Capítulo XXIII

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Las manos le sudaban, y jadeos se escapaban de sus labios, se despertó de forma brusca y se sentó en la cama; observó alrededor y apretó las sábanas hacia su cuerpo.

—Solo un sueño — masculló aun sin estar segura y limpió su frente con el borde de sus manos.

Había un silencio profundo, y el que más le pesaba era su propio silencio, sus propios deseos de escapar de la realidad. Se bajó de la cama y salió de su alcoba, ni siquiera sabía dónde iba pero deseaba escapar de esas cuatro paredes; bajó hacia la cocina a paso lento y tratando de parecer desapercibida, al llegar se sirvió un vaso de agua en la oscuridad, la única luz que se colaba era una del techo, una luz tenue.

—Dios — jadeo y se sentó en la silla de una mesa que se encontraba en la cocina.

Bebió despacio el vaso, y sus manos jugaban con el vaso moviéndolo de un lado a otro.

—Pensé que estaría dormida —hablaron a su espalda, y un cosquilleo sacudió todo su cuerpo.

No respondió, solo atinó a asentir como una pequeña niña y a tomar un sorbo de agua.

—Yo regresare a mi cama — le dijo y Selena giró a verla.

Se puso de pie y la tomó del brazo, en un movimiento sus cuerpos se rozaban entre ellos, en la oscuridad sin que nadie les dijera qué hacer.

—No te vayas aun no — pidió observando con descaro sus labios.

—No me vea así, por favor — suplicó sintiéndose débil.

—¿De cuál forma? — preguntó aun sin dejar de ver sus labios.

—De una que me hace perder la cabeza, de una que solo quiere besarla y perderme en sus labios, una que quiere volar a su lado — respondió débil.

Jadeo, y la pegó más a su cuerpo; le importaba menos que fuera su hermana y que estuviera casada, solo quería disfrutar y sentirse viva de nuevo.

—No te detengas — pidió en susurro la ojicafé.

Rozó su nariz con la de su hermana, y acercó sus labios a los labios prohibidos, la de los ojos miel suspiró, y sus manos se enredaron en el cuello de su hermana y sus labios se encontraron con los de Selena, uniéndose en un beso prohibido. Sus labios se movían de forma necesitada, de forma violenta; sus manos se aferraban al cuerpo de la otra pegándose lo más posible, jadeos y ganas era lo que las invadían ahora mismo a las dos. Los labios de la joven se concentraron en el cuello de la morena, y la morena echó su cabeza hacia atrás con sus ojos cerrados y su boca media abierta, su cuerpo empezaba temblar y sus manos a sudar. ¡Al diablo con todo!, en todo lo que pensaban ahora era en disfrutarse así fuese prohibido y así fuese un delito.

—Lléveme a la cama — pidió en voz aguda Julianne viendo con deseo a su hermana.

Selena la observo un momento y depositó un corto beso en sus labios, la encamino hasta la salida de la cocina con besos en los labios y por todo el rostro, y se dio cuenta en como la vida puede cambiar de un momento a otro, apenas hace unos minutos se sentía extraña y ahora estaba completamente feliz en los brazos de su amor. No habían palabras para este momento, y a veces las palabras sobran y solo importan las acciones; al momento de adentrarse en la alcoba de Julianne, las manos delgadas y temblorosas de Selena se deslizaron por las piernas morenas y fuertes de Julianne, las manos morenas subieron hacia la cintura de la joven, desatando el nudo de la bata y dejándola caer enfrente de ella; jadearon y sonrieron viéndose la una a la otra, amándose en la oscuridad y dejando que la cruda y fría noche fuera su testigo.

—Es todo o nada — murmuró Julianne y observó el cuerpo desnudo poco visible en su habitación.

—Prefiero un nada que sea todo, que un todo que sea nada; mejor dicho prefiero algo contigo que sea un nada o un todo — respondió tomando las manos de Julianne y dejándolas en su cintura.

Sus ojos miel se movían de un lado a otro, su pecho subía y bajaba con desespero, y empezaba a hacerle difícil respirar. No articuló ninguna palabra solo fundó los labios con los de su amada y prohibida fruta. Sabía que de todos modos su amor estaba condenado y no iba a dejar que pasara esta oportunidad por sus narices.

La ropa estorbaba y Selena decidió liberar el cuerpo de su hermana, y amarlo, amarlo de forma carnal, sin importar que estuviera mal o prohibido; deseaba hacerlo. Los besos y las caricias, las manos subiendo y bajando por la espalda curva y delgada de Selena, los gemidos y el deseo de no detenerse, el deseo había aumentado y el amor de la misma manera, ni Julianne ni Selena tenían idea de cuanta falta se hacían la una a la otra, quizás no debían estar juntas pero habían nacido para amarse, un amor poco convencional pero real.

—¡Ahh! — gimió Julianne al sentir el orgasmo a punto de reventar en su piel — ¡Oh si! — gimió al sentir la embestida necesitada y pasional.

Las piernas le temblaron y llegó al esperado orgasmo, su pecho subía y bajaba mientras su amante acariciaba su cabello y besaba su frente. Su cuerpo y alma estaban sincronizados, latiendo como uno sólo.

—Mañana, ¿nos volveremos a ver? — preguntó Julianne mientras acariciaba el brazo delgado de la joven.

Sonrió —Nos veremos siempre que quieras, somos una en un millón, tú y yo hemos nacido para estar juntas; sin importar lo que venga Julianne, sin importar nada — respondió y beso en los labios a Julianne.

—Tengo miedo, mucho miedo — Susurró Julianne y escondió su rostro en el pecho de Selena

—Yo también lo tengo Julianne, pero le tengo más miedo a no verte y que nunca volvamos a estar de esta forma— la tomó del mentón haciendo que la mirara — no me importa que seas mi hermana y no me importa que esto sea lo que sea para los demás, me haces feliz y yo te hago feliz.

Los ojos de Julianne se aguaron y su corazón se rompió, por un momento había olvidado el motivo por el cual no podían estar juntas; un motivo con una fuerza superior a la suya.

                            XI

—Lo que quiero decir es que te extraño — apretó su quijada, y lo vio de forma suplicante; no era de esas personas que solían decir que lo sentían.

—No sé qué gano y tampoco me interesa, de nuevo. Vete — respondió hostigado.

—Solo por favor, ¡caray! — exclamó frustrado completamente.

—Bien, ¿qué es lo que quieres — preguntó moviéndose de la puerta.

—Esto.

No dijo más y sus labios se fundaron con los del caballero, de forma tosca y con dudas pero sin embargo el beso fue tornándose lento y aceptado.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora