Capítulo 16

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Siento un olor muy fuerte. Muevo mi cabeza para otro lado, pero nada sigue ese olor, así que abro los ojos lentamente.

—Ya está despertando —escucho decir a mamá.

—Mi amor, ¿estás bien? ¿te sientes bien? —pregunta Fernando ayudándome a sentar.

—Sí, solo estoy un poco mareada —toco mi cien.

—Voy a buscarle un poco de agua —dice Laura desapareciendo de la sala.

—¿Por qué estoy aquí?¿qué pasa mamá? —pregunto preocupada y luego recuerdo todo —¿Dónde está Lucas? —trato de ponerme de pie, pero caigo mareada en la silla otra vez.

—Cariño con cuidado, tranquila, eso le hace daño al bebé —Fernando trata de calmarme y me da el agua que trajo Laura.

—¡Yo no quiero agua, no pedí agua! Ahora dime ¿Dónde y como está Lucas? —pregunto estresada y le devuelvo el agua.

—Mira preciosa, Lucas, está en coma —una lágrima se desliza por mi mejilla.

—No... No puede ser cierto mi hermanito no —digo llorando y Fernando me abraza.

—Ya nena, tu hermano va a salir de esta rápido, tú y yo sabemos que Lucas es fuerte —me separo de él.

—Quiero verlo —miro a mi mamá.
—Está bien Aby, pero cálmate acuérdate del bebé —advierte mi mamá y yo me levanto de la silla.
—Ven Aby, te llevo —Azael toma mi mano derecha, pero Fernando me toma de la izquierda.

—Todo va a estar bien ¿si? —asiento y me da un beso en los labios.

Me voy con Azael al cuarto de mi hermano y él me deja en la puerta. Le digo que quiero estar a solas con Lucas y se va.

Entro al cuarto y al verlo ahí tan quieto y así, me parte el corazón de una manera horrible. Me acerco y le acaricio la mejilla, luego tomo su mano.

—Hola pecas... —comienzo a llorar —Yo sé que tú eres fuerte... Y vas a salir de ésta... Lucas yo te quiero mucho, tienes que levantarte de aquí... Si quieres no te vuelvo a decir pecas, ni te molesto con Emma, pero por favor... Por favor, no nos dejes... Despierta ¿si? —digo llorando.

Fernando entra a la habitación y me abraza.

—Ya nena, no te hagas más daño —acaricia mi cabello.

—Lucas es muy importante para mí, básicamente es él, él que casi siempre me está haciendo reír. Es un niño muy especial y no se merece estar así —me separo de Fernando.

—Yo sé que Lucas es especial e inteligente, mi hermana me lo ha dicho, y yo me he dado cuenta en el tiempo que llevo saliendo contigo —dice —pero ya no llores piensa en el bebé, en Lucas. Ellos te necesitan fuerte y bien —asiento.

Ya empieza a darme dolor de cabeza y yo debo pensar en mi hijo, también en que a Lucas no le hubiera gustado verme así. Abrazo a Fernando.

—Gracias por hacerme entrar en razón cuando estoy histérica, muchas gracias, te quiero —le doy un beso.

—Para eso estoy preciosa —me da otro beso y limpia mis lágrimas con sus pulgares —ven, vamos para que comas algo, estoy seguro que no has comido nada desde el incidente en la universidad o ¿me equivoco? —pregunta y yo niego.

—No, no te equivocas, vamos —me despido de Lucas.

Salimos con las manos entrelazadas y con mi cabeza en su hombro.

Llegamos a la sala de espera y allí están todos preocupados, por la personita más especial de nuestras vidas.

—Aby hija, ¿cómo lo viste? —pregunta mi mamá limpiándose las lágrimas.

—Mal mamá, muy mal, me partió tanto el corazón verlo así, en esa cama... —detengo las lágrimas.
Antes que diga otra cosa llega el doctor.

—Doctor, ¿cómo está mi hijo? —el doctor se acerca.

—¿Lucas Johnson? —pregunta y todos asentimos —El caso de Lucas es muy delicado. Como ya les dije está en coma y todo fue porque el camión frenó y lo tiró, sino Lucas estuviera mucho peor —mamá rompe en llanto, yo la abrazo —Les diría que se vayan a su casa a descansar, por ahora no hay nada que hacer —se va.

—Ya oyeron, no podemos hacer nada por Lucas hoy. Lo mejor es que todos se vayan a descansar, yo me quedo cuidando a Lucas —dice Azael.

—No, yo no me quiero ir de aquí, quiero estar con Lucas —mi mamá me toma de las manos.

—Tú tienes que descansar mi amor. El doctor dijo que tenías que estar en reposo y no lo has echo. Debes pensar en mi nieto, ya no te estás cuidando sólo tú, sino que tienes otra responsabilidad, así que vez a descansar —dice mi mamá en tono autoritario y yo asiento.

—No se preocupe, yo me aseguro que descanse —dice Fernando.

Nos despedimos y vamos a su auto, nos montamos y Fernando arranca.
Llegamos a la casa en aproximadamente media hora, entramos y nos sentamos en el sillón, miro el reloj y son las 7:30 P.M.

—¿Qué quieres cenar cariño? —pregunta Fernando yendo a la cocina.

—Unos espaguetis con albóndigas, ¿sabes hacer eso? —pregunto con una ceja alzada.

—Claro que sí, ahora ve y date un baño, los espaguetis estarán en media hora más —dice y yo asiento; antes de irme le doy un beso en los labios.

Entro en mi habitación y voy al baño. Me quito la ropa y me doy un relajante ducha de 20 minutos. Salgo del baño y busco mi pijama de osito, que consta de un pantalón largo lleno de ositos pequeñitos y una blusa de tirantes blanca con un oso grande en el medió. Cepillo mi cabello y me siento en la cama, en eso entra Fernando con una bandeja de comida.

—Aquí está nuestra comida, ¡a comer! —nos ponemos a comer los espaguetis.

Luego de eso, lavamos los platos y subimos a la habitación. Hablamos de muchas cosas; le cuento sobre el trabajo y el departamento que quiero. Al principio no aceptó, pero logré convencerlo y me va a ayudar. El método para convencerlo me deja muy cansada, así que caigo en un profundo sueño.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora