Capítulo 8

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Siento que me mueven, pero no quiero abrir los ojos, todavía quiero seguir durmiendo. Dejan de moverme y como a los cinco minutos vuelven con lo mismo; así que abro los ojos cansada de que no me dejen dormir tranquila.

—Al fin despiertas eres como un perezoso —me dice Laura en toalla.

—¿Qué hora es? —pregunto tallándome los ojos, aún con un poco de sueño.

—Son las 7:30 A.M.—responde cambiándose y yo suspiro pesadamente.

—¡Y hasta ahora me lo dices! —me pongo de pie rápido.

Pero me arrepiento de inmediato al sentir un mareo y vuelvo a sentarme.

—Oye, no hagas movimientos rápidos, cuidado —me regaña Laura y esta vez me pongo de pie con más cuidado.

Entro al baño y tomo una ducha de agua fría para que se me quite el sueño. Salgo del baño y saco del bolso una blusa de tirantes negra, un chaleco mangas largas de jean, un leggins negro y unas zapatillas negras, me maquillo y dejo mi cabello suelto. Bajo las escaleras y Laura me está esperando con un plato de panqueques, que se ven deliciosos y provocativos.

—Desayuna rápido, tenemos que irnos —dice y comienzo a comer.

Está delicioso, salimos de su casa para la universidad. Al llegar entramos y nos dirigimos a nuestro salón, las clases van normales.

Después de clases Laura se va a su casa y yo me dirijo al apartamento de Leo, al llegar saludo al recepcionista.

—Hola Manuel ¿cómo está? —pregunto con una sonrisa.

—Muy bien señorita, ¿viene a ver al señor Leonardo? —pregunta respondiendo mi gesto.

—Sí ¿está en su apartamento? —pregunto a lo que él asiente.

Entro al elevador, marco el piso 3, y el elevador comenzó a ascender. Las puertas de este se abren y camino hacía la puerta de Leo, toco y a los segundos me abre.

—Hola belleza, te estaba esperando, pasa —me abraza y comienza a besar mi cuello, pero lo detengo.

—Leo tengo que decirte algo muy importante —lo aparto y me mira con el ceño fruncido.

—Te escucho —se cruza de brazos.

—Es-Estoy... Embarazada —tartamudeo por miedo a su reacción.

—Y ¿quién es el papá? —pregunta tranquilamente y lo miro mal.

¿De verdad me está preguntando eso?

—¿Qué? —pregunto indignada y los ojos comienzan a picarme.

Sé fuerte Aby, no vayas a llorar.

—¿Quién es el papá? —repite y lo miro mal.

¿Cómo se atreve a preguntarme eso? Es un cínico de lo peor.

—¿Cómo me puedes preguntar algo eso? ¿Me crees una zorra? ¿o qué? —pregunto con rabia y dolor a la vez.

—Pues la verdad es que con las mujeres nunca se sa... —no lo dejo terminar y le doy una bofetada.

—A mí me respetas. Porque con el único hombre con quién yo he estado en mi vida has sido tú y no sabes como me arrepiento, me doy cuenta que eres un inmaduro de lo peor —una lágrima cae por mi mejilla.

Me mira mal.

—Pues en seguida te digo que yo no me voy hacer cargo de ese bebé —dice serio y algo se derrumba dentro de mí.

—¿Me vas a dejar sola en esto? —más lágrimas se deslizan por mis mejillas.
—Te daré una solución, simple y sencilla, ABORTA —remarca la palabra "aborta" y yo me quedo indignada.

Le doy otra bofetada mucho más fuerte que la anterior.

—¡Eres un idiota! No sé como pude enamorarme de alguien como tú. No Entiendo ¿cómo se te ocurre pedirme eso? Este bebé es un pedacito de mí, un pedacito de los dos ¿cómo crees que lo voy a matar? —Le grito y las lágrimas salen sin control alguno.

—Haciéndolo, yo no voy a arruinar mi futuro por un simple error que no vale pena —dice y yo me limpio las lágrimas.

—Un error que no vale la pena, o sea tu hijo no vale la pena —afirmo y él asiente.

Otra lágrima sale y la seco con él dorso de mi mano bruscamente.

—¿Sabes qué? Olvídate de mí. Desde hoy tu hijo y yo estamos muertos para ti, nunca en tu puta vida, óyeme bien, nunca en tu vida me vuelvas a buscar, porque esto no te lo voy a perdonar nunca Leonardo. No eres más que un cobarde y estoy segura que te vas arrepentir de tus palabras y cuando quieras remediarlo será demasiado tarde para ti —digo con rabia y salgo estrellando la puerta.

Al cerrar la puerta corro llorando hacia el ascensor. Entro y lloro más fuerte, al abrirse las puertas salgo sin despedirme de Manuel, y al cruzar la calle no veo un auto que se voló el semáforo y siento un golpe seco muy fuerte que me hace caer al suelo; en lo primero que pensé es en mi bebé.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora