levanta pongo mis piernas a los lados.

Me he convertido en una mochila humana.

—Permiso. —Spencer lleva sus manos bajo mis muslos para sostener mis piernas. Puedo ver sus orejas tornarse rojas junto con sus mejillas.

—¿Qué haces en un sitio como este? —Inclino mi cabeza hacia un lado para ver su perfil. Tengo la mala costumbre de observar a las personas cuando hago preguntas.

—Hay un sujeto al que le encargo piezas, cables eléctricos y esas cosas. —Carraspea y guarda silencio unos segundos. Su paso es más lento que el de una tortuga, lo que me hace preguntar si tal vez me he pasado estos días en comer pizza como si no hubiese mañana. Pobre, además de mala suerte con Jollie, quedará con la columna vertebral desviada—. ¿Y tú?

Resoplo moviendo mis labios como un caballo molesto.

—Tenía una cita y el idiota me robó. Eso me pasa por andar saliendo con chico que apenas conozco... Pero no entiendo, el sujeto no se veía como un ladrón, ¡hasta tenía un súper auto!

—Los ricos también roban. La tía de un amigo es de dinero, pero bien que se roba las prendas en las grandes tiendas. Supongo que todos tenemos ese algo que no nos hace perfectos.

Tiene razón, aunque Spencer parece ser el chico perfecto, tierno, amable y honesto, he de suponer que también tiene un lado malvado que no se refiere a su físico. Bien, dejaré de molestarlo con su físico. Son bromas, ¿okey? Incluso huele bien. Podría ser un candidato perfecto, pero él gusta de Jollie, en terreno ajeno yo no me meto. Espero que Jollie se dé cuenta que, si continúa rechazando a alguien amable como Spencer, lo perderá para siempre. Ya saben, suele pasa eso de te gusto-te ignoro y luego me gustas-me ignoras.

Es el karma, amores.

—Gracias, Spencer, te compensaré por esto.

—Tomé tu consejo anterior y le envié un canasto con jabones a Jollie, ¿sa-sabes si le gustaron?

Pensaba devolvértelos.

—Oh, sí. Le encantaron tanto que los usa todos los santos días.

Soy una buena persona, tener que mentir para no romper corazones como lo acabo de hacer es la prueba de ello; por eso no logro entender de qué va mi mala suerte. Quizás mucha junta con Michi está afectándome o su mala suerte es contagiosa. Tal vez he hecho algo tan malo inconscientemente que se me está devolviendo. Uhm... Lo dudo. De hecho, soy tan buena gente que el regalo que Spencer le envió a Jollie lo terminé usando yo. Los jabones tienen un aroma alucinante, también hacen mucha espuma. Los empecé a usar cuando el jabón líquido se acabó y tuve que salir de la ducha corriendo por la casa al puro estilo de Usain Bolt a buscar el canasto. Saqué un jabón rosa y volví al baño provocando que Chloe y Amira gritaran de espanto cuando de casualidad mi toalla resbaló.

Al bajar del bus, Spencer se agacha para que suba otra vez a su espalda, pero en vista de estar ya lo suficientemente cerca de su departamento reniego su amable gesto. Ya dentro del ascensor, con los pies descalzos y el apolillado vestido de la abuela, comienzo a arrepentirme el no irme a casa. Esto me trae malos recuerdos, a decir verdad, y no tengo que olvidar quién vive en la habitación frente a la de Spencer.

—No te preocupes por los chicos —alienta Spencer observándome a través de la pared del espejo del ascensor—, suelen salir de fiesta los viernes.

—Es bueno saberlo. Una chica en un departamento lleno de hombres me suena al típico corto pornográfico.

Mi sincero comentario parece espantarlo, un ataque de tos es toda la respuesta a mi comentario. Al abrirse las puertas del ascensor él es el primero en salir y dirigirse al departamento. Es pasillo ya se me hace conocido, aunque poco recuerdo de la puerta principal. La sala de estar es un desastre: huele a yerba con un sutil y apestoso olor a calcetines que no han lavado en meses.

—¿Quieres tomar algo?

—No gracias, no quiero morir de hepatitis.

Spencer se echa a reír, a continuación, se adentra a su habitación. Dudo mucho que encuentre zapatos que calcen con mis diminutos pies según veo. Me conformo con unos calcetines para no lastimarme los pies o unas sandalias.

Busco un sitio en el maltratado sofá frente a la televisión y me siento a la espera del enamorado de mi hermana, no obstante, mis inquietos pies son la señal indicada para decirme que mi vejiga necesita descargar toda la ansiedad de la tarde.

Con las piernas juntas y caminando como lo haría un pingüino, camino hasta la habitación de Spencer y abro la puerta.

—¿Dónde está el baño? —Spencer está agachado al pie de su closet.

—Al final del pasillo.

Junto la puerta y miro la puerta blanca que yace en el oscuro pasillo. Está llena de calcomanías y alguno que otro grafiti. Frunzo la nariz cuando la idea de hacerme pis encima parece mejor que tener que hacer en un baño del departamento más sucio de la vida.

Al abrir la puerta un olor putrefacto en lo primero que me da la bienvenida al trono. Siento miedo ver a los millones de gérmenes gritando en la taza del baño y animándome a poner mis dos cachetes sobre ésta. Hago una mueca de asco y busco papel higiénico para luego ponerme en tal posición que mi cuerpo no toque ninguna parte del baño.

Definitivamente debí volver a mi casa a pies descalzos.

Te lo dije, pero nunca me haces caso.

Salgo del baño luego de lavarme las manos con un jabón que parece tener más infecciones que el mismísimo baño. Desde el pasillo escucho la puerta principal abrirse y luego, la risilla tan reconocible que solemos hacer cuando alguien nos está coqueteando. Sí, sin ver podría jurar que hasta jugueteando con su cabello. Antes de dar otro paso, los sonoros besuqueos me detienen. No tengo intenciones de arruinar su momento, así que me apronto en entrar a la habitación de Spencer y cerrar de golpe la puerta.

—Acaba de llegar alguien y creo que pasará un buen rato...

Siento el peso de mi torpeza caerme de lleno sobre la cabeza. Spencer no está en ningún lugar, no está su escritorio, su computador de antaño, su closet, su cama bien estirada. No, esta habitación no es la de Spencer y parece muy lejana a serla.

Es la habitación de Jax.

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Perdón que no haya subido antes, me cortaron la luz, tuve que resubir RTR, salí al destista y ando con un dolor de panza que ni les cuento... (te odio andrés ¬¬) xD Lo que sí les contaré es que hay muchos candidatos para Spencer y sho... no sé, como que no me decido. Quizá deje unos tres candidatos para que decidan uds. 7u7

  ¿Qué pasará en el siguiente capítulo :O? LÉALO EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO... DUH 

¿Han ido a baños y están asquerosos? Pos no conocen el de mi casa AJAJAJAKSKAJA Es broma, ¡mami no me golpees!

Tengo hambre, chaus <tres

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora