HOOD

Treinta y cuatro: Quédate

Pase una noche de nuevo en el hospital, para estos momentos ya estaba en la comodidad de mi cama. Todo estaba muy ordenado, tal vez alguien en la casa había decidido limpiar.

-Por cierto, Alex  vendrá a verte. -me aviso mi mamá

-¿Alex? 

-Sí, la operaron hace unos días. Por lo de su ceguera. 

-Lo recuerdo. 

Alex. 

Alex sabría que sucedió bien en mi accidente. Nadie me explicaba del todo que había sucedido, presentía que había algo detrás

-¡All!

Ví a Alex. Ya no llevaba su bastón para guiarse, pero usaba unas gafas. Fue hasta a mí para abrazarme con cuidado. 

-No sabes que gusto me da verte. 

Alex era una chica con mucho animo y creo que ya lo recuperó. Y me daba gusto. 

-Primero, quise ir a verte cuando estuviste en el hospital pero por indicaciones medicas no podía salir.  Apenas hoy pude salir.

-No te preocupes. 

-Me siento terrible por lo que sucedió. Me siento un tanto culpable... 

Guardo silencio de repente. 

-¿Por qué te sientes así? -pregunte. 

-Yo.... no sé. Creo que me siento con responsabilidad sobre ti. Olvídalo. ¿Que tal estas de tus lesiones? 

-Me la paso lo suficiente medicada para no sentir dolor.

Alex no pudo ocultar su sonrisa. 

-Creí que no volvería a ver. No veo un cien por ciento, pero estoy satisfecha con esto. Pero eso ahora no importa.

-A mí me da mucho gusto que vuelvas a ver, Alex. Estoy segura que a Tyler le daría hasta más gusto. -dije recordando a mi hermano con dolor.

Alex bajo la mirada. 

-Cambiemos de tema, ¿Luke se a puesto en contacto contigo? -pregunte

Volteo a verme, se paro de la cama y camino hacía la ventana. 

-Estoy segura que él esta al pendiente de ti, All. Eres su amor y nunca te dejara. Debo irme, mis padres ya han llegado por mí. 

Ya en la noche y como de costumbre, me encontraba acostada en la cama. observe la silla de mi escritorio. Es curioso porque llevaba desde que llegue del hospital una chamarra mía. 

Me pare de la cama y antes de llegar a ella escuche que tocaron la ventana. Sonreí, Sabia quien era.

Abrí la ventana y sin hacer ruido entro Hood. Traía una bolsa.

- Hey, gracias. ¿Ya como estas? 

-Mejor, ya quiero estar bien. 

-Pronto lo estarás. Traje unos chocolates, la verdad no se si te gustan. 

 Reí. 

-¿Son exclusivos para mí? -pregunte.

-Sí los quieres para ti esta bien.

-¿Por que te cuesta decir que me trajiste unos chocolates porque quisiste tener una muestra de aprecio hacía mí?

-Claro que no lo es, si fuera así lo diría.

Me quite el collarín para descansar un poco el cuello. Hood estaba ya acostado en la cama, entre al baño para cambiarme la ropa y ponerme pijama. Me mire al espejo, ya mis golpes se notaban menos, pero si me veía fatal. Por un momento me dio pena que Hood me viera en este estado. 

Abrí la puerta del baño, pero me regrese a mirarme al espejo del espejo de nuevo a mirarme. 

-Mierda. -susurre. 

-¿Pasa algo? 

Me sorprendió y voltee a ver a Hood en la entrada del baño. 

-No, solo...

Señale mi cara. 

-Me veo fatal.

-All, tuviste un accidente hace poco, ¿como esperabas verte? 

-No tan mal. 

Se acercó y me dio un suave abrazo. Le correspondí el abrazo, estuvimos un tiempo así. 

-¿Estas bien? -volvió a preguntar.

-No. Me siento mal emocionalmente, no sé que sucedió. Ni siquiera Luke se a comunicado conmigo, y esto solo me hace dudar de su amor. No se que esta pasando con todas las personas a mi alrededor y eso te incluye a tí. No se porque ya eres lindo conmigo, pero me gusta que lo seas. -dije mirándolo al borde de las lagrimas.

-Todo es por protegerte, All. 

Se inclino y me beso la mejilla.

-Vamos a comer mejor chocolates y olvidar todas nuestras mortificaciones por ahora. ¿Te parece?

-Esta bien.

Estuvimos viendo una película, realmente no preste atención. Sólo estaba acostada con Hood,me tenia abrazada de un brazo, fue fácil para mi quedarme dormida.

Sentí cuando se movió para irse, pero lo abracé para evitar que se fuera.

-Ya debo irme.

-Puedes quedarte, no me dejes. 

Se acomodo bien y volvió a abrazarme para dormir juntos. 

Quería que por primera se quedara conmigo, después de todo, sentía que el era único que me cuidaba.