{Capítulo 26}:

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Al día siguiente subí al coche y junto con Brenda fuimos al hospital.

Todo marchaba estupendamente y sobre la parálisis que tuve hace unos meses en las piernas ya no había secuelas. Llegamos a casa y le ayudé a Brenda a cocinar.

Realmente era una mujer muy agradable, a medida que la iba conociendo me caía mejor. No me extrañaba que fuera gran amiga de mi madre, se parecían mucho.

Entre plática y plática, sin darnos cuenta ya se habían hecho las tres de la tarde.

—Brenda: Sí, vale, no te preocupes cariño, no hay problema. Iré yo.

Tras eso colgó la llamada.

—Ji, qué pena dejarte sola, tengo que ir a recoger a Yumi. A Iroshi se le complicó un trabajo y tuvo que quedarse. ¿No te importaría si voy a recogerla?

—No, claro que no. Ve sin problemas.

—Brenda: Que sepas que ahí está la comida, ¿vale? Jimin llegará dentro de un rato. Serviros y comed, yo llegaré en una media hora. Bueno, me voy.—Sonrió.

—Adiós.—Sonreí yo también.

Me quedé sola en casa, tras unos minutos escuché la puerta.

—Jimin: Hola—decía él entrando al salón.

—Hola—le contesté sentada en el sofá, apagando la televisión.

—Jimin: ¿Y mis padres?—Dejó su chaqueta del uniforme doblada encima del sofá y se aflojó un poco el nudo de la corbata.

—Tu padre tuvo que quedarse en la oficina y tu madre fue a por Yumi. 

—Jimin: Bueno...—Se dirigió a la cocina.

Yo fui tras él y me lo encontré mirando por todos los estantes. 

—La comida está preparada allí. Tu madre me dijo que te lo dijera.—Le indiqué el lugar.

—Jimin: Ah, okey...—Se sirvió y se sentó a comer.—¿Comiste?

—No.

—Jimin: Entonces come conmigo, no me gusta comer sólo.

—Está bien... A mí tampoco me gusta comer sola.—Me serví en un plato y me senté en la mesa, en frente de él.

—Jimin: Entonces, ¿eso quiere decir que me esperaste?—Se le dibujó una sonrisa misteriosa en la cara. 

—Sí, pero no significa nada más allá de lo que piensas.

—Jimin: No sabes lo que pienso.

—Pero lo deduzco...—Él soltó una carcajada.

Comenzamos a comer y la verdad es que me lo pasé bien, esa tensión de ayer cuando llegue ahora se había aflojado. Me sorprendí al ver que se podía hablar con Jimin sin que fuera arrogante o grosero.

Me gustaba esa parte de él, esa forma de ser, esa faceta que tenía y a la vez me sorprendía.
Fuera del instituto era otro chico, distinto y podría decir que hasta gracioso y cariñoso con la gente de su alrededor.

Pero luego, esa parte de chico malo, maleducado y arrogante salía a la luz, esa parte que no me gustaba de él y me hacía cambiar de opinión respecto a él.

Era como estar con una persona con doble personalidad y eso me confundía bastante.

Aunque ahora estábamos los dos, comiendo juntos y sin discutir, ni nada por el estilo. Me ayudó a recoger la mesa y yo me encargué de fregar los platos. 

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora