Capítulo II

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—¡Podría escribirte las poesías y las mejores canciones del mundo mi amada! — exclamó acostada leyendo un libro.

Julianne la miro atenta, memorizando cada sonido y cada vez que la lengua se deslizaba por los labios carmesí de su ama.

—¡No podría dejarte!, eres la mujer que más he amado, la fruta prohibida — volvió a leer, saboreando las frases que decía.

Las manos de la morena se deslizaron hacia la tetera y vacío un tercio en aquella taza detallada delicada.

—Su té ama — la joven lo tomó negando con la cabeza.

—Gracias Julianne, pero ya te he dicho un sin fin de veces que me trates como si fuera tu amiga — reclamó tomando un sorbo del té de hierbas.

—Le responderé de la misma forma, me es imposible ama.

—Toma — le entrego la taza de porcelana — toma un sorbo.

Julianne asentó y bebió; donde anteriormente habían estado los labios de su ama, sintiendo que así que se habían besado.

—Grandioso — sonrió.

Selena asentó sonriendo— Te lo mereces — recorrió con la mirada todo el cuerpo de su esclava hasta llegar a esas dos montañas que ella quería explorar, unos minuciosos segundos para que su esclava no sospechara.

—Creo que esta cansada ama — aparto las sabanas de seda para que su amada ama se escondiera en ellas —venga — le sonrió.

La joven se mordió el labio, deseaba pedirle que se quedase y la que besara para saber qué; ese sentimiento nuevo no era más que una locura y que regresara así la cordura perdida.

—Gracias por todo lo que has hecho el día de hoy por mí — dijo besando la mejilla de la morena.

Julianne solo acarició la mejilla donde anteriormente había estado los labios de Selena.

—Gracias a usted ama, por tratarme de esta forma.

Y eran palabras sinceras, llena de amor y lealtad.

—¡Oh Julianne! — exclamó — no tienes nada que agradecer, puedes ir a dormir — se giró y se cubrió el cuerpo con las sábanas.

—Buenas noches ama.

—Buenas noches Julianne.

Salió la morena pero sin percatarse que su joven ama la estaba observando.

«¡Oh vamos Selena!, no puedes, es tu mejor amiga» se recriminó.

Mientras Julianne bajaba los escalones observó a la misma pareja de morenos tomados de la mano y dirigiéndose a la puerta trasera. Negó no iría a verlos ya que siempre que los miraba en sus sueños los gobernaba una mujer blanca con una sonrisa hermosa, despertaba agitada y debía echarse agua fría al rostro.

«Desearía ser él » se lamentó.

Mientras su joven ama dormía en una enorme alcoba, ella estaba condenada a dormir en el establo con caballos, vacas y gallinas.

Observó con lamento su “cama”. Hecha de heno y unas viejas sábanas, se acostó no podía quejarse el heno era cómodo y aquella sábana de abajo era acolchonada y la arriba caliente para poder soportar el invierno frío. Un umbral iluminaba su “alcoba”. Tenía una vista hermosa y era lo que necesitaba.

Se quitó su ropa y se dispuso a dormir, sabiendo que debía de despertar antes que el gallo cantara anunciando que era la mañana.

La joven se removía en su fina cama, soñando que la desposaban y no era su prometido y menos aquel hombre fornido sí no su amiga.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora