Capítulo 32

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Un mes y tres semanas después

Ya pasó un mes y unos días. Victoria está un poquito más grande, y hermosa obviamente. Fernando y yo nos casamos hoy. Ahora mismo me estoy poniendo el vestido de novia, estoy tan nerviosa, no veo a Fernando desde ayer. Victoria lleva puesto un vestido blanco, medias, zapatos y una diadema del mismo color, o sea, toda de blanco y se ve adorable mi niña.

—Aby vamos, no hagas esperar a tu amado —dice Laura que es mi madrina de bodas.

—Estoy muy nerviosa Laura —salimos del cuarto.

Llegamos a la iglesia y ahí está Fernando, se ve tan sexy en smoking. Nos quedamos en la puerta hasta que suena la marcha nupcial y entro del brazo de mi padre, me entrega a Fernando y comienza la ceremonia.

Al terminarla ya soy la señora Miller al fin. Luego nos vamos a la fiesta y me quito el vestido de novia cambiándolo por uno beige que tiene un lazo a la mitad del estómago.

Luego de unas horas, lanzo el ramo y le cae a una amiga de Fernando. Luego nos vamos de luna de miel, bueno no tanto porque Victoria nos acompaña no la quisimos dejar. Está muy pequeña aún y necesita de mí.

Un año después...

Ya pasó un año desde que fue mi boda y luna de miel, y adivinen, estoy embarazada de nuevo, esta vez de Fernando obviamente; está tan feliz y eso me alegra. En un principio me sorprendí demasiado, no me lo podía creer, ya después lo acepté y no puedo estar más feliz.

Tengo seis meses de embarazo y no va a ser uno, si no dos. Serán mellizos, niño y niña. Victoria ya tiene un año, ahora está mas hermosa y se nota más el parecido que tenemos. Laura ya tuvo a su hijo y es un niño, se llama Andrés, se parece a mi hermano, aunque también tiene cosas de Laura, ahora mismo tiene cuatro meses.

—Aby, ya me tengo que ir —dice Fernando y viene a besarme.

—Que te vaya bien y ojo —le advierto y se ríe.

—Cuidas a Victoria y a los mellizos — dice y caminamos a la puerta.

—Con mi vida —Fernando me besa y sale de la casa.

Cierro la puerta y al voltear veo a mi niña caminando hacia mí.

—¿Pá? —pregunta mi hija que viene restregándose los ojos.

—Se fue a trabajar, mi amor —ella me mira.

Hace señas con sus manos, que solo significan una cosa, tiene hambre. Yo sonrío y tomo su mano.

Mi hija empezó a dar pacitos a los ocho meses. Ahora ya camina mejor y solita.

Vamos al comedor y ya está servido el desayuno. La siento en su silla especial para comer y le doy la comida para luego comer yo.

Cuando terminamos, la baño y la cambio. Le pongo un vestido azul y unas zapatillas negras, peino su cabello, le hago dos colegas altas y la dejo con Domitila, mientras voy a cambiarme. Por otro lado, yo me pongo un vestido para embarazadas, con unas zapatillas negras y amarro mi cabello en una coleta alta, salgo y Domitila ya nos tiene todo listo.

—Gracias Domi, regresamos en la tarde. Si Fernando llama, estamos en la casa de mi mamá, para que Victoria juegue con su tío Lucas —digo —Hija dile chao, despídete de la nana —ella camina hasta Domitila.

Le hace un ademán con su mano y Domitila le da un beso en la mejilla.

—Chao mi niña —dice Domitila.

Victoria llega hasta mí y la tomo en brazos. Voy al garaje y saco el auto, meto a Victoria y la acomodo bien en la silla para bebes, me doy la vuelta y entro. Arranco y en menos de una hora llegamos a la casa de mi mamá.

Saco a Victoria del auto y tocamos la puerta de la casa, mamá abre.

Victoria mira a mi mamá y se alegra, corre hasta ella.

—¡Mi amor! —mi mamá la carga y le da un beso en la mejilla.

—¿Y para mí no hay uno? —voy a abrazarla, y me lo devuelve, pero sin bajar a Victoria.

—Claro que sí, entren —besa mi mejilla y baja a victoria para que entremos.

—Aby, tiempo sin verte —dice Laura y la saludo.

—¿Y Lucas? —pregunto sentándome en un sillón.

—En el colegio —asiento.

—Má —mi hija se pone frente a mí.

Mira hacia todos lados y señala un juguete.

Eso quiere decir, que quiere jugar.

—Ahora que llegue tu tío, cariño —ella asiente.

Mi mamá se la lleva y desaparecen de la sala. Seguimos hablando mientras que Victoria juega. Minutos después llega Lucas y se une a su sobrina, como a las 4:30 P.M. decido que ya es hora de irnos.

—Vicky cariño, ya nos vamos despídete —ella me obedece.

—¿Cuándo vuelves hija? —pregunta mi mamá cuando se separa de nuestro abrazo.

—No lo sé, mamá —Victoria llega a mi lado.

La tomo en brazos y salimos de la casa de mi mamá, la subo al carro, y conduzco hasta una tienda cercana.

Tengo que comprar algunas cosas más para los mellizos, cosa que no le puedo pedir a Domitila. Llego y estaciono el auto, Victoria se entema de una muñeca que ve y nos dirigimos al puesto para comprársela. La compro y vamos a una tienda de bebés que acabo de ver, entramos y compro las cosas que me faltan (pañales, biberones, y más ropa). Luego vamos a una cafetería cercana, ya me está dando hambre. Al llegar nos sentamos en una mesa, en eso se acerca la Mesera.

—¿Qué van a ordenar? —pregunta.

Saca una libreta de su bolsillo y un lapicero de su cabello.

—El combo para bebés, una dona y una malteada —ella anota.

—En un momento está listo —se va.

—Má, pomida —dice victoria y yo le voy a responder pero escucho que dicen mi nombre.

—Abigail... —dice una voz muy conocida para mí.

Me volteo y me encuentro a quien nunca pensé ver más en mi vida.

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