Leonardo... Leonardo, me está llamando.
—Abigail, tiempo sin verte ¿cómo estás? —se acerca a mí.
Me pongo de pie y me ubico en frente de victoria.
—Estaba bien hasta que apareciste tú —digo luego de ponerme de pie.
—¿Estás embarazada? —pregunta sorprendido cuando me ve.
—¿No me ves? —respondo obvia y un poco molesta.
Siento que me jalan del vestido.
—Mamá —dice mi hija.
La miro y hace un puchero. Quiere llorar, debe tener mucha hambre.
—Esa... Esa es... Mi hija —susurra impresionado viendo a Victoria con un brillo en los ojos.
—No, Victoria nunca fue tu hija. Acuérdate que me pediste que la abortara —comienzo a recoger mis cosas, en eso llega la mesera.
—Señorita ¿quiere el pedido para llevar? —pregunta.
—Sí, por favor —ella se dirige al mostrador —hija, ven —ella se baja de la silla y me da la mano para que la agarre.
—Aby no te vayas déjame... —me toma de la mano y me suelto.
No dejo que termine la oración.
—¿Qué te deje conocer a tu hija?¿Para qué?, ¿para decirle en su cara que no la quieres? ¿para decirle todo lo que me dijiste a mí? No Leonardo, estás muy equivocado si crees que te voy a dejar ver a mi hija. Si no la quisiste antes, no la vengas a buscar ahora —me mira mal.
—Soy su papá —dice serio y un poco ¿molesto?
Me río irónicamente.
—Ahora si eres su papá, pues no. El único padre que tiene mi hija se llama Fernando Miller. Es el único hombre que merece que ser llamado así por ella —Leonardo hace una mueca y luego frunce el ceño.
—Aquí tiene señorita —la Mesera me entrega el pedido, lo tome y le pago.
—Gracias —respondo y me dirijo con Victoria a la puerta dispuestas a salir.
Leonardo me agarra del brazo nuevamente.
—Abigail, por favor perdóname, no sabia lo que decía, perdón —me suplica.
—¡Suéltame! —le ordeno y me suelta.
—Má, pomida —se queja mi hija.
—Ya nos vamos cariño, tranquila —le respondo a Vicky y la cargo.
Miro a Leonardo, tiene un brillo especial cuando mira a Victoria, como si de verdad estuviera arrepentido y por un segundo me dan ganas de perdonarlo. Pero, eso acaba cuando recuerdo todas las palabras que salieron de su boca; él me hizo mucho daño.
—No me vuelvas a buscar y desaparece de nuestras vidas como cuando estaba embarazada de victoria —nos vamos al estacionamiento.
La subo al auto y luego me subo yo.
Leonardo Salazar
Estoy en el supermercado comprando unas cosas que le faltan a mi departamento. Sí, volví, para recuperar a mi hijo y a su mamá. Después que le dije eso a Abigail aquel día, me arrepentí, estaba dispuesto a ir a su casa y pedirle perdón, pero su noviecito llegó a mi casa y me golpeó, cojí tanta rabia que me fui lejos. Pero ahora vuelvo dispuesto a recuperarlos.
Entro a una cafetería que está cerca y cuando voy entrando la veo ahí. Está hablando con una mesera de la cafetería. Menciono su nombre y ella voltea, al voltearse no pude creer esté embarazada de nuevo y ya me imagino de quién. Me acerco y comienzo a hablarle cuando siento una vocecita a su lado y ahí la veo, a mi hija, es una niña y se parece mucho a Aby. Ella intenta irse, así que la detengo, pero se suelta de mi agarre y se va, dejándome con ganas de abrazar a mi hija.
Salgo de la cafetería y voy a buscar mi auto, entro y en media hora después ya estoy en mi casa, comienzo a buscar en Internet donde vive Abigail. No voy a descansar hasta que me deje ver a mi hija y si no me la deja ver por las buenas, será por las malas.
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Un Pedacito De Mí
DragosteAbigail Johnson, es una chica de 19 años, segura de sí misma, inteligente y muy bonita, que se deja llevar por un momento de pasión y termina acostándose con su novio, Quedando embarazada. Ella decide contarle, pero él le pide que aborte. ¿Podrá Abi...