Capítulo XVII

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—Seguro es una mala racha — opinó el padre de la joven — la van a superar juntos.

—No vamos a superar nada, puesto no hay nada que superar. Me casé sin amarlo y ha sido la peor decisión de mi vida; no le amo y nunca le voy a amar, estoy….estoy enamorada de alguien más.

Esas palabras bombardearon la cabeza de su padre, ¿Como había pasado eso?, ¿Desde cuando?.

—Estás jugando, ¿no? — preguntó incrédulo.

Suspiró cansada y se rascó la nuca por frustración.

—No. No estoy jugando, te estoy hablando con la verdad; he entendido que no puedo obligarme amar alguien que no lo merece y menos cuando ese lugar está ocupado, padre...no me obligues a estar con un hombre que no amo y que odio que me toque...por favor ayudame.

El hombre vio hacía el suelo, un debate se llevó acabado en su cabeza; sentimientos encontrados y un dilema ¿Que debía hacer?. No contestó y se puso de pie para marcharse.

La ojicafé lo vio decepcionada, y se llevó las manos al rostro ¿Por qué había complicado todo?.

—Nunca te voy a dar el divorcio, y nunca me voy a divorciar. ¿Lo olvidas?, las mujeres no pueden ejercer nada legal, sólo nosotros— giró para encontrarse con Rafael que se mantenía de pie y con su brazo apoyado contra la pared.

—Puedo ser tuya por un papel, pero nunca seré tuya en cuerpo y alma. Y si ya lo sabes no importa ocultarlo; no te amo.

Apretó su mano en puño y respiraba por la nariz, rabioso y sediento de liberar esa furia interna.

—Soy el hombre más sexy, todas morirían por tener tu lugar — espetó.

La ojicafé sonrió en burla — la belleza se mide más allá que el físico, la belleza es interna —se acercó a él — y tú no tienes esa — lo señaló intentando caminar de largo pero Rafael la tomó del brazo y la pegó a su pecho.

—Me importa un reverendo cacahuate — soltó viéndola con ira — esta noche, esta noche será el día que me entregues tu pureza — demandó.

—No puedo entregar algo que ya no existe y aunque me tuvieras, nunca me tuvieras realmente. Así que suéltame — intentó soltarse pero fue imposible.

—Ramera — escupió — eso eres una ramera — la soltó de forma brusca.

—Fue lo que elegiste como tu esposa.

Se marchó dejando solo a Rafael y el apuesto hombre golpeó la pared por frustración. Esto no lo había calculado se suponía que todo saldría como él lo había planeado.

Los recuerdos remontaban escena en la cabeza de la mujer, una joven corriendo por el mismo bosque detrás de esa casa y unos jadeos. Gritos de auxilio y lágrimas de desespero, ropa rasgada y sangre en sus labios; súplicas de sus labios se habían escapado una tarde como esa oscura y fría.  El dolor aún se encontraba a flor de piel y al cerrar los ojos siempre visualizaba la misma risa y el mismo rostro.

—¡No! — gritó.

Abrió los ojos y sus manos temblaban pero al ver el lugar, suspiró. Estaba segura, estaba en casa.

—Solo fue un sueño — intentó consolarse y se abrazó a la almohada — un mal sueño Mandy, solo eso — hablaba en voz baja.

La puerta se abrió de golpe.

—Tu aquí acostada como una holgazana y tu hija pensando en divorciarse ¿Puedes hacer algo bien en toda tu vida?, no creo que no, eres un desastre y aún no sé porque sigo casado contigo. Cada vez estás más vieja y más acabada — reclamó su marido.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora