Capítulo XXIX

475 42 7
                                    

La velada era de lo más elegante, y allí estaba la joven morena temblando de nerviosismo. Los ojos se habían clavado en ellas dos, y más debido a que la joven chica de ojos café posaba su mano en el antebrazo de la morena.

—No estés nerviosa.

Le dijo sin acercarse y sonriendo cuando se encaminaron a tomar una mesa, Selena fue de lo más gentil abriendo así la silla a su amada y regalándole sonrisas de seguridad.

—Si quieres podemos irnos.

Sugirió al sentarse y ver en el rostro de Julianne angustia.

—No.

Respondió Julianne negando con su cabeza, respiró profundo y luego lo dejó escapar por sus labios.

—Estoy bien, es solo que me pone nerviosa el que todos posen su mirada en usted y en mí.

La joven de piel blanca sonrió y negó —Acostumbrate, eres hermosa, demasiado.

Se quedaron un momento calladas, y apareció el camarero con una sonrisa encantadora.

—Buenas noches señoritas, esta noche seré yo quien les cumpla todos son deseos — le guiñó el ojo a la joven de ojos café.

—Gracias, y para empezar quiero que nos traiga el mejor vino que tenga, de la mejor cosecha. No me importa el precio, yo lo quiero — aseguro.

—Si, con su permiso — sonrió y desapareció.

Selena le regalaba una sonrisa sincera, no entendía Julianne como aquella mujer la miraba de esa forma. Selena ordenó por las dos un poco de vegetales y carne, Julianne solo solía aceptar lo que su amor le aseguraba que iba a gustarle.

—He estado pensando que aquí podría empezar a vender mis pinturas, para que no se acabe mi reserva de dinero.— comentó.

Asintió — Yo puedo ayudarle en cualquier cosa que quiera.

Selena la miró por unos minutos y jadeo — ¿Eres feliz? — preguntó viéndola fijamente.

—Sí— aseguró sonriendo — mucho, más de lo que yo me podría haber imaginado.

La mano de la joven buscó las manos de la ojimiel, y las acarició entrelazándolas en una — ¿Qué es lo que tú deseas?, lo cumpliremos juntas. Tú y yo — aseguro.

—No sé— respondió.

—¿Estás segura?— preguntó.

—Si.

Se quedaron en silencio, y los demás empezaron aplaudir, la música en vivo iba a empezar. Los violines, las guitarras y arpas acompañados de unas flautas, y una cantante vestida de rojo, un escote pronunciado y una voz privilegiada.

—Escuchala es grandiosa — aseguró.

Julianne asintió, y dejó que la voz de aquella mujer le llenará los sentidos, la miraba de arriba hacia abajo, con una sonrisa y alegría. Cantaba una melodía pegajosa, empezaron a llenar sus copas de vino y a beber, una copa tras otra al pasar las horas.

—Creo que debemos irnos — comentó Selena.

La morena asintió y se marcharon hacia su hotel lujoso, no dijeron nada en todo el camino, se mantuvieron ajenas a la otra, y con la vista en diferentes puntos. Al llegar la joven se lanzó a la cama, y su bella amante se sentó en el borde de la cama.

—Estoy exhausta, ¿tú lo estás? — preguntó viéndola de reojo.

Negó — Un poco pero me ha gustado, tenía una voz muy fina, parecía seda— comentó.

La joven borró la sonrisa y jadeo — Empezaré a sentir celos de ella.

Julianne negó —No hace falta, yo soy solo suya, y mi corazón le pertenece; no debe sentir celos, porque no hay otra, nunca lo habrá — aseguró y acarició la larga cabellera chocolate.

En un movimiento la ojicafé la tomó del brazo haciendo que cayera junto a ella, y estampó sus labios con los de la ojimiel. Se mantuvieron por un largo momento regalándose besos cortos, caricias y sonrisas, sin prisas.

Se acomodaron en la cama, luego de cambiar su ropa, y ponerse la pijama, sus dientes limpios y sus cabellos sueltos, cayendo como cascada en su cuerpo.

—Buenas noches mi amor — habló con voz cansada y besó la frente de la ojimiel.

—Buena noche amor mío — contestó.

La ojimiel la abrazó fuerte, con sus ojos cerrados esperando que el sueño gobernara su cuerpo.

Mandy no estaba tomando para nada bien, el hecho que su única hija hubiera desaparecido, y que no se haya reportado, su angustia o quizá su falta de control hacia la ojicafé la desesperaba.

—¡Tu hija es una ingrata!— gruñó.

—Creeme que yo haría lo mismo, irme a la mierda, lejos de ti— respondió tranquilo leyendo el diario.

—¡Eres igual que ella! — exclamó más que molesta.

Ricardo bajó el periódico viendo a su esposa con odio —Por algo es mi hija, y la niña de mis ojos — aseguró tranquilo.

Mandy empezó a reír — No creo que lo sea cuando sepas un pequeño pero un gran secreto de ella— aseguró con una sonrisa de superioridad.

—¿A qué te refieres? — preguntó acomodándose en la silla, con su ceño fruncido y toda su atención en su mujer.

—Tu hija sostiene una aventurilla vulgar con su esclava — respondió despectiva.

Los ojos de Ricardo se abrieron de la impresión, sus manos se apretaron, y su cuerpo se llenó de rabia, enojo y odio. Tomó el borde de la mesa y la lanzó en el aire, tomó su cabello y lo jalo, su cuerpo vibraba y sus pupilas oscurecieron.

—¡No digas mentiras!, ¡No me mientas! — gritó furioso y la tomó de los brazos, sacudiéndola con odio y rabia —¡¿Es verdad lo que dices?!, ¿¡lo es!?— preguntó de nuevo con su voz ronca y la rabia naciendo en sus entrañas.

—¡Si, si, si! — aseguro con miedo y su marido la soltó bruscamente haciéndola caer en el suelo.

—¡Mierda! — exclamó frustrado y caminó en círculos como león enjaulado y giró viendo con odio a su mujer apuntándole con el dedo — es tu culpa, solo tuya por permitirle que siguiera con ello, y no habermelo dicho. La prefiero muerta antes que enferma de ese virus sin cura. La prefiero muerta antes que desquiciada.

—Ricardo— lo llamó con terror y negó — es nuestra hija.

Apretó su mano — Es mi hija, pero ya conoces la ley, si esta loca debe estar en un manicomio.

La madre de la ojicafé supo lo que era el miedo al oír aquellas palabras, ella no quería eso, ella lo que quería era a su hija de regreso pero no se dio cuenta de que sus palabras habían cruzado una línea. Una línea muy peligrosa, donde su hija corría peligro, las lágrimas corrían por sus mejillas.

—¿Qué he hecho?— masculló reclamándose a sí misma.

Había puesto en peligro a su hija, y de nuevo estaba perdiendo el cariño de Selena. De su hija.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora