Capítulo 38

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Fernando Miller

Salgo del hospital y me dirijo a la comisaria, llego en aproximadamente en 10 minutos.

—Teniente —él voltea y me sonríe.

—Ya localizamos a su familia —dice y yo sonrío.

—¿Y qué esperamos? —pregunto.

—Lo estábamos esperando a usted. Ya nos podemos ir, teniente Rodriguez, mandeme refuerzos a esta dirección —le da un papel a otro policia y salimos de la comisaria.

Abigail Jhonson

Ya pasó una semana desde que me trajeron aquí. Todos los días es lo mismo y no me han dejado ver a Victoria... Extraño tanto a mi niñita, a Fernando y todos los días le pido a Dios que nos encuentren y podamos estar juntos todos otra vez, Victoria, los mellos él y yo. Como la familia que somos.

Me pongo de pie y siento un fastidio en la parte baja de mi vientre, no le presto la más mínima atención, en eso entra Leonardo exaltado.

—Tenemos que irnos —dice y me agarra del brazo.

—¿Para dónde? —pregunto confundida.

—No entiendes, ya nos encontraron maldita sea, camina rápido —escuchar eso hace que mi corazón lata más fuerte.

—¿Cómo quieres que camine rápido? No ves que estoy embarazada idiota, ésta barriga no me deja caminar —en eso viene Camila y trae a Victoria.

Pero la está jalando y mi hija llora, cuando me ve se suelta de Camila y corre hacía mí.

—No la trates así Camila —la regaña Leonardo.

—Mamá —dice llorando y la abrazo, comienzo a llorar también.

—Mi amor. Chiquita, no sabes cuanto te extrañé —beso su cabeza y la abrazo más fuerte.

—Bla bla bla, parence de ahí tenemos que irnos —habla Camila.

Tranquilizo a Victoria y la tomo de la mano, empezamos a caminar y se escuchan patrullas —Fernando vino por nosotras —pienso.

—¡Salgan con las manos en alto! —se escucha.

—Leonardo y ahora que hacemos, yo no quiero ir a la cárcel —lloriquea Camila.

—Eso lo hubieras pensado antes —me burlo de ella y me da una bofetada.

Con ese zarandeo, siento un dolor horrible en mi vientre.

—Ahhh —grito por el dolor y toco mi vientre.

—Mamá ¿lele? —pregunta mi hija y toca mi vientre.

—Mis bebés -—digo con dificultad, otra contracción.

—Leonardo rápido, ahí vienen —dice Camila.

—Pero mirala tenemos que ayudarla —otra contracción viene a mí.

—Es ella o nosotros —se escuchan pasos.

—Los tenemos rodeados —dice la policía.

Camila nerviosa me arrebata a Victoria de los brazos, no puedo hacer mucho por el dolor.

—Me dejan ir o le disparo —le apunta con una pistola a Victoria.

—¡No! —grito con dolor.

—¡Camila esto no estaba en el plan! —grita Leonardo.

—Alejate o le disparo —se está yendo con mi hija.

Pero en un ágil movimiento Leonardo le quita a Victoria, quién corre hacía los brazos de Fernando, este último la abraza. Camila y Leonardo comienzan a forcejear, se escucha un disparo y a los segundos Leo cae al suelo y ella sale corriendo, dos patrullas la siguen.

Otra contracción.

—¡Ahh! —grito y Fernando viene a mí.

—Mi amor, no sabes cuanto las extrañé —me abraza.

—Yo también... Pero ahorremos esto... Y llevame a un, hospital —lo último lo grito por una contracción y para que reaccione.

—Cierto —dos policías se acercan y me meten en una ambulancia.

Este maldito dolor cada vez aumentaba más y más.

—¡Rápido! —grito llorando.

—Ya estamos llegando no te preocupes —Fernando agarra mi mano.

¿Qué no me preocupe? Como él no es el que está en trabajo de parto.

—¿Papá?¿Mamá? —pregunta mi niña.

—Que ya tus hermanitos van a nacer.

—Tiiii —chilla mi hija, alegre.

Siento que la ambulancia se detiene y comienzan a rodar la camilla.

—Fernando tengo miedo —susurro.

—¿Por qué? mi amor, si tu ya pasaste por esto.

—Si pero era un... Solo bebe.

Me ingresan a una sala y comienzan a prepararme. Cinco minutos después entra Fernando con un traje azul.

—Cuando le diga que puje lo hace por favor —asiento —ahora —pujo.

—Otra vez —lo hago de nuevo y respiro profundo.

Una enfermera me quita el sudor de la frente.

—Una vez más ya tenemos la cabeza —pujo y aprieto la mano de Fernando.

Vuelvo a pujar y escucho un llanto.

—Es un niño —Fernando besa mi cabeza y el dolor vuelve, así que pujo nuevamente.

Cinco minutos después se escucha el llanto de un bebé.

—Es una niña —es lo único que escucho antes de caer en un profundo sueño.

Un Pedacito De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora