{Capítulo 12}:

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Después de unas horas me desperté, observé que ya estaba comenzando a anochecer. Mis padres no se habían movido de mi lado en todo momento. Estaban bastante preocupados y se veían mal, me dolía verlos así, me sentía la culpable de todo.

Me avisaron que tenía visita. Young asomó por la puerta, al verla me alegré.

—Young: Hola...—Dijo en un hilo de voz al verme y me abrazó con cuidado. 

—Young, has venido. Gracias...
La abracé como pude, ya que no me podía mover mucho y sonreí levemente.
Mis padres salieron y nos dejaron hablar a solas.

—Young: Dios mío...—Quedó anonadada al verme y rápidamente bajó la mirada.—¿Qué clase de salvajes te hicieron eso?—Su voz se resquebrajó.

—Bueno, ya no importa. Estoy bien. 

—Young: No, Ji, mira lo que te hicieron. Tienes que demandarlos, poner una denuncia a esos rateros. 

—¡No!—Dije al inmediato y ella me miró pensativa.—No, no tiene caso amiga. Además estaban encapuchados, no los pude ver.—Dije nerviosa.
Recordé cómo me amenazaron si llegaba a decir algo.

—Young: ¿Seguro que fueron ladrones?—Me preguntó dudosa.

—Claro, Young... ¿Quién iba a ser si no? 

—Young: No sé, pero lo que no entiendo es porqué no te robaron nada si a eso iban y a parte de eso, mira como te dejaron. Más que robarte pretendían matarte, ¿o qué? Yo lo veo muy extraño.—Después de eso yo me quedé en silencio, no supe que responderle. Ella me miró a los ojos.

—Young: Fueron ellas, ¿verdad?—Dijo en un hilo de voz, pero que sonaba seguro.—Fueron la estúpida de Naomi y sus amigas Ninna, Minha y Suzzy también, ¿cierto?—Yo agaché la cabeza.—Respóndeme, Ji. ¿Fueron ellas? 

—Young, por favor, no quiero hablar de eso. Estoy muy cansada. 

—Young: No, dímelo.—Me obligó a mirarle a la cara. Yo la miré y sin querer dejé derramar una lágrima.—Lo sabía.—Se levantó cabreada de la cama, ya que estaba sentada a mi lado.—Lo sabía.—Volvió a repetir y se volvió a sentar junto a mí.—No es la primera vez que hacen algo así. ¿Por qué demonios lo ocultas, Ji Ae?

Yo estaba llorando, le suplicaba que no dijera nada, pero ella no me hacía caso y quería contárselo a todos. Le rogaba y suplicaba que no lo hiciese. Ella no quería hacerme caso, pero al final me lo prometió, ya que yo lloraba desoladamente y estaba comenzando a sentirme peor.

—Young: Está bien, está bien, Ji. Que conste que lo hago porque estás mal y no me gusta verte llorando, pero te advierto, como esa estúpida haga algo más, te juro que lo cuento todo. A mí me tienen sin cuidado sus amenazas. Y sigo creyendo que no está bien que te calles esto, pero bueno es tú decisión. 

—Gracias, amiga, tranquila no ocurrirá nada. 

—Young: No sé como eres tan idiota de hacer esto. Eres demasiado buena y con quien no lo merece. ¿Acaso no ves cómo has terminado por su culpa? Por dios, Ji, acabas de despertar de un coma, ¡un coma! ¿Lo sabes?

—Young...

—Young: Está bien, está bien. Como quieras. Cambiemos de tema porque no sé cómo voy a acabar.— Estuvimos hablando, y el ambiente cambió.

—Young, te contaré algo... Me tomarás por una loca, pero bueno... Estos días que estuve dormida, sin reaccionar por culpa del coma, sentí algo raro. Tuve un sueño o algo así, pero era una sensación diferente. No parecía un sueño.

—Young: A ver, no entiendo nada...

—Sí, tía. Sentí que alguien estuvo aquí. Que me estuvo cuidando y me hablaba aunque yo estaba dormida. Era como un ángel que me protegía. Sí, era mi ángel de la guarda.

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora