{Capítulo 35}:

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~Narra Jimin...~

Pasaron más de quince minutos y seguramente que leyó el mensaje, pero la pregunta es, ¿por qué todavía no está aquí?
Estaba comenzando a cabrearme. No estaba acostumbrado a que alguien no hiciera lo que yo quiero. Soy Park Jimin, ninguna mujer me ha rechazado hasta ahora. ¿Acaso cree que puede darse ese lujo?

A decir verdad yo ya tendría que haberme cansado de ella, como pasó con todas las demás con las que estuve.
Seré un egocéntrico, un mujeriego, un orgulloso, pero me da igual porque así fui siempre.
No permitiré que ninguna mujer se burle de mí de esta manera y ahora se lo dejaría bien claro.

Busqué mi camiseta para ponérmela, pero en ese instante y para mí sorpresa, ella entró en mi habitación. Cerró y apoyó su cuerpo en la puerta. Tiré la camiseta que me iba a poner al sillón.

-Hombre, ¡por fin! Ya estaba por salir a buscarte, pensé que no vendrías-me acerqué a ella.-¿Por qué tardaste tanto? Te dije que vinieras-le reproché molesto y ella frunció el ceño al hablarle así de rudo.

-Ji: ¿Qué quieres a éstas horas, Jimin?

-Quiero que hablemos-apoyé mi mano en la puerta y la miré firmemente a los ojos.-¿Te crees que tienes derecho a ignorar mis mensajes?

-Ji: ¿No puedes decirme lo que me tengas que decir mañana?

-No. Lo que tengo que decirte no puede esperar a mañana-elevé mi mano hacia el seguro de la puerta y cerré.

-Ji: ¿Por qué cierras con seguro, es necesario a caso?

-Porque me da la gana. ¡¿Por qué no te callas de una vez y dejas de hacer tantas preguntas, ah?!

-Ji: ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué de repente me hablas así?-no le contesté.-¿Sabes? Viendo cómo estás, creo que fue un error venir aquí-quiso salir, pero yo la detuve y la empujé nuevamente contra la puerta.-¿Qué demonios haces? Suéltame.

-¿Quién te dijo que te fueras? ¿A caso te di permiso?-elevé mi tono de voz.

Ella arrugó las cejas nuevamente.

-Ji: No necesito tu permiso para salir, ¿quién te crees que eres?-me empujó y me miró a los ojos, notablemente enfadada.

-Tú te quedas aquí.

-Olvídate, Park, me largo a mi habitación. Estás acostumbrado a que se haga lo que tú quieras por encima de todo y así no funciona-intentó salir, pero yo la volví a empujar, ahora más fuerte, contra la puerta.-¡Como no me sueltes te juro que voy a gritar!

-Adelante, ¡grita!-dije a centímetros de su rostro.-Grita para que vengan todos y sepan de una vez todo lo que ha pasado entre tú y yo, será entretenido. ¡Venga, hazlo!

La hice mirarme a los ojos y ella apartó mis manos, deshaciéndose del agarre que ejercía sobre sus mejillas.
Después caminó por la habitación, alejándose con pasos alterados de mí.

-Ji: ¡Está bien, será como tú quieras!-se sentó en el borde de la cama.-Dime lo que sea cuanto antes para irme.

Solté una risita burlona y me puse en frente de ella. Ji elevó su rostro hacia arriba para mirarme.

-¿Quién te dijo que te irás? ¿Acaso no te quedó claro? Tú dormirás esta noche en mi cama, conmigo, claro está-acaricié su rostro con mi dedo, mientras la miraba de arriba a abajo.-¿Por qué crees que te necesitaba? ¿Por qué tenía miedo de dormir solito? Es por otra cosa por lo que te llamé.

Ji me comenzó a mirar totalmente confundida. Se fue alejando de mí, pero yo la acorralé en la cama. No tenía escapatoria.

-Es la última vez que tratas de ignorar mis mensajes. Si yo te digo que vengas, vienes inmediatamente, no después de quince minutos. ¿Entendiste?

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora