Capítulo XVIII

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—¡Te desprecio! — escupió con fervor y cerró la puerta con seguro.

—Pues yo no, ¡Yo no!. ¡Te amo! — herido se acercó a la puerta cerrando los ojos y conteniendo las lágrimas que amenazaban en deslizar por sus mejillas.

—¡Déjame en paz Rafael! — exigió.

Golpeó la puerta y se giró, fundó su pie a una pequeña mesa haciendo que volara por el aire y cayera en un extremo de la alcoba, gruñó y con sus manos tiró todo a su paso, libros, papel, lápiz; y un candelabro. Gritó molesto y empezó a golpear con su pie la cama.

—Los golpes me dolieran menos que tu desprecio — masculló y una enorme lágrima cayó por su mejilla, sollozo y se echó su largo cabello para atrás y se marchó de la alcoba.

Se acomodo la corbata, y se colocó su sombrero. Bajó despacio los escalones de la larga escalera. Sintiendo sus pies pesados.

—¿Esta todo bien yerno? — preguntó Ricardo ceñudo.

Rafael solo le dedicó una mirada de indiferencia y salió rápido, sin contestarle y menos para hablarle.

Empuño sus manos, y subió dos escalones pero volvió a bajarlos, estaba abatido y frustrado. Movió sus manos y dejó escapar un jadeo de rabia.

—Buenas para nada — murmuró y se fue.

Julianne se mantenía en la cocina y aún con dudas en su cabeza se mantenía atenta a sus obligaciones en compañía de Mummy quien ahora se encontraba sobreviviendo.

—Sabes, estoy enamorada — soltó una sonrisa tonta.

La morena canosa la vio curiosa y la codeo para que hablara.

—¿Debería decirlo? — preguntó Julianne y sonrió — te lo diré si prometes no decirle a nadie, ¿bien?. Es que enserio necesito decirlo porque me estoy ahogando y estoy feliz.— dijo con una sonrisa radiante y la canosa morena asintió repetidas veces.

—Bien, es….estoy enamorada de la señorita Selena — se cubrió el rostro y soltó un suspiro de enamorada.

La morena abrió la boca con horror y negó repetidas veces, y se marchó tirando el delantal que usaba para no llenarse de comida la ropa. Julianne se encogió de hombros y se dedicó a hacer lo que la morena había dejado.

—Quizás no lo tomó por sorpresa — murmuró confundida y probó la sopa de pollo.

Dejó la sopa sobre la mesa de madera y se fue a despertar a su ama, dudosa camino por los escalones hasta que llegó a la alcoba de Selena.

Tocó dos veces seguidas y nadie abría, jadeo y volvió a tocar.

— ¡Ama, soy yo Julianne!— exclamó y la puerta se abrió de inmediato.

—Julianne.

Abrió la puerta recibiéndola desnuda, y sin una pizca de pudor observó a Julianne de arriba hacia abajo mordiéndose el labio inferior. La morena trato de cubrirse los ojos pero sus extremidades no le obedecían; solo deseaba borrar la distancia y devorar a su ama.

—¿No dirás nada?, entra podría verme desnuda mi madre — rió y tomó del brazo a Julianne para adentrarla a la alcoba.

La morena no podía articular palabras, solo observaba el cuerpo de Selena.

—¿Que pasa?, ¡Julianne, dime algo! — exigió aturdida y se echó su larga cabellera chocolate para atrás.

Negó con su cabeza y parpadeó unas cuantas veces — Lo si-siento — balbuceó.

Selena sonrió negando y se mordió el pulgar — Lo que estás viendo ya lo has visto antes, y hasta tocado — habló con voz ronca.

La morena no espero más y se lanzó a atacar los labios de Selena, mordió su labio inferior y la pegó más a su cuerpo, Selena no esperó más y la dirigió a la cama. Solo deseaba enredar sus manos en el cabello suelto de la morena. Tomó la liga de cabello y liberó la cabellera de la morena.

—Te deseo —sonrió sobre los labios de Julianne.

—La amo — acarició el mentón de su ama.

Las manos se entrelazaron y sus cuerpos se enredaron en las sábanas, sudor y caricias. Los jadeos llenaban la alcoba y el calor aumentaba en sus cuerpos, esparciéndolo en toda la alcoba. Giraban en la cama, sin soltar sus manos y el sonido de los besos, se hacían cada vez más fuertes. Hebras de cabello pegadas en sus rostros y sonrisas de amor.

—Eres hermosa Julianne — besó su cuello y volvió a capturar su labio inferior.

La morena rompió el beso y acarició el rostro de su ama, contemplando cada centímetro de este — Su belleza no tiene comparación, y podría jurar que muriera feliz; sabiendo que alguien como usted amó a alguien como yo. Usted y yo; unidas a pesar de todo, me llena y la lleno, sin importar los problemas que hay afuera, solo importa lo que sentimos —Subió su rostro y  beso la frente de su amada ama.

Selena oculto el rostro en el cuello de la morena, y suspiró; dejó unos besos en el cuello de su amada Julianne.

—No quiero separarme nunca de ti, Julianne — habló con voz ronca.

Jadeo — Mucho menos yo, usted es todo lo que tengo y lo que más amo en todo el mundo.

Selena buscó los labios de la morena y los fundó en un beso lento y preciso, un beso lleno de amor. De un amor que no podrían borrarle a ninguna. Ese amor era su bendición y maldición.

Mientras Selena y Julianne vivían su amor, el pobre de Rafael recorría las calles de Europa, observando todo y a la vez nada en concreto. Se desató el nudo de la corbata y jadeo de cansancio, vio la taberna abierta e ingresó de inmediato, quizás con un par de tragos liberaría la presión y el dolor que carcomía su corazón y su orgullo de hombre.

—¡Rafael, hombre; qué sorpresa! — saludo el dueño de la taberna con mala reputación de obligar a mujeres a prostituirse.

—Hey..— saludo desganado y se sentó en la barra.

—¿Una cerveza?, ¡Quita esa cara! — le entregó la cerveza y le sonrió — así que, te has casado y cuéntame ¿qué tal la vida de matrimonio? — con un trapo limpio la jarra dónde desvaciaba los barriles lleno de cerveza.

Vio hacia arriba y gruñó — Va bien, complicado pero bien — su reputación estaba en juego y jamás dejaría que alguien hablase que él había comprado una esposa.

—Mmmm— lo vio dubitativo pero negó — te puedo alegrar un poco ¡hombre! — lo vio sonriendo — ¡A ver Margot ven! — llamó a una trabajadora del lugar — alegra el muchacho, ¡Te lo encargo! — rió y se fue a atender a otros clientes como era de costumbre.

—¿Eres lo mejor que tiene Paolo? — preguntó arqueando la ceja.

—Eso dicen y en efecto — respondió ofendida.

—Bien, demuestramelo — la tomó del brazo y se la llevó.





                                IX




—¿¡Que?! — gritó Mandy, empezó a caminar por todo el salón de la casa. — ¿¡Estás segura?! — tomó de los brazos a la morena quien asintió con miedo.

Mandy soltó bruscamente a Mummy, echándose a llorar y negó repetidas veces. Empezó a sollozar, a gritar frustrada. Y empezó a tirar todo; estaba furiosa y su labio inferior temblaba.

—¡Mierda!— exclamó frustrada y golpeó la barandilla al subir los escalones — mierda — murmuró y subió el rostro, unas lágrimas cayeron por sus mejillas.




Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora