Nada pasó

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#MaratónCTR

#DíaDos

#ViernesDeCTR

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Golpeo la puerta blanca que yace en frente. El momento decisivo para contarle a Los Locos Adams por qué estoy en casa tan temprano —y probablemente, por qué compraré el periódico más seguido desde ahora— ha llegado. Me siento como un hombre el cual llega donde su familia con la mala noticia, cargando las preocupaciones venideras. Si bien yo no soy quien mantiene a los Reedus, siempre quise aportar un granito de arena. El dinero no solo me servía para deleitarme con libros, sino también para ayudar a nuestra numerosa familia como pago por tenerme con ellos sin juzgar que sea solo mitad loca.

Siento los pasos de Jeffrey, Jessy y Jensen desde el interior. El último de los trillizos se asoma por la ventana y me saluda meneado sus manitos con entusiasmo, los otros parecen tener una riña sobre quién abre.

Es Amira quien les grita y los dos se echan a llorar.

La puerta se abre y en un pestañear me encuentro dentro de la casa.

—Hola, Tercera —saluda cerrando la puerta.

—Hola.

Ups, creo que he sido sospechosamente cortante.

—Iré a bañarme.

Subo las escaleras como apaleada por una multitud furiosa. Dejo mis cosas sobre la cama, busco una toalla en el último cajón del closet y salgo de la habitación. Ya después de unos minutos en la bañera me dirijo de regreso a mi habitación. Las cortinas están abiertas dejándome entrever hacia la casa continua, justo a la ventana de Tony. Respiro hondo apartando cada uno de mis pensamientos y cierro las cortinas para comenzar a vestirme.

—Tercera, ¿estás ahí?

Papá golpea la puerta. El momento de la verdad llegó.

—Ah, sí, termino de vestirme.

Me pongo el pijama a la velocidad de la luz y escondo las bolsas con las pruebas de embarazo dentro de un cajón en el closet. Antes de abrir la puerta, me miro al espejo e intento controlar mi nerviosismo. Ya lista, le abro la puerta a papá, quien se asoma y luego entra. Mira mi habitación como si buscase algo y luego sus ojos recaen en mí.

—Creí que estarías trabajando. Maya dijo que pasarías directo de su casa para allá. —Repentinamente siento un nudo en la garganta y mi pecho agitarse. Sube y baja con rapidez, lo que provoca que la respiración se me haga más sonora. Mis ojos pican y son vidriosos. Papá alza sus cejas con sorpresa y se apronta a estrecharme entre sus brazos con un «Oh» compasivo que me destroza el alma—. ¿Qué pasó, pequeña?

Muerdo mi labio inferior para no llorar y carraspeo.

—He tenido un día horrible. Me despidieron de la cafetería.

—Bah, tu jefa esa no sabe lo que se pierde. Tranquila, todos nosotros nos ocuparemos de buscarte un nuevo empleo a tiempo parcial, ya verás.

Cierro mis ojos sintiendo su abrazo con más fuerza, reconfortándome completamente. Esbozo una sonrisa y abro los ojos descubriendo a los demás Reedus asomados por el umbral de la puerta viéndonos con expresiones curiosas.

Este día ya pasará.



«Se miraron a los ojos embriagándose en la inmensidad que estos les brindaban y recitaron las palabras que sellarían su amor por el resto de la eternidad...»

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora