Capítulo 20

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Me quedo estupefacta con la pregunta de Fernando, de verdad no me lo esperaba. Yo también lo amo pero, ¿me quiero casar? La verdad no sé si estoy preparada, pero yo debería pensar en mi niña, ella necesita una figura paterna. Además, yo amo a Fernando, es un buen hombre que me ama y ama a mi niña. Siempre soñé con algo así, pero jamás imaginé que estaría embarazada. Sé nunca me voy arrepentir de la respuesta que le daré. Es hora de darme la oportunidad de tener una familia.

—Sí Fernando, sí me quiero casar contigo —él desliza el anillo por mi dedo anular, se pone de pie y me da un beso.

—No sabes lo feliz que me haces preciosa, te amo —vuelve a besarme.

—Yo también te amo, Nando, eres muy especial — lo vuelvo a besar.

El resto de la cena es muy agradable. La verdad es que cuando estoy con Fernando se me olvida todo, nada más somos él y yo. Después de la cena me deja en mi casa y se va.

Me doy una ducha y me pongo la pijama, bueno la verdad es un mocho de pijama azul y una blusa larga de mi hermano; un día se la quité y no se la devolví, es muy cómoda. Cepillo mi cabello y voy a la cocina por un poco de agua, después voy a mi cuarto y me acuesto. Comienzo a pensar en como será mi vida casada con Fernando, que mi hija le diga papá. Y en verdad se merece más esa palabra que el imbécil de Leonardo, que no sabe de todo lo que se perdió y definitivamente nos perdió.

Con esos pensamientos me quedo dormida.

Me despierto por el sonido de la alarma, son las 6:30 a.m. y tengo una flojera impresionante; me siento un poquito mal, me duele la cabeza y tengo los pies hinchados, además estoy mareada y con nauseas. No tengo ganas de ir a trabajar, así que tomo mi teléfono y llamo a Bruno, al tercer tono contesta.

Aby, ¿qué pasa?¿por qué me llamas a esta hora?

—Era para pedirte permiso y trabajar hoy en mi casa, me siento muy mal y no creo que sea conveniente salir de casa, por mi estado.

Está bien Aby, puedes trabajar en tu casa, nos vemos mañana, ya sabes que los borradores...

—Sí lo sé, no te preocupes, yo los llevo, que tengas un lindo día, bye.

Bye —dice y cuelga.

Me acomodo en la cama y sigo durmiendo a ver si se me pasa el dolor y la hinchazón en los pies.
Me levanto otra vez por mi celular, miro la hora en el reloj de la pared y son las 12:00 del medio día. Dios mío, cuanto dormí, no me lo creo, contesto el celular.

—¿Bueno? —digo tocando mi cabeza, el dolor no cesa.

¡Abigail! Por fin contestas me tenías preocupado, ¿por qué no fuiste al trabajo? ¿estás bien?

—Lo siento mi amor, pero me quedé dormida y no fui a trabajar por que me siento mal.

¿Cómo que te sientes mal? ¿qué sientes? ¿qué tienes?

—Me duele la cabeza, tengo los pies hinchados y un poco de mareo, también tenía nauseas, pero ya se me quitaron.

Son síntomas del embarazo nena.

—Está bien amor, ¿podrías pasar por mi coche en la empresa? lo dejé allá ayer.

Sí nena, yo te lo llevo, te tomas la pastilla y nos vemos horita, tengo que colgar, adiós.

—Bueno amor, bye —digo y cuelgo.

Voy a la cocina y preparo algo para almorzar. Me lo como, y me baño; me pongo una lycra morada y una camisa holgada blanca de tirantes gruesos que llaga debajo de mis glúteos, me quedo descalza, me hago un tomate y me pongo a trabajar en los borradores.

Cuatro horas y medias después termino y suena el timbre, voy a abrir y es Laura.

—Hola Aby ¿y esas fachas? Amiga, no las conocía —dice al entrar y se burla de mí.

—No te burles Laura, total estoy en mi casa —nos sentamos en el sillón.

—Okey, Abigail dime que eso no es un anillo —dice mi amiga asombrada tomando mi mano.

—No lo es —me mira incrédula y me rio —Tú me dijiste que te dijera. Ya, ya. Sí es un anillo. ¡Fernando me pidió matrimonio! —digo emocionada, casi gritando.

—No te pases amiga, podríamos hacer una boda doble —ya viene ella con sus locas ideas, pero no suena mal.

—No es mala idea, contémosle a nuestros prometidos. Aunque si es así tendrías que aplazar la tuya, porque yo no me quiero casar con una barriga —digo obvia.

—Amiga, si esa barriga se te ve sexy —dice con un ademán y yo rio.

—Ay Laura, tú estas loca, eres caso perdido —digo riendo.

—Hablando de tu embarazo, ¿ya sabes que va a ser el bebé? —pregunta quitándose los zapatos.

—Sí, va a ser una niña —respondo y ella comienza a saltar en el sillón y yo a reír.

—¡Voy a tener una sobrinita! ¿Te digo algo? Siempre quise que fuera niña, los niños son más complicados — confiesa y le tiro una almohada.

—Pues, a mí no me importaría, sería lo que Dios quisiera —le digo.

—Sí, como no —ruedo los ojos —Hay que comprar las cosas, yo te acompaño —sugiere emocionada.

—Está bien amiga, vamos el fin de semana —digo emocionada también y en eso tocan el timbre.

—Yo abro Aby, no te preocupes —asiento.

Abre la puerta y es Fernando, lo hace pasar.

—Hola amor —me besa.

—Bueno amiga yo me voy, me llamas para cuadrar —me guiña un ojo y sonrío.

La acompaño a la puerta y se va. Con Fernando nos ponemos cómodos. Me revisa para ver si tengo algo raro por lo de esta mañana y después vemos una película; lo tengo que convencer para que se quede hoy conmigo, no quiero dormir sola. Minutos después que se acaba la película ambos caemos en los brazos de Morfeo.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora