{Capítulo 15}:

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Al día siguiente me desperté, con una sensación extraña por algo que no recordaba muy bien.
La enfermera entró en la habitación.

—Buenos días, señorita.—Dijo al ver que me desperté. 
—Buenos días.
—¿Cómo se encuentra? 
—Bien, mucho mejor. ¿Mis padres están? 
—No, señorita. No han llegado todavía.
—Ah, gracias. Enfermera...
—Por favor, llámame Yonna.—Sonrió amablemente ella.
—Okey, Yonna. ¿Puedo preguntarte una cosa?
—Claro que sí, dime.
—No, es igual. Es una tontería...—Dije cambiando de opinión.
—No, dime, muchacha.
—Ayer, ¿alguien vino a mi habitación?
—¿Cómo? No te entiendo...
—Quiero decir, cuando ya todos se fueron y era de noche.
—Claro que no. Las visitas están prohibidas y después de que sus padres se fueran nadie pudo entrar, sólo las enfermeras. 
—Sí, ¿verdad? Muchas gracias, Yonna.
—De nada, hermosa.—Sonrió ella.

Llegaron mis padres, después Young. Estuve hablando con ella y finalmente se fue.

Yo seguía pensando en lo que ayer, creo, soñé.
¡¿Realmente Jimin me besaba en sueños?! Era tan real, pero aún así imposible, una locura. ¿Qué haría él aquí? ¿En el hospital? ¿Besándome a mí?
No, definitivamente no. Debió ser cosa de mi imaginación. Me pregunto porqué soñé eso.

Al día siguiente...

Ya era la hora de la verdad...
¿Podré caminar o no? ¿Me quedaré así por toda mi vida o volveré a ser como antes?

Cuando el doctor entró, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Por fin sabremos el resultado. O era todo, o era nada.

—Doctor: ¿Preparada?
—Sí, doctor.—Respondí con un cierto temor por saber la verdad.

El doctor retiró la manta y con cuidado me hizo sentarme a un lado de la cama. Mis pies quedaron colgando.

Deja .

Él cogió el martillito de aquel día, cuando me golpeó la pierna y no sentí nada.

Me atemorizé en cuanto recordé aquello y dudas empezaron a bombardear mi cabeza. El médico dio un leve e instantáneo golpe en mi rodilla. 

—Doctor: ¿Sentiste algo, Ji?—Todos me miraron ansiosos de saber mi respuesta. 
—No lo sé...
—Papá: Ji, ¿cómo que no lo sabes, hija? 
—No lo sé, papá—estaba confundida y muchos sentimientos rondaron en mi interior.
—Doctor: No pasa nada, está confusa. Probemos otra vez, ¿vale? Relájate y dime qué sientes.—Así hizo, yo no sentí nada.

Probó otra tercera, esta vez en un sitio diferente. En cuanto golpeó, mi pierna hizo un movimiento reflejo. Mi pierna se movió. El médico abrió los ojos ampliamente al igual que mis padres y yo.
 
—¡Lo sentí doctor, sentí el golpe!
—Doctor: Eso veo—sonrió.—A ver, vamos al otro pie. No te dejes llevar por la emoción y sigue relajada. Quiero que me digas si también sientes la otra pierna.—Golpeó mi otro pie y sentí un leve golpecito lo que me hizo ponerme más alegre.

El médico sonrió al confirmarle que sentía el golpecito. De mis ojos brotaban lágrimas de la gran felicidad que sentía en ese preciso instante, podía sentir mis piernas y eso simplemente me dio una gran esperanza. Estaba tan feliz que sin pensármelo abracé al médico y tuve la impresión que casi lo ahogaba. El pobre tosía y yo le pedí disculpas. 

—Gracias, doctor, ¡gracias de verdad! No sabe cómo me siento, le debo mucho, muchas gracias...—Sollocé y empecé a llorar de nuevo. 
—Doctor: No me tienes que dar las gracias, jovencita. Es mi trabajo, y el de todos los médicos.—Yo seguía llorando, abracé de nuevo al doctor, todos rieron. 
—Bueno ya puedo caminar, ¿no?—Me fui a levantar. 
—Doctor: ¡No! ¡¿Cómo se te ocurre?!—Se alarmó y yo me detuve.—Todavía estás débil, tus piernas aún no pueden soportar tu peso. Tienes que permanecer en reposo. Pronto empezarás a ir a rehabilitación y volverás a caminar. Serás la de antes, pero ahora no puedes hacerlo tan a la ligera. Estás recién operada.—Sonrió amablemente. 
—¡Aaay!—exclamé feliz—. ¿Cuándo podré empezar las clases de rehabilitación? 
—Doctor: En una semana, cuando ya estés recuperada de tu operación en la columna y te quiten los puntos.
—¿En una semana?
—Doctor: Por supuesto.
—¡Qué bien!—Todos rieron. 
—Doctor: ¿Estás contenta?—sonrió.
—¿Que si estoy contenta? ¡Estoy feliz!
—Doctor: Pues me alegra escuchar eso.

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora