Hijas de los Dioses

capitulo 8 Kerisal

-Kerisal- la voz de Dara me despertó, a juzgar por su mirada llevaba un rato intentando despertarme, la luz reflejada en el cristal de las paredes daba un tono verdoso y apacible a la habitación. Salí tras ella desperezándome, nos encontramos a Jocu en el pasillo, me miró con gesto serio, era bastante apuesto afeitado y con el pelo más corto. Se notaba casi castaño, su cara se notaba más delgada afeitado y su remilgado cuerpo se escondía tras unos harapos anchos. Entró delante de nosotras al salón. No me extrañó ver a Leyxa ya despierta, preparando el desayuno junto a Remil, él apenas le sacaba una cabeza a Leys.

-No tenias porqué volver a colocar las mantas- rió Jocu al ver como había envuelto e sofá con las sabanas y mantas, ella respondió con una timida sonrisa, se había puesto roja, reí para mis adentros. Unos gritos resuenan desde el pasillo, no sabría decir si estaría despierta ya que habíamos pasado la noche escuchándola. Unas sombras caminan tras la pared de cristal verdoso e irregular. Jocu abre la puerta ovalada y el rostro palido de Ivy se encuentra con nsotros. Jocu Se mantuvo de pie frente a ella, estaba tan débil que Jocu ofreció sus brazos para que ella se apoyase, -Iviley...- susurró Jocu, ella rompió a llorar.

-Estas...bi...- Ivy no pudo terminar la frase, se desvanecia entre los brazos de Jocu, intentando recuperar la respiración de incorporó de nuevo. Leyxa caminó hacia ellos y abrazó a Ivy, ella respondió con una grata sonrisa, una sonrisa enmarcada por las lagrimas que me estremeció el corazón.

-Me alegra que estés bien- Leyxa la miró de arriba a bajo, al igual que a nosotras, Jocu le había prestado algo de ropa que le quedaba holgada pero no tan larga.

–Estaré bien- contestó Ivy con una voz serena, se sentaron alrededor de la alargada mesa de la cocina, Ivy mantenía su brazo izquierdo bajo la mesa, sin apartar sus ojos llorosos del plato. Nos habían servido unos huevos con arroz.

-No sé cómo agradeceros lo que habéis hecho por mi...- titubeó con los ojos aun llorosos.

-Nos basta con que nos dejéis algo de provisiones para el viaje.- contesté con la boca llena, devoré mi plato y a duras penas conseguia quitarle algo de arroz a Dara cuando se despistaba. -aún tenemos que buscar al padre de Leyxa, y es muy peligroso quedarnos aquí.- continué consiguiendo atrapar algo de huevo del plato de Dara, pero me lo arrebató con su tenedor. Ivy se miró las mano con el gesto débil, -¿cómo llegaste a esto?- murmuró la tenue voz de Leyxa, ella echó una mirada de nostalgia a su hermano antes de contestar; -Nunca fui lo suficientemente fuerte, al descubrir lo que era- frunció el ceño -Nuestra madre se vengó de un hombre por matar a padre, cuando tenía unos trece años, ese mal nacido secuestró a nuestra hermana pequeña. Jocu y yo fuimos en su búsqueda, esa fue la primera vez que mi poder se apoderó de mí...- musitó, Jocu la miraba con gesto afable y a su vez lleno de rabia -Fue una sensación de poder y a su vez intimidante, mi madre temía por mí al ver en lo que me estaba convirtiendo, pero esa sensación no desapareció. Cuando cumplí los dieciséis años, unos bandidos irrumpieron nuestra casa- Jocu alargó la mano rodeándola por el hombro -hiciste lo que creíste correcto- dijo mostrándose clemente, eso no era excusa, siendo un Heracles eres perfectamente capaz de proteger a tus seres queridos -Mi poder me controló por completo, hice cosas horribles.- suspiró cansada, -Era un peligro para todos- concluyó tomándose lo que le quedaba del vaso de zumo, -No debiste irte- contestó Jocu, allí estaba, la clara señal de decepción en sus ojos grisáceos, -Adalia no tenía más que seis años cuando te fuiste, madre quedó desolada. Jocu apretó con fuerza la mano antes de soltar el hombro de Ivy, besó su palida mejilla haciéndola sonreír, -me alegra que estés aquí.

-¿Quiénes eran los chicos de ayer? Parece que los conocieras cuando preguntaste por ellos- preguntó Leyxa desviando la conversación, cogió su plato y comenzó a servirme arroz sin quitarle la mirada a Jocu.