Confesiones y encuentros cercanos - Parte 3

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#MadreMíaWilly

#JuanaNoSeResisteHastaLosViernes

#NoHayCapElViernesMeVoyDeParranda


—Debes estar bromeando... ¿Con qué lo amenazaste para que te escribiera ésto?

Me acomodo el bóxer antes de volver a la cama.

Hace un frío el demonio hoy y la Suicida es como una reja en invierno, plana y fría, no me calienta ni la cama. Por Tarantino, ¿por qué entre todas las mujeres que conozco ella tenía que venir? Unos besos ardientes no me vendrían mal pero mis insinuaciones hacia su persona no sirven. 

Ella es la Dama de Hierro. Claro, sólo conmigo...

Por ahora.

—No lo amenacé, Suicida. Mika y somos amigos de años. —Sus ojos se agrandan con sorpresa. Abre sus labios como si quisiera hacer uno más de sus reproches, pero no lo hace. Está muda, incluso se ve menos fea así—. ¿Entonces? ¿Qué me darás por él?

Que no sea otro puñetazo o acabaré sin nariz.

Vuelve a abrir sus labios observando mi rostro de una forma singular. Podría jurar que nunca la vi mirarme así desde que tuvimos sexo en esta misma cama. La Chica Suicida no parece ser el tipo de persona que duda de sus palabras, sino que responde siempre directa. Supongo que encontré su punto débil, así como lo hice aquella vez en el bar...

—Quiero ese trago extraño con sabor a mango.

Le di un trago a mi cerveza y miré a la pelirroja con voz cargada y gangosa que acaparó la barra a mi lado. Extendía su vaso hacia el barman mientras todo su cuerpo estaba sobre la barra. Creí que era otra loca de la mesa 23, el grupo de universitarias despechadas que juraron no estar con más hombres; pero me sorprendí al ver que era la Suicida con un evidente estado de borrachera. No me extrañó verla en así después de su intento de suicidio, ahogar penas en el bar no era poco visto, de hecho todos las jodidas despechadas lo hacían allí, lo que me hacía más fácil encontrar a alguien para alimentar a La Bestia.

—¡Argh...! ¡No puede ser! ¡Lo que faltaba! Encontrarme con el unineuronal.

Se sentó en el banquillo libre junto al mío y recibió el trago, el cual bebió hasta la mitad. Arrugó el ceño y sacó su lengua como si masticara un limón.

—Sé que estabas ansiosa por verme, Suicida, no lo niegues.

Bufó moviendo sus labios y blanqueó los ojos cuando acomodó su cabello hacia atrás. Aproveché la vista para degustar con complacencia su físico, desmotivándome de lo mal vestida que andaba y de sus planos pechos. 

No sé si lo sabrá, pero existen los sostenes con relleno. Pobre.

—De todos mis enemigos y personas que odio en este momento tú eres la segunda persona que no deseaba encontrarme, Tenorio.

Reí y le di un sorbo a la cerveza. Ella aprovechó de beber el resto de su trago y eructó cubriéndose la boca intentado disimularlo. Comenzaba a sentir pena de su estado, después de todo soy mucho más compasivo que ella.

O eso parece.

—¿A quién quieres ver entonces, Suicida?

Me miró a los ojos uno momento e intentó hablar.

—Si te digo te reirás de mí... y eso es lo último que estoy deseando.

Bajó la cabeza apenada. Los efectos del alcohol son impresionantes, ¿quién diría que podría verla en un estado tan deprimente? En serio me estaba compadeciendo de ella.

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora