La ley de Murphy

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#HoyEsViernesYMiCuerpoLoSabe

#ViernesDeCTR

#LeanLaNotaDelFinal


—¿Y usted?

Un sutil movimiento con la cabeza es la respuesta más agradable que puedo darle a la mesera que se ha acercado a la mesa. Puedo sentir la mirada de Margary sobre mí, examinándome, y Dios sabrá pensando qué cosas.

Luego de toparme con ella en plena calle tras de sufrir la peor indignación que alguien como yo puede pasar, llegó este encuentro fortuito para demostrarme que estaba total e irrevocablemente equivocada. La peor indignación que puedo pasar es esta: estar sentada en una misma mesa que Margary.

—Entonces... —Posa sus manos sobre la mesa sonriendo. La pausa que ha hecho después de hablar me es más que incómoda, rogando dentro de mi interior el poder hacerme invisible para no tener que pasar por esta propuesta de la que no me pude negar, aunque bien lo quise—. ¿Cómo estás?

—Eh... ¿Bien?

Ojalá alguien pudiese rescatarme de esta situación. No sé, tal vez una llamada, un mensaje... o algo por el estilo.

¿Nadie? Está bien.

—¿Te ha ido bien en la universidad? —Respondo asintiendo con la cabeza en tanto juego a doblar una de las servilletas que saqué del centro de la mesa. Por voluntad propia seré una mujer muda hasta que este encuentro acabe— ¿A Gregory le está yendo bien en el trabajo?

Asiento otra vez.

Reencontrarme de casualidad por la calle con mi madre biológica es como si fuese un ex que me puso los cuernos multiplicado por mil. No sé si debería llamarla mamá pues soy una fiel creyente que una madre no solo es la que te tuvo dentro del vientre por nueve meses, sino la que te crio y estuvo contigo durante los años siguientes. Margary nunca estuvo allí para mí, sino que es una completa desconocida. Tampoco sé si debería tutearla o tratarla con honoríficos. Todo es tan extraño y frustrante.

—¿El de antes es tu novio?

—Jax es...

Momento, Murph, usa la parte funcional de tu cerebro.

Carraspeo, acomodando mi trasero en la silla. Por un milisegundo me atrevo a mirarla y vuelvo a clavar mis ojos sobre la servilleta que arrugué al escuchar su insípida pregunta, muy oportunista además.

—Jax es mi novio, sí. Y acabo de pelearme con él, quizás sea mejor que arregle las cosas con él antes de que cometa algo estúpido. Es alguien muy impulsivo, sobre todo cuando está molesto. Gracias por la invitación que no rechacé por cortesía, pero creo que deberíamos dejarlo para otra ocasión (que espero no llegue jamás).

Tomo mi bolso y emprendo mi camino hacia la puerta de la cafetería pasando junto a la mesera que nos atendió hace unos minutos hecha una bala.

He tenido días malos y este.

Sí, este supera a todos los demás por mucho.

Mi historia con Margary es mala desde el comienzo. Papá y ella se conocieron una noche en un bar, conversaron y bebieron como es costumbre en esos lugares, se pasaron de copas y se aventuraron a conocerse de forma más íntima en una barata habitación de hotel. Nueve meses después, una bebita llorona y calva nació. Margary no la quería. Ella no la quiso nunca, pero los ruegos de papá suplicando que la tuviese fueron tantos, que decidió tenerla a cambio de una suma de dinero, algo así como un vientre comprado. La bebita llorona, ahora con algo más de cabello, se crio hasta los cinco años con una madre que no pasaba en casa, que prefería beber alcohol que ayudar con las tareas y que se divertía viendo TV basura. Ya a los seis años la niña llorona se fue a vivir con su padre donde finalmente encontró a unas personas que no la trataban como una piedra en el zapato, sino como una más de ellos. Y aunque su único vínculo era su padre, nadie nunca la juzgó.

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora