Capítulo 30

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Me levanto porque siento que me mueven o bueno, siento que me están haciendo algo. Cuando abro los ojos una enfermera me está poniendo suero.

—Buenos días señora Miller, ya le traemos el desayuno —sonrío por lo bien que se escucha.

La enfermera sale de la habitación dejándome sola. A los cinco minutos entra Fernando con una bandeja de comida desabrida de hospital.

—¿Cómo está la mujer más bella del mundo? —pregunta y me besa.

—Bien —respondo sonriendo y él me acerca la bandeja —Yo no me voy a comer eso —señalo la comida.

—Tienes que comer Aby —responde con obviedad.

—Pero eso se ve horrible Fernando. No parece sopa, ni siquiera se mueve, me como eso y me voy en vómito —hago una mueca de desagrado y él se ríe.

—Ay Abigail, no te preocupes, hoy ya sales de aquí —dice.

—¿Con mi hija? ¿a qué hora? —pregunto.

—Sí, con la niña, a medio día —responde —¿Y qué hacemos con esto? —pregunta.

—Comételo tú —él hace una mueca y yo me río.

—Me lo voy a llevar, diré que no tienes hambre. Horita van a venir, tu mamá, Laura y Lucas a llevarte a casa, yo las veo en la noche —asiento, me besa y se va.

Dos horas después llega mi mamá, Lucas y Laura como dijo Fernando. Me traen una pijama morada con fucsia y desayuno, porque no comí el desabrido de aquí. Me pongo la pijama y me como el desayuno. Luego traen a mi hija y se ve hermosa; tiene un mameluco rosa de bolitas blancas, una diadema blanca y unas medias rosa.

—¿Ya están listas? —pregunta mi mamá y yo miro a Victoria que está rendida en mis brazos.

—Sí —respondo y me pongo de pie.

Laura toma el bolso de Victoria y salimos del hospital luego de firmar el alta. Tomamos un taxi y llegamos una hora después. Al llegar nos abre una señora como de unos 40 años, delgada, de tez blanca, rubia de ojos azules.

—Buenos días señora, mi nombre es Domitila y estoy para servirle —se presenta estirando su mano, yo la recibo y le sonrío.

—Buenos días Domitila, mi nombre es Abigail Johnson, ella es mi mamá, hermano, cuñada y mi hija Victoria —señalo a cada uno, a mi bebé la alzo; ya está despierta jugando con su manito.

—Mucho gusto, de la niña ya me había hablado el señor Miller; por cierto, es muy linda, se parece a usted —dice.

—Gracias Domitila —le agradezco y ella se va a la cocina.

—Bueno yo voy a ver televisión —dice Lucas y enciende el televisor.

—Voy a ver que está haciendo Domitila de almuerzo —dice mi mamá y desaparece de la sala.

—Me voy a dar un baño, les encargo a mi hija —se la entrego a Laura.

Llego a mi cuarto y lo primero que hago es entrar en el baño. Me quito la pijama que tengo puesta y me meto bajo la lluvia artificial. Luego de 10 minutos salgo, voy al armario y tomo unos short de mezclilla azul, un buzo rosa palo y unos vans rosados. Amarro mi cabello en una coleta alta y me maquillo (polvo, rubor, labial rosa), para luego bajar.

—Uy, pero que cambio —dice Lucas cuando me ve bajar.

—¿Tan horrible estaba? —pregunto por la expresión de su cara.

—Parecías un zombie —se burla y lo miro mal.

Se ríe más fuerte.

—Valió la pena parecer un zombie, si lo hice por esta belleza que está en brazos de su abuela —le hago mimos a mi hija y ella me mira, para luego meter su manito a la boca.

—Mi nieta tiene hambre —dice mi mamá.

La tomo en brazos para darle de comer, luego de comer, se duerme. Subo las escaleras con cuidado y la acuesto en su cuna, bajo de nuevo. Ya el almuerzo está hecho, me siento en la mesa y Domitila empieza a servirlo.

—Esto está delicioso —dice Lucas y yo sonrío.

—Ay que felicitar a Domitila, Lucas tiene razón —afirma mi mamá.

—Un día de estos me la robo —dice Laura comiendo apasionadamente.
Se ve chistosa.

—¿Y cómo va ese bebé Laura? —pregunto.

—Bien, aunque todavía me dan mareos y vómitos —hace una mueca.

—Sí, pero todo eso vale la pena, te lo aseguro —mi mamá asiente sonriendo.

—Mi pequeña niña consentida ya creció —mi mamá me mira.
—Yo soy tu consentido y tu pequeño también —dice Lucas celoso.

—Lucas, mamá lo dice así porque soy su única hija mujer —le explico y Lucas asiente.

Laura se ríe y Lucas le saca la lengua. Luego de felicitar a Domitila por la comida, ellos se van. Eso fue como a las 4:00 P.M.

Ahora yo estoy viendo televisión en el cuarto y Victoria a mi lado; antes que ellos se fueran Victoria se despertó y no ha querido dormir nuevamente, se encuentra acostada a mi lado mirando los colores de la habitación. De un momento a otro comienza a llorar.

—¿Qué tienes mi amor? —la tomo en brazos y luego se calma —La niña de mami no quiere estar acostada, quiere que la carguen —comienzo a mecerla.

20 minutos después se queda dormida, la dejo a mi lado rodeándola con almohadas. A mí me comienzan a pesar los ojos. Apago el televisor y me acomodo al lado de Victoria, hasta caer en un profundo sueño.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora