Llevábamos caminando casi una hora, el bosque era más frondoso y húmedo de lo que recordaba, apenas habíamos oído el aullido de algunos monadrios en la lejanía o el aleteo de las pequeñas alas de algunos insectos, Ivy andaba la más rápida, quería llegar cuanto antes pero me costaba seguirla de cerca, aun me dolían las piernas del esfuerzo de ayer. Habíamos madrugado para ir pronto a Brelda, no convenía viajar de noche y mucho menos cruzando un bosque. Jocu, al igual que Ivy estaba emocionado por lo que me había contado ella, quería vivir también en Soluril, Remil señaló hacia el frente, el bosque se abría a medida que caminábamos hasta llegar al esperado prado, el césped estaba repleto de hojas marchitas que teñían la extensión de césped de colores castaños y amarillos. La piedra de las altas montañas parecía brillar por la luz del sol. Veíamos pocas nubes grises sobre los altos edificios de Soluril que ya dejábamos atrás, nos adentramos por el estrecho desfiladero, el aire se notaba mucho más cálido y me alegré de llevar puesto unos pantalones cortos a juego con mis botas de piel negras.
-Ya estamos en Brelda- añadió Remil con la sonrisa en la comisura de sus finos labios, aun no habíamos cruzado las montañas pero el suelo rocoso daba paso a la arena suave y cálida del desierto negro. Ivy echó a correr hacia las cúpulas de cristal verdes, alrededor se veían las reses pastando granos de trigo mezcladas con la arena. Remil y yo aligeramos el paso, vi a Roca, el garballo de Dara, atado a un poste junto a la puerta abierta de la cúpula de Remil. El animal seguía igual de gordo y con el pelaje algo más lleno de polvo de arenilla. Escuchábamos los gritos de alegría de Ivy dentro de la casa, crucé la puerta redonda tras Remil, quien dejó sus cosas sobre la alargada mesa de cristal esmeralda que separaba la cocina del salón. Jocu abrazaba a su hermana envolviéndola con sus fuertes y largos brazos, cuando se apartó de ella pude ver lo que había cambiado en tan solo dos semanas, se había afeitado aunque mantenía una barba de dos días y el pelo algo más corto, llevaba ropa de granjero que le hacía parecer más atractivo, parecía incluso más alto cuando me saludó estrechándome su gran mano. Su piel era algo más morena y ya no lucia los rasguños que tenía cuando lo rescatamos. Se echó un mechón de pelo rojizo hacia atrás con un grácil gesto. Aparté la mirada antes de que se diera cuenta de que estaba mirándolo.
-Gracias por la casa- fue lo único que entendí de la conversación que tenía con Remil, rodeaba a Ivy con un brazo acercándola a él de una manera tierna, que me hizo pensar como hubiese sido mi vida de no ser hija única. -Será mejor marchar hacia la ciudad cuanto antes- dijo Ivy exaltando su exuberante sonrisa, -Iviley, ¿Cómo has?- se percató de la mano derecha de Ivy que continuaba sin mostrar Heracles.
-Aprendí a retenerlo, aunque- dijo mostrando de nuevo su humeante Heracles rojo -tengo que concentrarme constantemente para que no surja de nuevo- terminó escondiendo su mano tras la espalda, en poco tiempo volvía a cesar. Remil continuaba mirando su casa como si la hubiese echado de menos, este hombrecillo de pelo morado no hablaba mucho, no compaginaba su caridad con su poca simpatía.
-Leyxa, quiero que sepas que creo en vuestro destino- dijo de pronto quedándose quieto frente a mí, tener al lado a Jocu y a Ivy me hicieron sentirme más aislada, como si supiera que destino tenía en realidad. Me sentía algo incomoda cuando me hablaban de eso, ya que parecía que todos sabían más de mi que yo. Noté una mirada inquieta de Jocu, pero en seguida se volvió para mirar a su hermana.
Terminamos de cargar algunas cosas sobre los garballos, Roca aguantaba bien el peso, aunque el garballo de Jocu era muy delgado se le veía fuerte.
-Hasta que volvamos a vernos amigo- dijo Remil abrazando a Jocu amistosamente, tras unas sonrisas marchamos hacia las montañas, a paso ligero llevábamos a los dos garballos por las riendas en silencio, Ivy no soltaba a Jocu, lo rodeaba con su brazo por la cintura y caminaban a la par como si fueran unos enamorados, me pregunté como seria que alguien me agarrase así, debe de estar bien.
ESTÁS LEYENDO
Hijas de los Dioses
FantasyPrimer libro de la saga Edantium. En esta historia seguiras la vida de dos chicas quienes tendrán que luchar para sobrevivir y descubrir quienes son y el por que ambas tienen una conexión que las hace tan poderosas. Una historia de amor, supervivenc...