Capítulo III

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Los labios inexpertos de Julianne se habían quedado petrificados.

—Perdoname Julianne — se separó la joven arrepentida de su acción.

Julianne sonrió —Ama, vuelva hacerlo; cuantas veces quiera, soy suya — deseaba exigir de nuevo un beso, y ahora esas palabras se habían escapado de su boca.

Los ojos café observaron a los miel, acercándose sigilosamente; tomándola por la barbilla y la atacó; besándola ferozmente y con una necesidad que crecía desde lo más profundo.

La morena nerviosamente atrapó el labio inferior de su ama, sin saber cómo ni por dónde empezar. Las manos de la señorita Selena recorrían la espalda de Julianne y las manos temerosas de Julianne permanecían abajo apretadas en un puño, soportando así las ganas de recorrer la cintura de su ama.

—Tocame — susurro aun con los ojos cerrados — pero si lo haces porque eres mi esclava vete y no regreses — abrió los ojos viéndola suplicante.

El corazón de la morena bombardeaba a mil por hora, su cuerpo temblaba y sus ojos se movían de un lado a otro, sintiéndose molesta por no poder articular ninguna palabra. Sin preámbulos posó sus manos en la cintura y vio a su ama esperando su aprobación, la joven la vio sonriente.

—¡Oh Julianne! — exclamó y volvió a unir sus labios con su morena esclava.

La morena no tardó mucho en acostumbrarse a los labios dulces y carmesí de su ama, ahora su beso era exigente y necesitado. La ropa empezaba a estorbar,en sus vientre florecía una necesidad nueva, una necesidad que la exigían la una a la otra.

—Tomame — susurró con voz ronca su ama.

—Ama — susurró con voz aguda.

—No me trates así, dime Selena, dime como quieras menos así — habló con voz excitada y volvió a fundir sus labios con la morena.

Las cortinas de la cama habían caído y sus cuerpos desnudos se completaban, besándose y tocándose sin medir el tiempo, saboreando sus salivas y sus labios carnosos e hinchados.

—La amo — ronroneo Julianne lamiendo el cuello de su ama.

La joven echó su cabeza hacia atrás por insisto y excitación, abrió su boca levemente y empezaba a pulsar todo su cuerpo necesitando atención cada partícula de su ser.

La morena se arrodilló en la suave cama y por primera vez atacó los labios de su ama y con sus manos exploró los firmes y blancos senos de su ama, masajeandolos, gimió mientras la besaba, estaba completamente extasiada y la lujuria dominaba su cuerpo.

Ambas rozaban su cuerpo arrodilladas en la cama, abrazándose la una a la otra.

La joven lanzó a la morena hacia la cama, su cuerpo lo exigía. Besó cada centímetro y por fin beso esos dos cerros como ella los había nombrado; cerrando los ojos cuando su boca cubrió el pezón.

La morena abrió la boca arqueando su espalda, nunca había tenido un contacto íntimo con nadie, nunca, jamás. Las manos blancas, largas y delgadas bajaron hasta los pliegues de la morena exigiéndolos y apoderándose de ellos sin permiso alguno y arrebatándole la pureza y llevándosela para ella.

—¡Oh ama! — gimió sintiéndose completa y feliz, moviendo sus caderas al ritmo de las embestidas — ¡Oh Dios! — apretó sus labios.

La joven se mordió los labios contemplando la escena, los senos de su joven esclava moviéndose en un vaivén al ritmo de sus embestidas y las expresiones faciales de cada vez que la tomaba. Llevándola al orgasmo, la morena apretó las sábanas y cerró sus ojos sintiendo como espasmos recorrían su cuerpo y lo sacudían, sintiéndose cansada.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora