{Capítulo 30}:

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AVISO: Como ya indico, esta novela contiene vocabulario inadecusdo y sexo explícito, que no es apto para todo tipo de público. Ya lo dije, pero de todas formas me gusta recordarlo.

No me hago responsable de cualquier trauma o algo de ese estilo, queda bajo vuestra responsabilidad.

Sin más que aclarar, os dejo con el próximo capítulo.

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Brandon me llevó a la parte trasera de la casa. Allí había una especie de amaca de jardín, nos sentamos y aquel chico me miró detenidamente.

—Brandon: Eres preciosa. Me gustas mucho, cariño—me susurró al oído y yo reí.

Me estremecí entera cuando Brandon se acercó a mí y sin más demora atacó mis labios.
Tal acto me sorprendió de tal manera que ni siquiera me dio tiempo de reaccionar, simplemente me quedé quieta.
El chico se separó de mí y me miró de nuevo.

Sentí como comenzó a acariciarme el muslo abiertamente y quiso besarme de nuevo, pero en ese instante apareció Jimin, quien se había percatado de todo.

—Brandon: Ey, tío.—Sonrió.—¿Qué haces por aquí?—Jimin lo miró con odio y luego dirigió su mirada hacia mí.

—Jimin: Se acabó la fiesta, nos vamos.—Me agarró de la muñeca y me obligó a levantarme de una manera brusca y dolorosa.

—¡Ey, suéltame! ¿Qué te pasa? Me haces daño.

—Brandon: Oye, te dijo que la soltaras. ¿Estás sordo o qué?—Tiró de mi brazo e hizo que Jimin me soltara.

—Jimin: ¡¿A ti quién demonios te dijo que te metieras en donde nadie te llama!?—Se acercó a él molesto.

—Brandon: Me meto porque ella está conmigo y no quiere irse contigo. ¿No lo estás viendo?—Lo desafío con la mirada y Jimin lo empujó.

—¡Ey, ey, ey! Tranquilos.—Me puse en medio evitando así que empezara una pelea o cualquier roce entre ellos.

—Brandon: Mira, tío, somos amigos y no quiero pelear contigo, ¿sabes?

—Jimin: Ah, ¿sí? Entonces por esa amistad aléjate de ella, ¿lo pillas?—Lo señaló con el dedo y yo lo volví a separar.—¡Y tú, nos vamos inmediatamente, que lo sepas!—Me volvió a agarrar del brazo y me arrastró con él fuera de allí.

Yo le decía que me soltara, pero sin embargo él seguía caminando sin hacerme caso y en menos de lo que canta un gallo estábamos a fuera de la casa.
Cuando llegamos a un callejón solitario, ya no lo soporté más.

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora