Diecisiete: A salvo

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Me quede acostada después de que Ashton se había ido, extrañamente me había sentido un poco tranquila con él. Sentí gruñir mi estomago con fuerzas. ¿Cuándo había sido la ultima vez que comí?

Me acosté de lado, abrace las colchas y cerré los ojos intentando dormir. ¿Que seria ahora de mi vida?

El ruido de mi estomago me despertó a la mañana siguiente. Mire de nuevo la habitación y por un momento pensé que lo de anoche había sido solo una pesadilla. No, no la podría definir como una pesadilla. Fue un sueño, un sueño.

Ashton, fue lo primero que salio de mi boca.

Justo en ese momento se abrió la puerta. Me tape con la colcha cuando vi a Hood en el marco de la puerta. Se veía recién bañado, vestía de negro como siempre, y sus brazos... probablemente sus brazos era lo que se me hacia mas atractivo de su cuerpo, sus tatuajes solo embellecían la vista que daba.

-Veo que amaneciste bien. –hablo con voz ronca.

No le dije nada, aun seguía molesta con el por traerme a este lugar.

-¿Qué tal tu primer cliente?

Asintió y sonrió.

-Por lo visto no me hablaras.

Cerro la puerta del cuarto y camino hasta la cama.

-Si piensas que es una forma tuya el "castigarme" al no hablarme estas completamente equivocada. Al contrario, pierdes tu al no hablarme.

Se inclino hacia mi de manera que apoyo sus manos a cada lado de mi cabeza, sus labios estaban muy cerca de los míos. No, ya no quería besarle. Si algo comenzaba a sentir por el, ya no existía, solo lo odiaba.

-Para tu suerte no me veras por unos días, saldré de la ciudad. Solo pasaba a despedirme de ti.

Asentí lentamente.

-No quiero que hagas tonterías porque si haces algo malo, te matan. Y esta vez no seré yo quien los detenga. –su miraba se posaba en mis labios.

-Llévame contigo. –dije en voz baja.

El negó y sonrió.

-¿Acaso te da miedo estar aquí?

-No quiero... no quiero que vengan hombres a....

-Eso debiste pensarlo antes de querer delatarme. Te dije que no tendría nada de piedad contigo, Allison.

-Perdón.

-Con un perdón no basta, se que lo volverás a hacer. Te conozco.

Negué.

-Se que lo harás. Es mas, podría apostar que intentaras huir de aquí, y al primer lugar al que iras será la estación de policías o a casa de tu padre, le contaras todo entre lagrimas y el después marcara a la policía. Pero sabes, no lo hará por que le preocupas, solo lo hará porque sabe que tendrá grandes beneficios si da a conocer mi identidad en publico.

-No me iré. -logre decir solo eso.

-Espero que te portes bien, no me agradaría ir tan pronto a tu funeral.

Aun seguía tan cerca de mí que podía sentir su cálida respiración.

-No me iré sin antes besarte...

Cerro los pocos centímetros que nos separaban, sus labios se movían rápidamente. Su beso era violento para nada romántico.

-No hagas ninguna tontería, All. Hablo en serio. –me advirtió por ultima vez.

El cuarto se quedo en silencio después del puertazo que dio Hood. Quería irme de aquí ahora mismo.

Pasaron las horas hasta que note por la ventana del baño que estaba oscuro. Por fin era noche. Debía irme ahora mismo de aquí aprovechando que Hood no estaría.

Tome todas las toallas y me traje la colcha junto con las almohadas para acomodarlas para poder subir y alcanzar mejor la ventana. Me subí hasta la sima de mi mini montaña suave, abrí la ventada donde apenas cabria mi cuerpo. Estaba sentada en el borde de la ventada, mire hacia abajo. Me daría seguro un buen golpe al caer, pero todo con tal de salir de aquí.

Salte y ahí empezaría uno de los primero golpes que recibiría. Logre levantarme y tras recuperarme de la caída corrí lo mas rápido sin saber donde estaba. Pasaba por calles oscuras o donde solo alumbraba un poste. Me asuste al ver un cuerpo apoyado en la pared, creo que era una mujer.

-¡Ayúdame! –le grite.

Ella camino hacia mi. Se me hacia conocida, pero no recuero su nombre.

-Así que estas perdida.... –hablo.

-Necesito que me lleves a casa, te puedo pagar muy bien. –dije desesperada.

Ella negó y por fin la reconocí. Era la chica que estaba una vez en la casa de Hood.

-Yo no ayudo a nadie y mucho menos a ti.

Camino hacia mi y sin esperarlo se aventó a mi. Caímos al suelo y ella me golpeaba sin preocupación en mi cara y cuerpo.

-¡Ayuda! –grite

-Cállate, zorra. Esta vez nadie vendrá, estas sola.

Saco un trapo de su bolsa de la sudadera y lo coloco en mi nariz. Sabia lo que pasaría.

-Hood sabrá lo malo que es meterse conmigo, tu seras mi mensaje para el. –fue lo ultimo que le escuche decir.

(.....)

Abrí los ojos, me sentía adormilada. Observe la habitación donde estaba, ¿Qué era este lugar?

Me dolía el cuerpo. Me tranquilizo ver a mi madre dormida en el sillón del cuarto.

Todo era tan confuso.

-Mamá. –le hable para saber si no estaba soñando.

Ella abrió los ojos y miro en mi dirección.

-All, ¿estas bien? –pregunto preocupada.

Escucharla y verla me hizo dar cuenta que no estaba soñando y tampoco era una pesadilla. Por fin estaba a salvo.

Sin Hood. 

HOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora