{Capítulo 2}:

168 10 3
                                    

*Suena el teléfono...*

—Mmm, ¿quién es?—Dije medio dormida y molesta porque el teléfono no paraba de sonar.

¿Quién te crees que es? Anda que te has molestado en llamarnos.

—¡Maura!—Di un salto de la cama.—Amiga que alegría poder escucharte.

Sí, y tanto que ni siquiera me llamaste para avisarme de que estás bien, por lo menos.

—Lo siento, se me olvidó totalmente. Apenas llegué aquí ya era por la madrugada y allí por la tarde y el cambio de...

Ya, tonta, tranquila. No te preocupes más que no estoy enfadada. Comprendo que hayas llegado cansada.—Me interrumpió desde el otro lado de la línea.

—¿Y Nico, está contigo?

Sí, aquí está, intentando quitarme el móvil.

—Pásamela, anda—sonreí.

—Nico: ¡Hola, amor!
 
—Hola, preciosa, ¿cómo estás?

—Nico: Pues bien, aquí echándote de menos...

—Oh, y yo a vosotras, chicas.—Me senté en el suelo, apoyada en la pared.

Bueno, cuéntanos, ¿cómo es Corea?—Preguntó Maura.

—Pues he visto poco, pero por lo que he visto diría que es muy bonita, muy colorida y muy distinta. Hay muchísimas cosas que...

Así pasamos una hora hablando por teléfono, pues Maura me dijo que no me preocupara ya que había comprado un número con una tarifa para hacer llamadas internacionales ilimitadas.  Finalmente me despedí de ellas y colgué.

Después de la llamada estuve ahí sentada, en silencio, tenía un trago amargo al escucharlas y pensar que están tan lejos, pero bueno, tenía que acostumbrarme...

Me levanté del suelo y miré el cuarto. Me había quedado frita aquí dentro. Realmente estaría muy cansada.

Bajé abajo ya que nadie me respondía arriba. Busqué y busqué y fui hacia la cocina.

—Buenos días—dije por fin al encontrarlos. 

—Mamá: Buenos días, hija.

—Siéntate a desayunar.—Dijo mi padre.

—Mamá: ¿Has dormido bien? Ayer fui a llamarte, pero vi que te dormiste y preferí dejarte descansar.

—Oh, sí, sí. Nunca he dormido mejor. Esa cama es muy reconfortante—sonreí.

Terminamos de desayunar y recogímos la mesa.

Ese día limpiamos y ordenamos entre los tres. Nos llevó el día entero.
 
—Papá: Hija, ¿ya has pensado con qué habitación vas a quedarte?

—Pues me había planteado quedarme con mi habitación de cuando era pequeña.—Mi padre me miró un poco extrañado.

—Claro que voy a remodelarla a mi gusto. 

—Papá: Ah, vale.

—No sé, pienso que si fue mía cuando yo era pequeña, ahora también puede serlo.

—Papá: Pues no se hable más, entonces yo te ayudo con las cosas que necesites cambiar y a elegir los muebles nuevos.

—De acuerdo, papá.—Me fui a ir.

—Ji...

—Dime, papá.—Me detuve y me di media vuelta.

—Quiero hablar contigo sobre lo que pasó hace unos días...—Yo recordé lo que ocurrió cuando me dijeron que nos mudaríamos aquí.

Entre el amor y el odio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora