Capítulo 27

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5 meses después

En estos cinco meses todo ha marchado bien, Fernando y yo compramos una casa a las afuera de la ciudad. Decidimos que nuestros hijos debían nacer en un ambiente limpio y sano, donde se respire aire natural. Es una hacienda que queda a una hora de la ciudad, me tengo que levantar un poco más temprano para ir al trabajo, pero no importa, todo por mis hijos. En fin, sigamos con la casa, es de dos pisos; en el primero está la sala, cocina, comedor y un baño, arriba hay tres cuartos, uno para Nando y para mí, otro para victoria y uno de huéspedes, la decoración de la casa es roja con beige.

En estos cinco meses Laura y mi hermano han estado bien, hace cuatro meses regresaron de la luna de miel y Laura quedó embarazada, tiene dos meses, está súper feliz y nerviosa y no se imaginan a mi hermano. Lucas se hizo novio de Emma, la hermana de Fernando, son muy tiernos cuando están juntos. Mis padres están bien y mi bebé creciendo más y más, ahora tengo nueve meses y se está acercando la fecha para estrecharla en mis brazos, en cualquier momento puede nacer y estoy un poco nerviosa. Ahora me encuentro arreglándome para ir a trabajar. En estos meses no he dejado de trabajar aunque Fernando me lo pidió, decidimos que lo haría después de tener a victoria para dedicarle el 100% de mi tiempo. Me pongo el uniforme y hago el desayuno, ahora estamos desayunando muy alegremente.

—¿Quieres que te lleve al trabajo? —pregunta llevando los platos al fregadero.

—No te preocupes, puedo conducir —voy a lavarme los dientes.

—Pero acuérdate, la doctora dijo que podías tener a Vicky en cualquier momento, no puedes estar sola —entra al baño.

—Mi amor, nada me va a pasar. Además, Victoria no quiere nacer hoy, ¿cierto bebé? —acaricio mi vientre.
Hoy ha estado muy quieta.

—Tú no sabes Aby, pero al menos lleva el maletín con lo necesario —ordena y se pone su saco.

—Está bien amor, que te vaya bien y ojo con las señoritas que tienes por pacientes, las pocas que he visto no me caen nada bien —le entrego el portafolio y me toma de la cintura.

—No se preocupe señora, me portaré bien, cuídese y cuide a nuestra hija —me da un beso en los labios y se va.

Yo me voy a maquillar y a poner los zapatos. Cuando termino tomo mi bolso y el de victoria, voy al garaje. El bolso de Victoria lo meto en la cajuela del auto, el mío lo dejo en el asiento de copiloto y arranco, no sin antes cerrar la casa con seguro.

Ya voy llegando, bueno no. Estoy a 20 minutos cuando siento una punzada en la parte baja de mi vientre, llevo mi mano libre al lugar y hago una mueca de dolor, al minuto vuelve otra vez, pero más fuerte haciendo que ahogue un grito. Ahí es cuando siento un liquido correr entre mis piernas —hija no me puedes hacer esto ahora —pienso y agacho la cabeza para mirar el líquido, cuando la alzo un auto viene muy a prisa y no tengo a donde girar, así que intento frenar, pero los frenos no responden; llega otra punzada que me hace gritar antes de sentir el impacto y quedar inconsciente.

Fernando Miller

Estoy atendiendo a un paciente, cuando mi celular vibra, me disculpo y atiendo.

—¿Bueno?

Fernando, soy Laura.

—¿Qué pasa Laura?, te escuchas alterada, ¿Aby está bien?

No, en este momento vamos de camino al hospital en el que trabajas, Abigail tuvo un accidente en la carretera —Al escuchar eso mi pulso se acelera.

—Pero ¿está bien?, ¿como está la bebé?

Cuando Aby tuvo el accidente estaba teniendo las contracciones y por el impacto quedó inconsciente, pero ahora está despertando con una cara de dolor.

—Pásamela, por favor.

¡Ay! Nando esto duele demasiado —dice casi gritando.

—Respira mi amor, respira, cálmate, ¿cómo te sientes?

¿Cómo mierda crees que me siento?, y ¿aún así me pides que me calme?

Nando tengo que colgar, ya estamos entrando, estate pendiente —dice y cuelga.

En ese instante entra una Aby muy sudada, con un pequeño corte en la frente, me acerco corriendo hacía ella y la tomo de la mano.

Abigail Johnson

Al despertar, estoy en una ambulancia y a mi lado está Laura hablando por teléfono. Me duele el cuerpo, pero ya no siento contracciones, o eso creía; una punzada fuerte vuelve de repente y grito, Laura se percata de que ya estoy despierta.

—Abigail, gracias al cielo —dice y me pasa a Fernando.

Hablo con él, oír su voz me tranquiliza un poco. A los pocos minutos que dejo de hablar con él llegamos al hospital y allí está. Se acerca corriendo.

—Mi amor, ¿estás bien? —pregunta con cara de preocupación y yo niego incapaz de hablar por el dolor.

—Está totalmente dilatada, llévenla de inmediato a sala de partos, doctor Miller acompáñeme —ordena un señor con bata blanca.

—Fernando... No me dejes... Sola, por favor —digo entrecortado.

—No te preocupes amor, respira, en un segundo estoy contigo —besa mi frente y desaparece de la sala.

A mí me llevan a otra sala y me alistan para tener a mi bebé, una enfermera me inyecta la epidural en la parte baja de mi espalda y el medico entra con Fernando. El último se acerca y toma mi mano.

—Cuando le indique, puje, por favor —me dice —Ahora —yo hago lo que me indica, pujo.

—Vamos cariño, tu puedes —dice Fernando a mi lado y vuelvo a hacerlo.

—Ya se ve la cabecita —habla el doctor y vuelvo a pujar —Una vez más —dice y pujo con todas mis fuerzas.

Al segundo escucho un llanto y al doctor decir:

—Felicidades es una linda niña —antes que todo se oscurezca.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora